¡Llegó la hora!

Ese fue el eslogan de arranque de campaña de Claudia Anaya y David Monreal, ambos candidatos a la gubernatura por las coaliciones Va por Zacatecas (PRI-PAN-PRD) y Juntos Haremos Historia (MORENA-PT-PVEM-PANAL).

Tres palabras tan coloquiales desataron sendas discusiones en torno al derecho de propiedad y se demostró una vez más la carencia de originalidad en las campañas políticas, falla que tal vez se solvente si los candidatos nutren su proselitismo con más propuestas y menos banalidades.

La sola expresión es ambigua si se aísla de un contexto. Los profesionales de la semiótica nos darían una cátedra sobre todo lo que puede implicar ese “¡Llegó la hora!”, que bien pudo referirse al cambio de horario de Verano, a propósito de la fecha.

Pensemos: la palabra “perra” por sí sola tiene muchas interpretaciones. En sentido estricto, un diccionario la definirá como animal mamífero del género femenino. Sin embargo, su significado cambia según el contexto, la intencionalidad, la pronunciación, la persona que lo expresa y la circunstancia en la que se expresa.

Así tenemos que “perra” puede ser también una expresión de autoescarnio para ciertos grupos sociales, especialmente de la diversidad sexual, o también puede ser una ofensa en medio de una discusión, una expresión erótica en una relación de poder, un equivalente de “audacia” o simplemente una palabra para soltar cierta frustración o enojo ante determinada circunstancia.

La palabra cobra otras dimensiones según la persona que la articule. No es lo mismo que el presidente una nación diga al micrófono “perra” que cuando esta se expresa en medio de una batalla de voguing. Y si combinamos esa palabra con otras más en una frase, también cambia su significado. No es lo mismo decir “qué perra mi amiga” o decir “eres una perra”, por poner un ejemplo.

Pero volviendo a “¡Llegó la hora!”, aplican los mismos criterios lingüísticos (y muchos otros niveles de la comunicación). ¿Qué significa dicha expresión en boca de Claudia Anaya y qué significa en boca de David Monreal?, ¿qué representa cada uno?, ¿qué intención hay detrás?, ¿cuál es el contexto?, ¿cuál es el intertexto?

Para el segundo, la expresión ha ido acompañada de una campaña alterna donde se reitera que “la tercera es la vencida”. Eso nos daría pie a interpretar la frase como “después de dos fracasos, llegó la hora de ganar”. En el caso de la segunda, se trata de la primera vez que contiende por ese cargo y, lo ha dicho, es el mayor reto hasta ahora en su trayectoria. ¿Podríamos interpretarlo como un “es la hora de participar en las grandes ligas”?

Por supuesto, en ambos casos sería forzar las interpretaciones, pues en sentido estricto, la expresión se limita a una temporalidad que llega a su culmen. Lo demás, lo que queda en la interpretación, es lo que uno como espectador de las campañas políticas puede agregar según los referentes que tenga de cada candidato.

Y aunque ambos continuaran utilizando la misma expresión, ¿sería válida para ambos casos? Claro. ¿Funcionaría para los objetivos que persigue cada uno? Tal vez no, pues al no ser “única”, una especie de “marca”, deja de representar un plus para la identidad de cada candidato. Pero a estas alturas de la vida política, ¿quién apostará por la “originalidad” (si es que tal cosa existe en estos tiempos)?

Finalmente, la ciudadanía no vota por un eslogan y aunque lo ideal sería que se eligiera a los representantes populares a partir de propuestas, en la realidad la política ha conducido por otros caminos. ¿Reivindicar la forma de hacer política? Claro, siempre hay otras formas, todas ellas basadas en el nivel de confianza ganado con el paso del tiempo.

Lo importante será que ese “llegó la hora” de verdad ofrezca elementos que conduzcan a la interpretación deseada y no sea más un lastre que una aspiración de triunfo. ¿Será que llegó la hora de poner la vara muy alta a los políticos de hoy y en verdad exigirles lo que la ciudadanía merece?, ¿o es que la ciudadanía en verdad merece este nivel de política? Para la reflexión.