Campañas entre pandemia y violencia

Solo restan seis días para el arranque formal de las campañas del proceso electoral 2020-2021. Serán 60 días de actividad proselitista en los que los candidatos tendrán que hacer frente a dos grandes problemas: la inseguridad y la pandemia por el COVID-19.

No será cosa fácil. Apenas en febrero pasado en el municipio de Fresnillo fue asesinado un capacitador del Instituto Nacional Electoral (INE) y aunque se ha recomendado que las actividades proselitistas (y los traslados de los candidatos) se realicen durante el día, eso no evita que sigan existiendo puntos considerados focos rojos en materia de seguridad.

Si se va a cumplir con la promesa de enviar más elementos de la Guardia Nacional a Zacatecas, ahora es cuando más se requiere, y sobre todo fortalecer la coordinación entre los tres niveles de gobierno a fin de que prevalezca el estado de derecho y se pueda garantizar el derecho al voto para la ciudadanía.

Del otro lado, en materia de salud, ya el INE ha anunciado un protocolo sanitario que se aplicará en todas las casillas del país, con la posibilidad de ampliar el número de casillas extraordinarias en aquellas secciones donde hay mayor número de votantes a fin de reducir las aglomeraciones.

Y aunque también será obligatorio el uso del cubrebocas para ingresar a las casillas a emitir el voto, falta aún que la gente lo utilice de la manera correcta, que se pueda desinfectar las manos en las casillas y que en la formación se respete la sana distancia. Hasta por cortesía, debería permitirse a personas de grupos de alto riesgo que puedan emitir su voto de manera prioritaria, independientemente de que hayan recibido la vacuna o no, para evitar exponer su salud.

Pero hablamos solo de la jornada electoral del 6 de junio. Hace falta analizar cómo será la dinámica de las campañas durante estos 60 días. Si bien se ha dicho que se tratará de campañas virtuales, en realidad tendrían que ser en formato híbrido, considerando que hay más de un 30% de la población que no cuenta con conectividad ni acceso a plataformas digitales.

Difíciles serán las campañas para la gubernatura. En 60 días apenas alcanzaría para visitar un municipio por día y debido a que las reuniones están limitadas en su aforo por la autoridad sanitaria, habrá que optimizar las reuniones presenciales que se realicen en cada municipio.

Es verdad que se puede optar por transmisiones en vivo a través de las redes sociales para interactuar con los votantes, pero si serán espacios para envío de saludos y no para la retroalimentación y la presentación de propuestas, difícilmente se estarán aprovechando las nuevas tecnologías para hacer proselitismo.

Y aunque los tiempos oficiales de radio y televisión saturarán las pautas de propaganda electoral, hay medios de comunicación que se prestan al debate, el intercambio de ideas y el diálogo con las audiencias. Así se podrían afianzar las propuestas, corregirlas, desecharlas o generar nuevas propuestas escuchando a la población.

No debemos dejar de lado la importancia que tendrán los debates que llegue a organizar la autoridad electoral, porque permitirán a la población contrastar en un mismo tiempo y espacio las diferentes propuestas de los candidatos en torno a temas en común (y en los que deberían privilegiarse los que más preocupan a la ciudadanía).

Mucho facilitaría la tarea de informar el hecho de contar con una versión digital de las propuestas de los candidatos. Así se pueden compartir más fácilmente no solo en las redes sociales, sino también a través de mensajería.

Todo esto sería lo ideal, pero en muchos casos recurrirán a las viejas prácticas para hacer política. No faltará quien presuma eventos masivos para “mostrar músculo”, o aquellos que solo se preocupen por salir “bien” en las fotos (o que solo se concentren en “la foto política” y descuiden la generación de propuestas).

También los habrá quienes no sepan sacarle provecho a las nuevas tecnologías para difundir sus propuestas de campaña, o quienes nadarán de muertito sin hacer campaña, esperando llegar a un cargo por la vía plurinominal, y no dudo que en algún lado alguien mande hacer una figura de cartón a su medida para traerla como botarga del tingo al tango y hacer promoción.

Cada campaña requiere de mucha creatividad, pero especialmente en este proceso electoral en el que la pandemia por el COVID-19 limitará mucho la dinámica presencial. El problema es que en ocasiones esa creatividad se utiliza para las llamadas “campañas negras”, esas que sí afectan, pero también demeritan los procesos democráticos.

Ojalá que en este proceso electoral, en el balance final, tengamos más propuestas que denostación, calumnia, mentiras y “las benditas encuestas”.