Luna Nueva: ¿Miedo a evaluaciones y mediciones?

Me enterneció mucho, casi al extremo de que se me notaba en la mirada, ver cómo mi hija mayor (con su conocida impaciencia) se esforzaba por mantener la calma y por “hacer entender” a mi hijo menor cómo se dibuja un triángulo equilátero perfecto usando regla y compás.

La escena de mi hija de mente científica (ingeniera civil de profesión) y mi pequeño de casi 10 años, estudiante de cuarto grado de primaria, quedará grabada en mi mente como emblema de la terrible tragedia educativa por la que estamos pasando.

Creo que no es desconocido para nadie que la calidad de la educación, la calidad de excelencia claro está, no está al alcance de todos los mexicanos, aunque en la Constitución se consagre que es obligatoria y gratuita, que para acabarla de empeorar, con la pandemia se vino abajo (y tristemente sí se pudo, ya se vio) la educación en México.

Esa es mi percepción sin ser una erudita en la materia, pero basta con ver a los niños y adolescentes que estudian con el modelo Aprende en Casa II, están hartos y su nivel académico por los suelos.

Basta ver una clase por televisión para saber que algo no está muy bien, y los maestros que optan por enviar el plan de estudios por escrito, como apoyo para las clases en TV, están perdiendo alumnos por desinterés de los niños y de los padres, según sé por experiencias de maestros de primaria.

Otros profesores echan a volar su imaginación y hacen todo lo posible por hacer más fácil, entendible y menos “engorroso” el estudio en casa, con un poco más de suerte junto con los que decididamente dan clases en línea, aunque estos últimos son más de escuelas particulares.

Es verdad que la pandemia del COVID-19 tiene mucho que ver en esta situación, pero deja al descubierto lo que muchos no quieren ver: que aunque tenemos algunos maestros preparados, la mayoría no lo está, no saben usar las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y no tienen la habilidad, madurez o disposición que se requieren para explicar a los padres lo que los niños deben hacer.

Esto queda más que evidente cuando los maestros, sin pudor alguno, envían a los grupos de Whatsapp tal cual las cartas descriptivas de sus clases, con términos técnicos, a veces con faltas de ortografía y sin explicación adicional por si alguien no entiende. ¿Les es familiar este caso?

Pero bueno… ¿qué le vamos a hacer los simples ciudadanos? Casi nada, porque desde el gobierno se acabó con la posibilidad de tener un magisterio profesionalizado. Personalmente para mí esto fue un grave error, porque quienes enseñan a niños y jóvenes deben estar totalmente preparados en todos los sentidos.

Es triste para mi ver que lo que yo aprendí en primaria, los jóvenes de hoy ni idea tienen, no saben leer ni escribir, se les dificulta sumar, ya no digo multiplicar o dividir, y no tienen capacidad de razonamiento.

Me preocupa el resultado de estas generaciones de niños que estudian en libros de texto gratuitos hechos según las visiones ideológicas de un régimen… y más porque quienes les están enseñando, en su mayoría (según el INEGI) son sus padres quienes desertaron de secundaria.

Cuando termine el distanciamiento social impuesto por la pandemia, los niños no podrán regresar a escuelas de tiempo completo para regularizarse porque ¿que cree? ¡Ya no hay! También las desaparecieron.

Yo creo que todo este panorama no es desconocido para nadie, ni para el gobierno mismo. Todos sabemos que estamos mal académicamente hablando, por lo que creo que de ahí viene el temor de que nuestros adolescentes sean evaluados internacionalmente.

Pero ¿por qué si en todo el mundo hay una lógica caída en la formación académica de la niñez y la juventud debido a que las escuelas cerraron por la pandemia?

Me resulta ilógico, aunque ya no me sorprende, que México sea el primer país en no aplicar el examen PISA (Programa Internacional para la Evaluación de los Estudiantes) que mide el rendimiento académico de los estudiantes de 15 años en matemáticas, ciencia y lectura a fin de comparar sus habilidades…

Y a nivel nacional ¿qué pasa con las evaluaciones Exacale (Examen para la Calidad y el Logro Educativo) y Planea (Plan Nacional para la Evaluación de Aprendizajes)? ¿A qué le estamos apostando como país?

En mi mente revolotea un mundo de ideas, conclusiones y especulaciones, no todas serias, obvio, pero una de ellas es: ¿será que por eso desde ya también acabaron con las becas para investigación y posgrados?

Cuando Mariana casi pierde el control ante el desdén de Alejandro, me acerqué, secando los platos con una toalla y le dije: “Tranquila, hija, sabes cómo es tu hermano” (despistado y con la atención distraída en cada cosa que se mueve, huele u oye), y dos… ningún niño en este país o el mundo, casi lo juro, ha estado en clase presencial, con sus maestros y compañeros, por lo cual no saben lo que debieran saber a cabalidad.

Y rematé: No todos tienen una hermana ingeniera que sepa hacer triángulos perfectos, es más, creo que no todos tienen la fortuna de que alguien les explique su clase con paciencia y menos con amor. Con que te entienda lo que es un triángulo equilátero, está bien, por el momento…

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