Si no lo comes, no lo desperdicies

Debemos ser conscientes de la importancia del problema de la pérdida y el desperdicio de alimentos y promover los esfuerzos mundiales para resolverlo. Es por eso que el 19 de diciembre de 2019, la 74º Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 29 de septiembre como el “Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos” (resolución A/RES/74/209).

La reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos también se establece en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y específicamente en la Meta 12.3, que exige reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita a nivel minorista y de consumo, así como reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro.

Las pérdidas y desperdicios de alimentos (PDA) son un problema grave en el contexto mundial, y no es un problema solo de los gobiernos, nos concierne a todos, ya que cada día aumenta el número de personas que padecen hambre, situación que se ha profundizado a consecuencia de la pandemia del COVID-19 y la guerra en Ucrania.

Según la FAO, a nivel mundial se pierden alrededor del 14% de los alimentos producidos, esto sucede desde la etapa posterior a la cosecha hasta la etapa minorista (pero sin incluirla). Para América Latina y el Caribe, esto equivale a la pérdida anual de unos 220 millones de toneladas de alimentos (12% del total de la producción), con un costo aproximado de 150 mil millones de dólares.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que en el mundo se desperdicia el 31% de los alimentos producidos; 17% se tira en los comercios y en los hogares, en tanto, el 14% restante se pierde por problemas climáticos y de fauna.

El Informe 2021 “Enviado a la Basura”, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y TESCO (empresa procesadora de alimentos), estima que 2,500 millones de toneladas de alimentos no se consumen en todo el mundo cada año, de las cuales 1,200 millones de toneladas corresponden a explotaciones agrícolas. Los datos indican que, de todos los alimentos cultivados, aproximadamente el 40% no se consume, lo que supera la cifra estimada anteriormente que era del 33 por ciento.

La producción de alimentos utiliza una gran cantidad de tierra, agua y energía, por lo que los alimentos desperdiciados tienen un impacto significativo en el cambio climático; las cifras sugieren que el desperdicio de alimentos representa aproximadamente el 10 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

Lilly Da Gama, Gerente del Programa de Pérdida y Desperdicio de Alimentos de WWF-Reino Unido, de las autoras principales del informe declaró: “Para lograr una reducción significativa, los gobiernos y los actores del mercado deben tomar medidas que apoyen a los agricultores de todo el mundo y comprometerse a reducir a la mitad el desperdicio de alimentos en todas las etapas de la cadena de suministro. Las políticas actuales no son lo suficientemente ambiciosas”.

En la Segunda Cumbre sobre Reducción de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos en América Latina y el Caribe, celebrada los días 17 y 18 de noviembre de 2021, el objetivo central fue encontrar soluciones concretas a este enorme desafío.

En materia de Política pública se enfatizó la importancia de desarrollar estrategias nacionales de reducción de PDA que definan prioridades, metas y arreglos institucionales claros, destacándose la experiencia Argentina en ese sentido; así como la importancia de generar un marco normativo que facilite y genere incentivos para la donación de alimentos.

El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) calculó además que en 2019 el 17 % de la producción alimentaria mundial fue desechada o desperdiciada por los hogares, los minoristas y el sector de servicios de alimentos. Esto equivale a aproximadamente 931 millones de toneladas de alimentos.

Si consideramos también los desperdicios, que corresponden a las etapas de comercialización y consumo, el porcentaje que perdemos y desperdiciamos se acerca al 30% de la producción total de alimentos para consumo humano. Los costos ambientales de este fenómeno son enormes. Cerca del 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero tiene su origen en las PDA.

México se encuentra entre los 10 principales países productores de alimentos a nivel global, con una producción superior a los 280 millones de toneladas, según datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP). Sin embargo, de acuerdo a cifras del Banco Mundial, más del 34% de la producción de alimentos del país equivalente a más de 23 millones de toneladas, se pierden o desperdician anualmente a lo largo de toda la cadena de suministro.

¿Por qué se pierden alimentos?

A lo largo de la cadena agroalimentaria las pérdidas y el desperdicio de alimentos suelen ocurrir por diferentes causas. La producción agropecuaria puede verse afectada por las condiciones climáticas como: sequías, inundaciones, heladas o a la incidencia de plagas y enfermedades.

Después de la cosecha, las pérdidas pueden ocurrir por las prácticas utilizadas para la recolección y la manipulación de las frutas o verduras durante el empaque, por la inadecuada refrigeración que puede favorecer la aparición de hongos y bacterias, así como durante la clasificación.

Las prácticas utilizadas en la recolección y la manipulación, así como problemas en la comercialización y el almacenamiento inadecuado. Una buena infraestructura y una logística comercial eficaz son fundamentales para evitar la pérdida de alimentos.

Durante el procesamiento de los alimentos, las pérdidas suelen estar asociadas a ineficiencias durante los procesos de transformación. Por ejemplo, la elaboración y el envasado son determinantes en la conservación de los alimentos, así como a instalaciones obsoletas, al mal funcionamiento técnico o a errores humanos.

¿Por qué se desperdician alimentos?

Las causas del desperdicio de alimentos durante la distribución, en los comercios mayoristas y minoristas como los supermercados, almacenes, ferias o mercados tradicionales, pueden ocurrir algunas contingencias como el corte de la cadena de frío. La falta de coordinación entre los productores agropecuarios y la demanda de los consumidores puede generar sobreproducción.

El desperdicio por parte del consumidor se debe generalmente a una mala planificación de las compras y las comidas, un exceso de compra (influido por porciones y tamaños de envases demasiado grandes), confusión sobre las etiquetas (fechas de consumo preferente y de caducidad) por lo que no se logran consumir antes de su fecha de vencimiento y, un almacenamiento inadecuado en el hogar.

Avances para detener la pérdida y desperdicio de alimentos en México

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se está asociando con gobiernos, organizaciones internacionales, el sector privado y la sociedad civil para crear conciencia sobre los problemas, implementando acciones para abordar la raíz del problema. La FAO también trabaja con los gobiernos para desarrollar políticas para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos.

En 1995 se creó la Asociación (civil) de Bancos de Alimentos de México para recolectar alimentos en el campo, centrales de abastos, mercados, la industria alimentaria, supermercados y restaurantes, alimentos que canaliza entre la población más vulnerable con carencia alimentaria (organizaciones que brindan prestación alimentaria, merenderos, centros de apoyo escolar o parroquias, entre otros). Cabe destacar que en esta asociación sin fines de lucro ni de proselitismo partidista, político electoral ni religioso, participan más de 10 mil personas, de las cuales, el 90% son voluntarios.

En 1996 el gobierno federal constituyó el Fondo Nacional de Desastres Naturales (FONDEN). El FONDEN originalmente fue creado como un programa dentro del Ramo 23 del Presupuesto de Egresos de la Federación de 1996, y se hizo operacional en 1999 cuando se emitieron sus primeras Reglas de Operación. En el año 2019 sufrió un gran recorte presupuestal y en 2020 el Ejecutivo Federal ordenó la extinción de los fideicomisos públicos, entre ellos el FONDEN, por lo tanto, retrocedimos.

El componente “Seguro Agropecuario, Acuícola y Pesquero Catastrófico (SAC)”, como instrumento del riesgo catastrófico rural, consiste en la contratación de seguros orientados a la protección de los productores en caso de desastres orientado a productores de las zonas más pobres del país, que se ven afectados en sus activos productivos por fenómenos naturales como las heladas, sequía, incendios, entre otros.

En el 2003 se crea el Fondo para Atender a la Población Rural Afectada por Contingencias Climatológicas (FAPRACC), el cual tenía como principal objetivo apoyar a los productores de bajos ingresos de las áreas de temporal afectadas por fenómenos climatológicos y que no contaran con un seguro contra dichos daños.

En el año 2008 hay una restructuración en la base de Programas de la SAGARPA y el FAPRACC sufre algunas modificaciones en su forma de operar, adquiriendo el nombre de Programa de Atención a Contingencias Climatológicas (PACC), buscando una mayor agilidad y eficiencia en su Operación y en la cobertura de la Población atendida.

Desde inicios del año 2017, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) colabora con la FAO en una iniciativa de diseñar líneas estratégicas de prevención y generar una medición de pérdidas de alimentos en 12 cadenas alimentarias.

La iniciativa involucra a las principales áreas responsables de la secretaría, incluyendo el fomento de la producción, almacenamiento, manejo postcosecha, logística, mercados, sanidad e inocuidad, y atención a los pequeños productores.

La diputada del PRI, Marcela Guerra Castillo, impulsó una iniciativa para reformar las leyes Federal de Protección al Consumidor y de Desarrollo Rural Sustentable, con el propósito de reducir el desperdicio de alimentos y promover la reutilización de los mismos, cuando las condiciones de higiene y salubridad lo permitan.

¿Cómo evitar desperdiciar alimentos en las festividades?

En todo el mundo hay festividades que van acompañadas de platillos especiales, aquí en México tenemos en la semana Santa la comida de cuaresma (bacalao, pipián, tortitas de camarón, romeritos, etc.); en las fiestas patrias: pozole, tamales, chiles en nogada, enchiladas, mole; en Navidad: el pavo, ensalada de manzana, tamales, pozole, entre otras. Sin embargo, muchas veces se prepara comida en exceso y se desperdicia una gran parte de ellas.

Por no hablar de la contaminación y los gases de efecto invernadero que se generan en balde, a lo largo de toda la cadena de suministro de alimentos, cuando estos acaban en los vertederos. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) calcula que entre el 8% y el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero están asociadas a alimentos que nunca se consumieron.

Todos podemos contribuir a la solución

El reto no debe ser cómo cultivar más alimentos, sino como reducir la pérdida y el desperdicio de manera sostenible. Se trata de aumentar al máximo el uso de los alimentos producidos para alimentar y nutrir a más personas (FAO, 2019).

¡La comida nunca es desperdicio! Podemos reutilizar al convertir los alimentos que se pierden y desperdician en compost (abono de calidad elaborado a partir de residuos orgánicos). Debemos planificar nuestra lista de compras y verificar la “fecha de consumo preferente” que se refiere a la calidad del alimento y que todavía puede ser seguro comerlo después de esta fecha y no confundirla con la “fecha de caducidad” que indica cuándo ya no es seguro consumir ese alimento. Utilizar primero los alimentos cuya fecha de caducidad esté más próxima.

Almacenar adecuadamente las compras, guardando los alimentos secos en recipientes cerrados y almacenarlos en la alacena; la carne y pescado guardarlos en el congelador en caso de no utilizarlos inmediatamente.

Si preparamos demasiada comida, poner la que ha sobrado en el refrigerador si se va a utilizar de cena o el desayuno del día siguiente, congelar para otra ocasión o reutilizarla.

En caso de tener latas de alimentos procesados que no los vamos a alcanzar a consumir, donarlos a alguna institución de beneficencia o compartirla con alguien que lo necesite, cuando todavía resulte seguro para comer.

Tener alimentos en nuestra mesa es un privilegio, más ahora que día tras día se incrementa el precio de los alimentos y que a la población en extrema pobreza les cuesta más. Quien desperdicia alimentos es porque nunca ha padecido hambre, si no lo comes no lo desperdicies, ¡compártelo!

2 comentarios en “Si no lo comes, no lo desperdicies”

  1. Excelente reportaje sobre las cadenas productivas de alimentos desde su producción hasta la mesa y el irresponsable desperdicio que prácticamente todos realizamos con las desastrosas consecuencias, aterrizando en nuestro Estado y areas metropolitanas lo que es el instrumento que más directamente puede ayudar que son los Bancos de Alimentos, no reciben el apoyo que requieren de parte de Autoridades, Sociedad Civil , Productores, Proveedores y Distribuidores de alimentos para hacerlos llegar a quienes más los necesiten

  2. Muy buen reportaje, para tomar conciencia. En algunas partes de la república hay los «Bancos de Alimentos», es una asociación civil que tiene implementado una logística para evitar que los alimentos se desperdicien y lleguen a las familias más necesitadas.
    Pero igual tomar conciencia en las familias, no desperdiciar los alimentos, no comprar de más.
    Y una buena logística pensada en la distribución de alimentos para que lleguen a tiempo, frescos y a un buen precio.

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