Vacunas: ¿a qué costo?

Hace unos días, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció la posibilidad de que los estados y la iniciativa privada también pudieran acceder a la compra de vacunas contra el COVID-19, si así lo decidían, para avanzar en la inmunización de la población.

Sobra decir que la declaración también fue en respuesta a la presión mediática y de algunos gobiernos estatales que cuestionaban el centralismo en la decisión de que el Gobierno de México fuera él único responsable de la estrategia de vacunación, la cual ya ha demostrado sendas deficiencias.

Con este anuncio, el gobernador Alejandro Tello también dio a conocer que el Gobierno de Zacatecas podría disponer de una bolsa de 50 millones de pesos para adquirir la vacuna. No se sabe el origen del recurso, pero tampoco habría mucho de dónde escoger más que nuevos recortes al presupuesto ya aprobado.

Sin embargo, aunque ambas noticias brindan un poco de esperanza para salir más pronto de esta pandemia, la situación no es tan sencilla como parece. En primer lugar, los laboratorios que elaboran la vacuna no tienen aún la capacidad para atender la demanda mundial y de momento la prioridad son las compras consolidadas de los gobiernos de los países.

Quién sabe cuánto tiempo pase antes de que la venta de la vacuna sea a población abierta e incluso habría que considerar un tema de empatía con las naciones más pobres que aún no tienen acceso a la vacuna. ¿Sería un privilegio cambiar la estrategia para adelantarnos en la compra de vacunas?

Luego viene la tramitología, pues aún se requeriría la aprobación de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) para las vacunas que aún no han pasado todas las pruebas. ¿Cuánto tiempo demorarían los trámites?

Por si eso no fuera suficiente, nos enfrentamos a una descoordinación en las listas de las personas a vacunar. Por un lado, las listas que cargan los Servidores de la Nación con los nombres de los beneficiarios de los Programas del Bienestar, que serán la guía en la estrategia de vacunación, según las disposiciones del Gobierno de México.

Pero esos listados aún no han sido cotejados con los que tienen los gobiernos de los estados y quizá ni siquiera con los que tienen los sistemas de salud federal. A ello habría que sumar que hay población que no tiene seguridad social, de ningún tipo, ni es beneficiaria de los programas federales, estatales o municipales. ¿Cómo se les incluiría en los listados de vacunación?

Las dudas no terminan ahí. Ahora que el gobernador Alejandro Tello ha anunciado que se dispondría de unos 50 millones de pesos para adquirir la vacuna, cuando haya las condiciones para hacerlo, se puede suponer que no será el único estado que optaría por esa alternativa. Incluso adelantó que este miércoles tendría una reunión con otros gobernadores para analizar el tema.

En caso de que esta alternativa prospere, se supone que el Gobierno de México ya tiene el recurso garantizado para la compra de vacunas para toda la población. Entonces: ¿reintegrarán a los estados el recurso que hayan invertido en las vacunas que lleguen a adquirir?, ¿caerán en subejercicio?, ¿o más bien hay una trampa en la estrategia?

Mientras se precisan estos y otros detalles, continúa la vacunación a población prioritaria y no prioritaria, mientras los gobiernos esperan la temporada de recaudación fuerte, aunque la pandemia haya golpeado el bolsillo de muchas familias que en su afán de “aprovechar” los estímulos fiscales, exponen su salud en las largas filas en las cajas de recaudación porque hay gobiernos que no han transitado a la banca electrónica ni a los trámites en línea.

Estamos a nada de que se cumpla un año del inicio de la emergencia sanitaria en México. Sabemos que los laboratorios hacen hasta lo imposible por garantizar la vacuna para todo el mundo, pero su capacidad es limitada, a un ritmo más lento que el avance de contagios y defunciones.

A final de cuentas ya no importa quién compra la vacuna, el gran problema es que la oferta es muchísimo menor a la demanda. ¿Quién tiene prioridad? Todo indica que, a este ritmo, el fin de la pandemia aún llevará otro año. No nos desacostumbremos al uso del cubrebocas, a la sana distancia o al lavado de manos. Si sobrevivimos juntos, cuando nos volvamos a ver, nos podremos dar el abrazo más fuerte que nos hayamos podido dar en nuestra vida.