Ginny

En días recientes se suscitó un hecho violentoque, como otros, inquietan y dejan esa sensación de impotencia a la que lamentablemente nos estamos acostumbrando, pero en esta ocasión fue un tanto diferente, ya que los protagonistas fueron niños y una mascota.

Estos pequeños, emulando las formas del crimen organizado, secuestraron, torturaron y mataron al animal, una gatita, y la dejaron envuelta en una bolsa de plástico, nota incluida, a la entrada de lo que había sido su hogar para que la responsable de la mascota encontrara a su regreso esa triste escena.

Titulares en todo el mundo dieron cuenta del desafortunado suceso y sin duda debería ser un llamado de atención a la sociedad, uno más entre tantos que parecen ya gritos en el desierto, pero al tratarse de menores de edad que estén comportándose con esa frialdad y dolo sin duda debe llevar a la reflexión.

Apenas el pasado mes de octubre se realizó la primera audiencia de vinculación a proceso por delito de maltrato animal en la entidad, un logro luego de una intensa lucha de activistas y asociaciones civiles en torno a la protección animal.

Hay que recordar que la legislación a la protección los animales no humanos ha ido ganando terreno de a poco, en Zacatecas ya existe una ley de bienestar animal tanto en el estado como en el municipio, además de que hay reglamentos para sustentar acciones penales o de investigación, pero hasta el día de hoy no han sido concretas. No tengo duda de que pronto estos esfuerzos darán frutos y se verán los primeros resultados.

Lamentablemente no es un caso aislado, las estadísticas nos dicen que el 30% de los casos de maltrato animal se da por menores de edad, los expertos nos dicen que: “Las razones por las que un niño llega a maltratar a un animal pueden ser varias: la falta de empatía, por haber sido víctima de abusos, maltratos o abandono; la falta de una educación adecuada, dirigida a reconocer el animal como un ser vivo, aunque diferente; o, finalmente, la emulación de los gestos violentos cometidos por los padres hacia él o hacia el animal, incluso para castigar a el proprio niño”.

Los niños reciben desde temprana edad contacto real con imágenes de los animales. De estos se debería aprender a ser responsables a desarrollar empatía, afecto incondicional y se adquiriría una sana autoestima como consecuencia de su relación con su animal de compañía.

Desafortunadamente, en familias problemáticas, los niños pueden aprender que los animales pueden ser maltratados e incluso que la conducta agresiva es aceptable hacia humanos. Algunos niños se identifican con el agresor (que puede maltratarlos a ellos o al cónyuge, además de a las mascotas) y se convierten ellos mismos en agresores.

Es un problema, pues, con varias aristas, donde los victimarios podrían ser víctimas y así un espiral sin fin que deberá reflejarse en la sociedad. Este suceso que se mediatizó nos llama a repensar nuestra relación con el entorno, ya han sucedido temas lamentables en contra de los animales, perros abandonados en parajes donde sería difícil su supervivencia, atados a las vías del tren, victimas de zoofilia, entre tantos otros casos que inquietan el espíritu, pero si a los humanos se les practican torturas inhumanas, qué se podría esperar hacia seres inferiores.

Estemos atentos a nuestros niños y a quienes nos rodean, denunciemos toda clase de abusos y seamos responsables de nuestras mascotas y el entorno. Desde los antiguos ya nos lo advertían. El poeta Ovidio hace mas de 2 mil años lo señalaba, “saevitia in bruta est tirocinium crudelitatis in homines” (el maltrato a los animales es el aprendizaje de la crueldad con los seres humanos).

Sensibilicémonos, intentemos no acostumbrarnos a que nuestros niños salten y jueguen en charcos de sangre, y mucho menos que torturen y maten animales. Aportemos lo que está a nuestro alcance para tener una mejor sociedad, que por nosotros no quede. Busquemos siempre la paz.

3 comentarios en “Ginny”

  1. Muy buena la reflexión, añadiría otra arista, en algunas familias el papá y la mamá les compran a sus hijos e hijas mascotas como si fueran juguetes, se los entregan sin ninguna restricción, los lastiman y tratan de formas no adecuadas, no los alimentan ni les dan de beber, es lamentable que no se les inculque el respeto por los animales, el amor y el cuidado.

Los comentarios están cerrados.