Hablemos de pornografía

Por: Heraclio Castillo

A propósito del foro “Pornografía Infantil y Turismo Sexual Infantil en México: Una Triste Realidad”, realizado este lunes en Zacatecas, haré algunas precisiones a partir de la experiencia que he vivido al realizar algunos reportajes y en un trabajo de investigación mientras escribía mi tercera novela “Los hijos de Ana”.

Si bien la persecución del delito es fundamental para erradicar este problema de dimensiones globales, también lo es la prevención, pero hay que entender la dinámica entre víctimas y victimarios para integrar una estrategia que va más allá de los filtros parentales en las redes sociales.

Últimamente han trascendido noticias en diferentes países, principalmente de Latinoamérica, sobre el descubrimiento de estas redes de pederastia, pornografía infantil y trata de menores con fines de explotación sexual que se encuentran en redes sociales como Facebook, Instagram, TikTok e incluso Twitter, donde se tienen los mínimos filtros de censura y se permiten no solo imágenes de desnudos completos, sino también de actos sexuales.

Pero el problema va más allá y es más grave de lo que las autoridades que participaron en este foro pudieran imaginar, pues por ejemplo, por cada imagen de pornografía infantil que se encuentra en este tipo de redes sociales, hay entre 80 y 100 ficheros en la deep web con miles de imágenes cada uno (hace años tuve la oportunidad de acceder a uno de ellos y de verdad es algo que no tiene nombre de tan horrible).

Durante mis trabajos de investigación vi que hay diversos canales para llegar a las víctimas, principalmente a través de las redes sociales, pero también hay foros en otras plataformas donde las víctimas comparten problemas específicos y que son recurrentes, como la desintegración familiar, la ausencia de la figura paterna o materna (o de ambos), depresión, el “cutting” (la práctica de infligirse lesiones a sí mismos), trastornos alimenticios y una obsesión por evitar la transición hacia la juventud o la etapa adulta.

Los victimarios normalmente se valen de perfiles falsos, en prácticas recurrentes de usurpación de identidad con perfiles muy jóvenes que permiten el acercamiento en este tipo de foros. Su táctica es atender los vacíos que deja la familia, escuchar y ganarse la confianza de los menores hasta el grado de compartir detalles íntimos que, conforme avanza esa confianza, pasan a convertirse en retos que implican prácticas autodestructivas y sexuales que involucran la tortura.

¿Dónde más se pueden encontrar estos victimarios? Principalmente en los sitios de distribución de contenido pornográfico, como PornHub, YouPorn, XHamster, entre otros con millones de usuarios alrededor del mundo, pero que coinciden en sus búsquedas de categorías específicas. Una de ellas es ABDL (Adult Baby and Diaper Lover / “bebé adulto y amante de los pañales”), encontrada con mayor frecuencia en Twitter, donde adultos (la mayoría mujeres) se caracterizan como bebés, se comportan como tales, pero en un acto sexual que estimula la mente de quienes buscan satisfacer una fantasía con (muy) menores de edad.

Esta categoría ha tenido un crecimiento de más de 850% en el primer semestre del año en comparación con el 2019 y aunque muchos de los contenidos son eliminados constantemente, aún prevalecen en otras redes como Twitter o en plataformas como Onlyfans y Justforfans, donde los victimarios (potenciales) bajan la guardia por considerarse contenidos “lícitos” y ahí es posible rastrear desde perfiles de usuario hasta direcciones IP o cuentas bancarias.

El turismo sexual infantil responde a un contexto diferente: ¿por qué es rentable?, ¿para quién? Porque según los datos ofrecidos en el foro, este delito se ha registrado más en zonas turísticas para un mercado con poder adquisitivo, pero son zonas con servicios de alto costo y bajas remuneraciones. Zonas donde convive la opulencia con la marginación y la precariedad de quienes ahí habitan.

Mucha tarea queda por delante para combatir y erradicar la pornografía infantil, sobre todo que las autoridades responsables de los ciberdelitos consideren todos estos factores adicionales para rastrear no solo a los victimarios, sino para encontrar a posibles víctimas que se encuentren privadas de su libertad.