La marcha de la venganza y la oposición de papel

Ciertamente la “Madre de todas las marchas” no fue su marcha más numerosa ni tampoco refleja los más de 30 millones de votantes que lo respaldaron en 2018. Sin embargo, Andrés Manuel López Obrador demostró una vez más por qué (y para qué) es Presidente de México.

Más allá de que haya sido (o no) un ejercicio de vanidad o “rendición de cuentas” del cuarto año de gobierno, ningún Presidente había logrado aglutinar a tanta gente a su favor; por el contrario, las marchas en sexenios anteriores (las más numerosas) atendían más a protestas en contra de las acciones del gobierno en turno.

Por supuesto, no se puede negar que se inyectaron recursos (¿públicos o privados?) para movilizar a tanta gente proveniente de diversas partes del país y así se demostró con los diferentes contingentes que arribaron en autobús a Paseo de Reforma desde temprana hora, aunque el más numeroso fue el de Veracruz.

Nuestra entidad no quedó fuera de esta marcha, pese a las muestras de rechazo al apellido Monreal. El gobernador David Monreal viajó austeramente en avión desde el sábado pasado para hospedarse en Hotel Boutique Casa Prim (propiedad de la familia Monreal), lugar donde se habría reunido previamente con la delegada de Programas para el Desarrollo, Verónica Díaz Robles, con quien encabezó este domingo uno de los contingentes de Zacatecas.

Acompañaron al par algunos de los perfiles más cuestionables de Zacatecas, como Uswaldo Pinedo Barrios, secretario de Salud; Maribel Villalpando, secretaria de Educación; Humberto de la Torre Delgado, director del SEDIF; Lyndiana Bugarín, subsecretaria de Ganadería en la SECAMPO; Ángel Muñoz, subsecretario de Responsabilidades de la SFP; y Diana Castillo, directora de la Escuela Estatal de Conservación y Restauración “Refugio Reyes”.

Tampoco se podían quedar atrás los diputados locales Analí Infante, Lorena Oliva y Nieves Medellín (suponemos que gritaron “bien recio” por los recursos que tanta falta hacen a Zacatecas, por la autopista inconclusa Zacatecas-Aguascalientes, por la Presa Milpillas, por la inseguridad…); sin olvidar a la síndico capitalina Ruth Calderón o a la secretaria de Desarrollo Social en la Capital, Cecilia Monjaraz.

También acudieron los del “movimiento honesto” y algunos históricos del Movimiento en Zacatecas, acompañados por algunos ciudadanos que aprovecharon el viaje, aunque tuvieron menor eco en medios de comunicación (pese a su conferencia de prensa hace unos días).

“Sorpresivamente”, no se vio a la senadora Soledad Luévano, quien optó por acudir a la Romería de la Preladita. Tampoco se vio al diputado local Ernesto González Romo, quien la semana pasada en tribuna no se cansaba de gritar que “es un honor estar con Obrador”. Ambos, conocidos operadores del proyecto del senador Ricardo Monreal, quien ya había anunciado su ausencia debido a la reunión interparlamentaria en España.

Sería “impreciso” afirmar que fue una marcha de acarreados, pues no se puede negar que hubo quien llegó por su propio pie y con convicción; sin embargo, contingentes como el de Zacatecas, atascado de Servidores de la Nación, restaron legitimidad a la marcha.

La expectativa del evento era alta, sobre todo considerando la “sucesión anticipada” de la Presidencia de la República y los recientes desencuentros con el senador Ricardo Monreal. Pero no hubo indirectas en el mensaje de Andrés Manuel López Obrador, mucho menos alusiones a las llamadas “corcholatas” (no podían faltar al evento Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López).

De hecho, fue un mensaje más bien soso, lleno de lugares comunes (en el populismo) y aburrido de tantos temas repetidos una y otra vez en sus conferencias “mañaneras”. La marcha, en definitiva, respondía más a la manifestación del pasado 13 de noviembre “en defensa del INE” y culminó con el manifiesto “maderista” de oponerse a una reelección.

Tampoco es que haya mucho qué celebrar en este cuarto año de gobierno, pese a los 110 “logros” enumerados por el Presidente, con particular énfasis en el próximo incremento en la producción de hidrocarburos con la refinería Deer Park o la de Dos Bocas, pasando por la futura conclusión del Tren Maya y del corredor transístmico, la relativa estabilidad del peso, el crecimiento de la economía, el no endeudamiento, el próximo incremento al salario mínimo o a los Programas del Bienestar, o una baja en los índices delictivos (en Zacatecas tenemos “otros datos”).

Pero parte importante de la Cuarta Transformación ha tenido que ver más bien con reformas constitucionales, que en este cuarto año de gobierno tampoco han prosperado y que muestran un gobierno que poco a poco se debilita.

Habrá que recordar el rechazo de la oposición a la reforma eléctrica o la relativa a la Guardia Nacional, que obligó a impulsar un “plan B” con reformas a leyes secundarias. Lograrlo en los términos que esperaba el Presidente hubiera requerido la intermediación del senador Ricardo Monreal (y de otros operadores políticos) como ocurrió en los primeros tres años, pero esa relación pende de un hilo desde el pasado proceso electoral.

Así que en la reforma electoral, el resultado es previsible. De hecho, Andrés Manuel López Obrador ya ha anunciado que el “plan B”, nuevamente, serán reformas a leyes secundarias. Tal vez por esa razón el tema no mereció una mención en su discurso de este domingo.

No es que en la marcha se extrañara la presencia del senador fresnillense, quien tampoco dio muestras de querer asistir como sus homólogos. Por el contrario, “muy quitado de la pena”, ya había declarado que no asistiría debido a la reunión interparlamentaria México-España celebrada en Madrid y que solo se perdería de “una torta y un frutsi”, en clara alusión a la práctica del acarreo.

Pero desde España hubo más muestras de ese juego “tan divertido” que es la política, especialmente con las declaraciones del diputado federal perredista Luis Cházaro, quien abrió las puertas del Sol Azteca al senador Ricardo Monreal como presidenciable.

Y más divertido aún cuando se anunció una gira conjunta entre el senador fresnillense y el diputado federal panista Santiago Creel (otro presidenciable, en palabras de Luis Cházaro) para promover “mesas de reconciliación” en los 32 estados del país. ¿A qué le suena esa “reconciliación”?

Lo más divertido de todo fue ver a la “oposición” echar espumarajos de tanto odio y desprecio por la “madre de todas las marchas” y despotricar (hasta con argumentos irracionales) en contra de la Cuarta Transformación. Pregunta: ¿la “oposición” tiene alguna figura que aglutine a tanta gente bajo un mismo movimiento como Andrés Manuel López Obrador?, ¿o siguen divididos en “mini-partidos” para seguir viviendo de prerrogativas?

Y por último: ¿en qué momento los diputados Ernesto González Romo y Enrique Laviada, con guerra declarada a muerte, empezarán a aplaudir desde el mismo bando, como si nunca se hubieran hablado de “botargas aplaudidoras”?