Luna Nueva: El desencanto de los novios

Hace unas semanas conocí a una joven pareja que visitaba Zacatecas porque pronto se casarían y les gustaría que la ceremonia se llevara a cabo en esta ciudad. Estaban encantados por su arquitectura, las luces encendidas al atardecer en la avenida Hidalgo y por la hermosura de los templos católicos que habían visitado.

Ambos, evidentemente emocionados, me hicieron saber que estaban emocionados con la idea de casarse aquí. Estaban especialmente sorprendidos por la calidez y amabilidad de la gente, algo que me dijeron no se esperaban, por tanta “propaganda” mediática de la inseguridad que priva en el estado.

Para quien no vive en Zacatecas las redes sociales y los noticieros en general son su principal fuente de información y, tristemente, hay sitios en las redes sociales que exageran todo y el tema de la inseguridad no es la excepción y quien ve las publicaciones fuera del terruño más de una vez no dispone de un panorama completo para darse cuenta de la real situación e imaginan una escena casi casi de guerra, en la que los que vivimos aquí caminamos entre escombros y muertos.

Aunque es verdad que en territorio zacatecano se libra una guerra intestina entre varios cárteles, no de ahora, sino desde hace al menos una década, la verdad es que no vivimos en “un estado de sitio” ni en un permanente o constante “toque de queda”, tampoco hay cadáveres “regados” por las calles de la ciudad que tengamos que ir “saltando” para no tropezar; lamentablemente la inseguridad y los cientos de muertos que arrastra no se pueden ocultar y sería muy irresponsable negarlo, porque salta a la vista, es inocultable, pero en medio de todo quienes vivimos en el Estado, salvo sus muy vergonzosas, indignantes e inaceptables excepciones, hacemos vida normal.

Con esto me refiero que la mayoría de quienes vivimos en Zacatecas salimos temprano de nuestras casas a nuestros trabajos, llevamos a nuestros hijos a la escuela, vamos a mercado, visitamos amigos, salimos de compras o salimos de vez en cuando a cenar a un restaurant bonito o a la fondita donde podemos saborear algún platillo típico y nos reunimos para celebrar nuestros cumpleaños ahora que se han levantado las restricciones impuestas por la emergencia sanitaria por la pandemia de COVID-19. Creo que esto es lo que deberíamos proyectar, difundir y hacer circular en las redes sociales, porque Zacatecas es más que una triste y lamentable estadística de muerte.

La noche de este martes, recibí una serie de mensajes de WhatsApp del novio de esta historia, en la que me mostraba su preocupación por la inseguridad que –según su percepción por lo que había visto en redes, en noticieros y periódicos– en Zacatecas no podíamos salir de nuestras casas por las intensas balaceras.

“No quiero imaginarme que en medio la callejoneada todos debamos correr para ponernos a salvo de las balas”, ¡esa es la idea que tienen de nuestro estado, de nuestra ciudad!

El entusiasmo inicial que vi cuando los conocí recorriendo la ciudad, maravillados por su majestuosidad y la calidez de su gente, evidentemente se ha esfumado y ahora dudan seriamente en venir y traer a esos 200 invitados de Ciudad de México, Tlaxcala y Puebla, principalmente, “no queremos poner en peligro a nadie”, fueron sus palabras contundentes.

Yo que amo mi ciudad les di más de un argumento para que reconsideraran la idea inicial. Les expliqué que aunque es verdad que hay enfrentamientos en realidad nunca he sabido que alguna boda haya sido boicoteada, que haya habido una callejoneada arruinada y que he visto bodas hermosas en fincas, haciendas y lujosos hoteles que hay en la región.

A pesar de mis argumentos, de los que estoy sumamente segura, no puedo negar que la inseguridad es real, que el temor es generalizado y que no hay corporación ni política pública eficiente que garantice que nunca habrá un enfrentamiento en la capital como el de la semana pasada (15 de noviembre) en Jerez, que es el que vio la joven pareja y por el que ahora es posible que cambien su destino de boda.