Soy Eva y este es mi primer trago

Pues ustedes comenzaron el año hace bien muchote, pero como las cosas buenas se deben tomar con calma, yo por eso me di otra semanita de vacaciones de la desta, pero ya estuvo bueno de huevonear así que ahí les voy:

Espero que su fin de año haya sido extraordinario y su arranque de 2022 mucho mejor, sobre todo espero que no se hayan contagiado del bicho o del nuevo bicho; dicen los que saben que el “hormigón” es más contagioso que el Covixxx, pero que en una de esas es menos probable que nos mate.

Desde el principio les he contado que me da harto miedo el bicho, con el tiempo se me ha ido pasando poco a poco y como a mí creo que nos pasó a todos, el miedo se fue convirtiendo en costumbre y de buenas a primeras nos dimos cuenta que ¡PUM! Ya eran menos contagios y luego ¡RePUM! Volvió a subir pero en niveles más cabrones.

La “publicidad” en pro de la prevención y tratamiento del “hormigón” ha sido menor en los tres órdenes de gobierno en comparación de las campañas que se lanzaron en el arranque del Covixxx; ahora en teoría tendríamos que ser más conscientes de las medidas básicas de protección en contra del bicho, por aquello de que muchos se contagiaron y otros muchos supimos lo que es perder un familiar.

La realidad es otra, hay momentos en los que creo que muchos de los que han corrido con suerte de no estar contagiados o no morir en el contagio piensan que tienen una especie de capa protectora que los aleja del virus; así que se dan el lujo que salir a la calle sin considerar las medidas de protección.

Antes de ponerme a escribir mi desta fui al mercado y se pueden contar con los dedos de las manos las personas que usan el cubrebocas, de por sí desde el principio los mercados han sido considerados zonas de alerta constante por la proclividad a los contagios, ahora deberían ser un poco más, ya que la gente está menos protegida, pero en serio creo que ese descuido es originado por la suerte con la que hemos corrido muchos.

Se me hace bien “chispa” cómo nos quejamos, condolemos y criticamos a nosotros mismos cuando decimos que hemos “normalizado la violencia” originada por los grupos delincuenciales que nos tienen rodeados. Yo no creo que hayamos normalizado ni madres, no creo que hayamos normalizado la violencia y tampoco creo que hayamos normalizado el bicho y que por esa razón no le estemos haciendo tanto caso al “hormigón” (porque no le estamos haciendo caso, hasta que no nos meta un susto pior de los que ya nos han metido).

Creo que más que normalizar las situaciones muchos han decidido poner frente a sus ojitos hermosos del yunivers un velo protector con el que esconden todo aquello que los aterra o los hace sentir vulnerables, es como cuando uno está muy pedo y dice que no está tanto para seguir tomando, aunque sepa perfectamente que ya no da pie con bola (me han contado, yo de eso no sé mucho).

Lo culero es que ese velo puede estar frente a nosotros todo lo que nos dé la gana y podemos intentar engañarnos diciendo que no pasa nada, pero sí pasa, todos los días corremos el riesgo de pescar el “hormigón” en la calle, así como corremos el riesgo de pasar en el lugar y el momento equivocado y ser pescado por una bala perdida.

Como dijo la sabia Chimoltrufia: “No nos hagamos tarugos” el riesgo está presente y si bien las balas no son tan fáciles esquivar, los “hormibichos” sí, una lavadita de manos y un cubreboquitas pueda que nos ayude al menos a no morir ahogados en nuestra propia irresponsabilidad. ¡De la delincuencia luego hablamos!

Por ahora me despido recordándoles: Guardar distancia no es abandonar…

Acuérdense que los viejitos necesitan cuidados y atención, pero sobre todo necesitan que su salud mental esté perrona para que afronten los putazos de los bichos; y la depresión no ayuda en eso y la depresión puede surgir por el abandono y el abandono sólo se da porque hay gente ojete. No seamos parte de esa estadística, me refiero a la de los ojetes, finalmente en la estadística de los contagios tarde o temprano vamos a estar.

Y ya con esta me despido dándole cuenta al Creador y no sin antes desearles que tengan un año lleno de mucho amor, sexo, alcohol, salud, fiestas, excesos, bienestar y sobre todo que el “hormigón” nos la pellizque. Los quiero mucho casi a todos.

(¿Ya vieron que fue maravilloso que no enviara mi desta la semana pasada? Así les cayeron buenos deseos a mitad del primer mes. ¡ah vedá!)