La minería

Pensar a Zacatecas fuera de su contexto minero es negar su propio pasado fundado en la minería, pero también los primeros lugares que ocupa actualmente en la extracción de varios minerales. Por eso a veces me resultan chocantes algunas opiniones donde se intenta “criminalizar” a esta industria que, si bien tiene detalles muy lamentables, también deja muchos beneficios alrededor del mundo.

La verdad es que ningún tipo de minería (petrolera, no petrolera, de metales y no metales) es “amigable” con el medio ambiente y hoy están sujetas a cada vez más regulaciones sobre su actividad, incluyendo los posibles conflictos territoriales para el desarrollo de esta actividad, como ya hemos visto en la comunidad de Salaverna, en Mazapil.

La minería a cielo abierto tiene especialmente efectos dañinos no solo al medio ambiente, al afectar flora y fauna y agotar recursos naturales no renovables como el agua, sino también a la salud de quienes habitan en los alrededores de las minas, sin olvidar que pasado el tiempo de vida de una mina, esta se cierra (a veces no en las condiciones más óptimas como en Noria de Ángeles) y las comunidades siguen en el rezago y la marginalidad.

Una alternativa para lograr un equilibrio fue la creación del llamado “impuesto minero”, como una forma de aplicar la justicia social por las comunidades que se verían afectadas por esta comunidad. Eso permitió crear el Fondo Minero para invertir recursos (principalmente en obra pública) en aquellas zonas con actividad minera y ahí fue donde Zacatecas ocupó los primeros lugares y pudo acceder a recursos adicionales para llevar desarrollo a estas regiones.

En teoría, esto hubiera permitido garantizar mejores condiciones de bienestar para los habitantes de estas regiones, pero hubo también detalles como las denuncias por desvío de recursos que impidieron lograr los objetivos, aunado a una aparente “responsabilidad social” de las empresas mineras que, por una parte impulsaban proyectos productivos en estas comunidades a cambio de beneficios para continuar con su actividad, con historias de despojo de propiedades que ya han sido documentadas por varios medios de comunicación.

Cierto, no se puede negar esta historia sobre la minería, incluso desde la fundación de Zacatecas. Son episodios negativos como todos los que han vivido los pueblos originarios y que hoy los vemos en las regiones más vulnerables del estado y del país.

Sin embargo, hay otra parte de la historia en la que poco nos ponemos a reflexionar, incluso desde la generación de empleos. Sin la minería no tendríamos la tecnología de la que disponemos actualmente. Gracias a la minería es posible tener circuitos eléctricos, cables y demás insumos para llevar alumbrado y energía eléctrica a las regiones más apartadas, sin olvidar que los tubos que llevan el agua son producto de la actividad minera, hasta los circuitos que componen nuestras computadoras y celulares que hoy nos resultan fundamentales para continuar con nuestras actividades en medio de una contingencia.

También de la minería se extraen minerales metálicos y no metálicos utilizados para el desarrollo de la ciencia, que se aplican en la salud, en las telecomunicaciones, en el resto de las industrias (¿de dónde creen que se hacen los arados para el campo?, ¿de dónde salen los insumos para sus cámaras fotográficas, para su cafetera eléctrica “de lujo”, para construir aviones, trenes o vehículos?).

Por eso digo que “criminalizar” la industria minera podría no ser tan justo si nos vamos a un solo extremo de la historia. Sin embargo, sí es importante preguntarse cómo mejorar sus prácticas y regular mejor su actividad para que siga rindiendo frutos sin afectar ni al medio ambiente ni a las comunidades y sus habitantes.

¿Por qué estas empresas extranjeras no tienen las mismas prácticas en otros países?, ¿por qué solo en Latinoamérica hay una alta incidencia de contaminación ambiental por actividad minera?, ¿por qué solo en los países en subdesarrollo la actividad minera no se ha traducido en mayor desarrollo y bienestar para sus habitantes?, ¿por qué la pequeña y mediana minería local no ha prosperado?, ¿hasta dónde los gobiernos han sido cómplices de estos agravios?

Si bien la minería en México tiene que cubrir un mayor número de requisitos que otras industrias para poder operar, el marco regulatorio ha sido construido más a partir de parches que con una regulación en forma, con un marco tributario justo y adecuado al impacto de su actividad (recordemos que sigue la controversia por el impuesto de remediación ambiental o “impuesto ecológico”) y ahí mucho tienen que ver los gobiernos en el combate a la corrupción para que estos beneficios efectivamente lleguen a las zonas con actividad minera.