Del decálogo del terror al sexenio de pesadilla

Sería un 18 de mayo del 2021 cuando el teatro Calderón albergó a más de 20 senadores convocados por Ricardo Monreal Ávila, en un evento dedicado al entonces candidato a la gubernatura, David Monreal Ávila, y donde el primero anunciaría el llamado “Decálogo del Terror”.

En el evento estaría en presídium el llamado “prodigio de las finanzas”, Jorge Miranda Castro, quien a cada cifra señalada por el senador Ricardo Monreal parecía sonrojarse y hacerse chiquito, chiquito, chiquito, mientras el público se admiraba del escándalo por el mal manejo de las finanzas estatales.

El silencio se hizo cuando el senador soltó: “yo no sé por qué David quiere ser gobernador”, pues según las cuentas de Ricardo Monreal, el estado enfrentaba un déficit para ese entonces de 2 mil 648 millones de pesos, entre la nómina magisterial, los pasivos con proveedores y contratistas, deuda a corto plazo, pago de impuestos y el déficit del ISSSTEZAC, entre otros conceptos.

Pero llegó el 6 de junio y David Monreal ganó en las urnas, con un discurso que no se ha abandonado desde campaña: la culpa es del pasado. Desde el momento en que recibió su constancia de mayoría, pasando por la instalación de la Comisión de Entrega Recepción, y transcurrida ya la toma de posesión, el discurso no ha cambiado: primero los pretextos, y de resultados ya veremos con la marcha.

El llamado “Decálogo del Terror” no solo advertía de la situación que enfrentaría la nueva administración. Los informes de la Secretaría de Finanzas sobre el balance presupuestal ya mostraban un déficit de alrededor de mil millones de pesos al cierre del segundo trimestre. Y aún no se transparenta el adelanto de participaciones.

Llegó el 15 de septiembre y desde entonces han pasado ya 12 días desde que el Gobierno del Estado debió pagar la primera quincena a burócratas y maestros, pero también la pensión de jubilados del ISSSTEZAC. Sobra decir que tanta manifestación con reclamos cada vez más subidos de tono son muestra de la irritación ante la falta de pago.

El problema es que el hoy gobernador David Monreal no asume como propios los problemas que enfrenta Zacatecas; se limpia las manos acusando que son responsabilidad del pasado: “son las malas consecuencias de los malos gobiernos, de las malas administraciones”. Y en cada mensaje culpa a los maestros de ser responsables de permitir que el problema creciera.

Su prioridad han sido los lápices, la chatarra, las obras de arte, un cocodrilo, hacerla de alcalde (y no de gobernador) con programas de bacheo y los festejos de cumpleaños de la comisionada del INAI, Norma Julieta del Río, y de la súperdelegada Verónica Díaz Robles. Durante semanas ha pospuesto su visita personal a la CDMX para hacer las gestiones urgentes y obtener los recursos necesarios para solventar los compromisos inmediatos.

A ello hay que sumar el “castigo” de la Federación hacia Zacatecas en el proyecto de Presupuesto de Egresos 2022, donde además de recortarle más de 500 millones de pesos del Fondo para la Nómina Educativa, no le etiquetan recursos para mantenimiento y conservación de carreteras ni para otros proyectos de infraestructura e inversión.

Incluso hoy la prioridad es la toma de posesión del gobernador de San Luis Potosí y deja para el final comenzar a tocar puertas en la Federación para salir del bache, no sin antes reiterar por milésima vez que él no es responsable de los errores del pasado porque representa a “la nueva gobernanza”.

En cambio, ratifica en el cargo al responsable de las finanzas al cierre de la administración anterior, y parece proteger a los principales responsables de esa debacle, como al hoy alcalde capitalino, Jorge Miranda Castro. Si eso no huele a complicidad, a “pan y circo” para el pueblo, de otro modo no entendemos por qué a la “nueva gobernanza” le falta gobernabilidad, legitimidad y hasta sentido común en la toma de decisiones.

Hoy, sin asumir como propios los problemas de Zacatecas, pide a los maestros “que hablen allá (en CDMX), tienen una estructura allá”. Como quien dice: “yo no soy maestro, ustedes sí; anden, reclamen”, evidenciando lo que muchos sabían de antemano: ser “amigo” del Presidente ya no es garantía de algo. O simplemente, el apellido Monreal ya no es grato para el inquilino de Palacio Nacional.

Y pensar que este es solo el inicio de un sexenio de pesadilla… ¿Cómo le hará cuando se manifiesten en su contra los mineros?

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