¿Y dónde está el policía?

En otros espacios, en los que me han brindado la oportunidad de colaborar, les he contado que vivo en la exclusiva colonia Felipe Ángeles, me gusta el lugar: caminando me queda cerca del Centro y hasta me puedo ir a pie también a mi jale.

Los vecinos son chidos, cada día hay más tienditas o al menos se han mantenido, hace años negocio que se abría, negocio que quebraba; las calles son anchas y se puede uno estacionar donde le dé la gana, bueno, en mi lugar no porque se las hago de pedo; hay agua cuatro veces por semana, pasa el camión de la basura de vez en cuando y tiene ese hermoso tinte de colonia popular que tanto me agrada.

Hace unos días veníamos la Angelilla y yo del Centro, así de repente y a los lejos se escuchó un mariachi, estaba cerca. Los vimos y me estacioné en mi Chunguis a unos 20 metros del lugar de la serenata porque, además de que los mariachis estaban atravesados en la calle, cantaban muy lindo, valía la pena. Escuchamos algunitas rolas, hasta la lagrimilla salió porque había que aprovechar.

Terminaron de cantar y nos disponíamos a ir ya a dormir, pasábamos por casa de mi compa cuando de repente, así de la nada se vino una bolita de cholos correteando a otra bolita de cholos. Me metí al callejón y me tiré encima de la Angelila porque aunque no se veía que fueran cholos empistolados, sí era un chingo de cholos armados con piedras y palos y un piedrazo sí nos podía tocar.

Las bolitas de treparon por todos lados, pasaban corriendo por mi camionetilla, se aventaban piedras desde lo alto…

De pronto los gritos, el ruido y la pelea llamó la atención de mi compa y salió hecho la raya primero a ver qué rayos pasaba para ver si servía pa nota; después de eso se subió con nosotras y estuvimos alerta para evitar un ataque cholezco. Propuso, sabio como es cuando se lo propone, que nos acercáramos a la cochera y permaneciéramos ahí un rato hasta que las aguas se calmaran.

La verdad nunca se calmaron, los cabrones cholos seguían corriendo por todos lados, gritaban y seguían el pleito. Mi compa me preguntó si había llamado a la policía, la respuesta inmediata fue: “no, me enfoqué a tirarme sobre Ángela pa que no le pegaran”.

Minutos más tarde se vio una patrulla llegar, fue muy gracioso, porque aunque los cholos seguían corriendo como locos, gritando y peleando; los uniformados hicieron como que la virgen les hablaba y se metieron por una calle donde no había ningún problema. OJO: el pleito estaba a menos de 30 metros de donde ellos estaban…

Se fue la patrulla y siguieron los cholos a madres… y de pronto… ¡PUM! Otra patrulla, pero estos polis fueron más listos apagaron las torretas, las luces y se fueron a madres pa otro lado… No vaya a ser el diablo y les tocara un piedrazo.

En serio entiendo que se deben cuidar y que por supuesto no deben arriesgar su integridad, si hubieran sido balazos pos de mensos se meten y hasta lo celebraría, pero en serio, ¿un pleito de calle y mejor se pelan?

Yo siempre, a pesar de que no debería, he defendido al sistema de seguridad pública, pero en serio eso que vimos no era seguridad era surrealismo en su máxima expresión.

Esa noche nos asustamos, la verdá uno no sabía en qué podía terminar el pleito, afortunadamente me sirvió para confirmar que los cholos son la onda, pero más los que siguen conservando esa hermosa tradición de cantarse un tiro y echárselo a mano limpia, sin pistolas son la dignidá y la fuerza del Cholo; también confirmé que vivo en la mejor colonia de la ciudad. La Felipe RIFA.