Qatar, en deuda con los DDHH

Después de 4 años y medio, la pasión mundialista vuelve a los países y por supuesto a las redes sociales. Por fin, en vísperas de las fiestas decembrinas, los millones de aficionados al futbol pueden disfrutar del juego de sus equipos favoritos. Sin embargo, este Mundial en particular se realiza en otoño en lugar del verano debido a que en verano las temperaturas en Qatar son extremadamente calientes.

Además de este “detalle”, también se han señalado las condiciones laborales de los trabajadores, las acusaciones de corrupción, la persecución de la comunidad LGBTI+, la discriminación de las mujeres y la falta derechos como la libertad de expresión, la libertad religiosa y de asociación, entre muchas otras.

Todo comienza en 2010, cuando este país del Golfo ganó la votación para ser la sede del Mundial, las sospechas de corrupción se hicieron presentes, y conforme se acercaba el 2022, estas sospechas fueron comprobándose. Montones de investigaciones periodísticas, testimonios, informes y documentales, sacaron a la luz las tramas de corrupción y cómo el dinero se impuso; lamentablemente todo el mundo acompañó esta decisión. El medio británico The Sunday Time, en 2014, reveló que Mohammed Bin Hammam, ex presidente de la Confederación de Fútbol de Asia de origen qatarí, pagó unos 5 millones de dólares a 30 presidentes de asociaciones de fútbol de África para que influyeran en la votación. El soborno quedó expuesto gracias a la existencia de miles de correos electrónicos y facturas.

Después, en mayo de 2015, siete altos dirigentes de la FIFA –dos vicepresidentes entre ellos– fueron detenidos en Zúrich, Suiza, justo cuando se preparaban para participar en el congreso anual de la federación. Esta investigación fue liderada por la fiscalía de Nueva York y el FBI, y acusó a la FIFA de proceder como una organización criminal internacional.

Por si fuera poco, Amnistía Internacional, entre otros organismos, mostraron informes reveladores, cientos de trabajadores que murieron construyendo la infraestructura deportiva, la cual era inexistente, por las altas temperaturas y los trabajos en condiciones de esclavos. Una investigación de The Guardian asegura que fueron más de 6 mil 500 los muertos.

Sin embargo, guardo la esperanza de que estas muertes y todos los abusos cometidos contra los Derechos Humanos permitan conocer, denunciar y abrir el apetito de las libertades en países donde están restringidas. El mundo ya las conocía, pero ahora se conocen de manera masiva. Que el Mundial sirva para que al menos algunos de los lugares donde se resista el respeto por los DDHH pronto sean salvaguardados como se merece el mundo entero.