Las promesas de campaña

Dos cosas llamaron mi atención en las últimas horas: el video que revela un encuentro entre Clara Luz Flores, candidata a la gubernatura de Nuevo León, y Keith Raniere, líder de la secta NXIVM; y una promesa de campaña de un candidato a la gubernatura de San Luis Potosí.

En el primer caso, fue muy curiosa una parte de la conversación donde la candidata habla sobre el populismo y la idea de darle a las personas lo que creen que necesitan, mucho más que aquello que realmente necesitan.

Keith Raniere hizo una precisión en la que también me quedo pensando: la clave está en lo que la gente cree que necesita, porque se trata de “necesidades” que pueden ser construidas por un sistema y si se acercan más a necesidades de confort o satisfacción, a eso le llama “civilización”, pues otro tipo de necesidades, como las instintivas, serían más primitivas.

El segundo caso es uno de tantos que se presentan siempre, sin excepción, en cualquier proceso electoral. En este caso llamó mi atención que la promesa era garantizar la vacunación contra el COVID-19 al 100% de la población del estado en los primeros 100 días de gobierno. A todas luces, se trata de una promesa que sale de sus manos, pero populista, que genera “percepción”.

Y sin embargo, son justamente esas promesas que no hay condiciones para ser cumplidas las que han derivado en la desconfianza hacia los políticos, aunque también existe ese otro espectro de población irritada porque no le atienden un problema que considera prioritario cuando su problema real es otro.

Por ejemplo, en el lugar donde vivo hay una disputa que lleva algunos años por el área común. Unos creen que ante el abandono, sería preferible ampliar los cajones de estacionamiento, mientras otros consideran que mejor debería recuperarse dicho espacio.

La realidad es que se trata de una colonia que ha caído en un abandono paulatino, cada vez hay más casas vacías y los pocos vecinos en su mayoría se trata de adultos mayores. Hoy habitan muy pocos matrimonios, y casi no hay menores de edad como antaño.

¿Qué motivó el abandono paulatino de la colonia? Pudo ser que durante un tiempo se vivieron episodios de inseguridad, o que el gobierno nunca ha atendido los espacios públicos, o que durante 20 años tuvimos las mismas lámparas fundidas en el alumbrado público, o que los baches duraban administraciones enteras y ahí seguían. Al final ¿cuál es el problema de fondo?

Los políticos improvisados normalmente caen en lugares comunes en sus propuestas. Lo más fácil son los programas sociales, esas transferencias del gobierno para atender a grupos específicos. El problema es que no hay recurso suficiente para repartir programas sociales para todos y para financiarlos hay que cobrar impuestos.

Y cómo olvidar que para todos es fundamental el sector de las mujeres, de los jóvenes, de las personas con discapacidad, de los menores de edad, de los adultos mayores y hasta ofrecen microcréditos para apoyar a emprendedores, del giro que sean, becas y demás.

Luego hay otro tipo de promesas que abarcan a grupos de población más grandes, principalmente cuando se trata de brindar servicios públicos: municipalizar el servicio de agua potable, clínicas y hospitales, autopistas y carreteras, presas y acueductos, escuelas, universidades y la lista puede seguir.

Aunque en muchos casos pueda tratarse de espejitos, o promesas generales que nunca aterrizan en algo concreto (por ejemplo, decir “vamos a legislar para que ya no se violente a las mujeres”, sin especificar qué reformas y a qué leyes pretenden impulsar), son estrategias que han llegado a funcionar porque los políticos se aprovechan del desconocimiento de la población sobre la situación en la que viven.

Pienso, por ejemplo, que habrá quien llegue a la colonia Villas de Guadalupe y prometa microcréditos para jefas de familia a fin de que puedan emprender un negocio, cuando dicho polígono enfrenta un paulatino abandono por problemas de inseguridad, falta de espacios de recreación y convivencia familiar, transporte público, mercados para el abasto de alimentos o incluso el abasto de agua potable. Y sin embargo, los desarrollos inmobiliarios siguen y siguen ampliando la mancha urbana.

Lo deseable es que, por ejemplo, algún candidato proponga un saneamiento de las finanzas (y que diga cómo hacerlo) para disponer de más recursos que se traduzcan en inversiones estratégicas que beneficien a la población, o que plantee la conectividad a internet en zonas donde no la hay (y que se ha vuelto tan indispensable en tiempos de pandemia) y que diga cómo lo logrará.

Tan importante es el qué, como importante es el cómo se realizará y para qué. Si las promesas de campaña no atienden a estos tres cuestionamientos y se encuentran fundamentados en un diagnóstico previo, seguiremos construyendo gobiernos en el aire.