El baile de los 41

Pues súper feliz les informo que hace unos días cumplí mis dulces 41 años. No se preocupen, para mí no es edad de peligro porque ya pasé por ese riesgo antes de tiempo y pues me fue bien en su momento y luego de la chinga también en su momento, pero hoy quiero compartirles un poquito de eso que llaman “llega uno a cierta edá”.

Como ya les he contado, en otros medios y en mis redes personales, para mí es muy grato cumplir años, a mí no me da el pa’bajo porque me estoy haciendo vieja, al contrario, por lo regular siempre digo que tengo más edad de la que en verdad tengo.

Cuando daba clase en secundarias (yo tenía menos de 30 años) siempre les decía a mis alumnos que iba a cumplir 45, ahora digo a la gente que cumplí 51, se siente bien chido cuando me dicen que me veo de menos, lo gacho es que a veces me dicen que me veo como de 47, pero pos es un riesgo que se debe correr por ser mamona.

Bueno, el chiste es que quienes me siguen en mis redes personales o me conocen “personalmente y en persona”, podrían haberse dado cuenta ya que me gusta que sea mi cumpleaños, me recuerda mi niñez y las faltas de fiestas, pero el exceso de cariño y eso es lo que me late perrón.

Cuando estaba en la universidad y mi carnal vivía, me ponía yo solita las Mañanitas con Pedro Infante al menos una vez por cada año cumplido. En un camping que tuvimos los compañeros de la licenciatura y yo y que cayó en mi cumpleaños coincidió que era el mismo día que mi compañero Jesús Vargas cumplía también sus añitos y cada 10 o 15 minutos nos felicitábamos mutuamente.

Mi compañero murió hará 15 años, quizá, no lo sé de cierto. Él ya no pudo seguir cumpliendo y yo cada año recuerdo esos cientos de felicitaciones que nos dimos y decido disfrutar el día o los días que se requieran para dar gracias a la vida, Dios, al cielo o al universo seguir haciéndome vieja.

Hace unos años por errores de la vida (ahora los veo así), no se dieron las circunstancias para poder convivir como siempre con la gente que me quiere (o al menos me tolera), mis compas. Con mi familia no hay pedo, ellos siempre han estado ahí y siempre he recibido sus hermosas palabras o pensamientos, sus presentes que  van desde unas galletas de animalito hasta un amanecer que uno me regaló.

Este año entre canciones y risas, comidas, cenas, alcohol y hartos compas me di el tiempo de pensar poquito en lo afortunada que he sido, hasta las cosas malas que me han pasado han sido grandes fortunas.

En los últimos años fui feliz, hasta que dejé de serlo, para comprender que puedo ser mucho más feliz de lo que fui en ese tiempo y en el pasado. No me di el tiempo de estar con la gente que me quiere por estar con la gente que creí que me quería, lo chingón es que cuando los amores son sinceros saben perdonar errores y darte un putazo mientras te abren una caguama en la banqueta.

Discúlpeseme la mamada de hoy, pero hoy sí tenía ganitas de contarles que fue mi cumpleaños y que me siento muy feliz de tener espacios para contarles lo mucho que los amo a todos (o casi a todos) y que amo la idea de ir envejeciendo y que en ese envejecimiento sepa amar las mamadas que nos hace la vida.

No es que sea una experta en el tema, pero sí les aseguro que quienes van en camino a mi edad van a disfrutar mucho y los que ya pasaron por aquí pueden tener la certeza de que voy en camino al disfrute que ustedes han tenido y que espero superarlos.

Salud por mí, salud por los que se no alcanzaron esta edad, salud por los que ya la superaron y salud por los que están por llegar a este valle de lágrimas.

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