Luna Nueva: La dulce y silenciosa ladrona de vida

De los 128.9 millones de habitantes de México que reporta el INEGI al cuarto trimestre de 2022, 12.4 millones de personas viven con diabetes, según la página oficial del Gobierno de México, y va en aumento la cantidad de pacientes con esta enfermedad incurable, crónica, silenciosa a veces y si no se atiende, mortal sin importar de qué tipo sea (mellitus 1 o 2 o gestacional).

Tengo cinco años viviendo con esa terrible enfermedad. Me la detectaron por mera casualidad, porque jamás sentí ni he sentido ningún síntoma de los que dicen que tienen los diabéticos –boca seca, fatiga, visión borrosa, pérdida de peso sin razón aparente o ganas incontrolables de orinar, entre otras–, fue en una época gris de mi vida; estaba sin empleo y sin seguridad social, por mi labor permanecía sentada hasta ocho o 10 horas continuas, aunque podía prolongarse hasta 12 horas o más, es decir, tenía una vida totalmente sedentaria por un trabajo altamente demandante, por lo que dormía poco y comía cuando podía y lo que podía.

Al quedarme sin empleo mi hijo mayor, Carlos, me “aseguró” porque por mi sedentarismo padecí del riñón y no quería que estuviera sin atención médica oportuna; cuando tramité mi cartilla en el IMSS en automático me enviaron a medicina preventiva y ahí descubrieron que traía casi 400 miligramos de glucosa por decilitros de sangre y ahí empezó mi historia como “una dulce mujer”.

Así como yo hay miles, tal vez millones de personas que van por el mundo llevando a cuestas esta terrible enfermedad sin sospecharlo y otros que, aunque tengan algunos síntomas lo atribuyen a otras cosas como al calor, a que trabajaron arduamente días previos, a que desde chicos no ven bien, al estrés, etc.

No se debe echar en saco roto toda la información que el sector salud difunde a nivel nacional o local para la prevención y, en su caso, cuidados y tratamiento integral de la diabetes, ya que se ha convertido en un grave problema de salud pública, no sólo en México o específicamente en Zacatecas, donde según un estudio del Gobierno del Estado, hay registrados en los servicios de salud 17 mil 236 pacientes hasta 2021.

Todas las enfermedades deben ser atendidas, sin embargo, la diabetes es de especial cuidado porque, desde mi punto de vista los malestares que causan las altas o bajas lecturas de glucosa en la sangre sólo son un aviso de que un mal mucho peor está rondando nuestro cuerpo; si no se atiende y se le da seguimiento el daño que provocan en el organismo esas “subidas y bajadas” de azúcar, son irreversibles y pueden derivar en un infarto, ceguera, amputación de las extremidades inferiores, pérdida de la dentadura, falla renal o la muerte prematura por complicaciones de estas enfermedades colaterales.

El daño no sólo es para un individuo en sí, sino para todo el sistema de salud pública por el gasto que implica para la adquisición y distribución de medicamentos, contratación de médicos especialistas, materiales de curación, días de hospital, cirugías, etc.

Es por ello que instituciones como el IMSS hacen un gran esfuerzo para que sus derechohabientes tengan la información que deben tener para prevenir la diabetes o para su control con miras a evitar gente con diálisis, infartada, amputada, con pésima calidad de vida o muerta prematuramente.

Desafortunadamente los esfuerzos institucionales son como llamadas a misa, los atiende el que quiere u, obligados por los médicos familiares, los pacientes acuden a las pláticas que dan sobre la enfermedad, pero como se dice vulgarmente, por una oreja les entra y por otra les sale; lo he visto muy de cerca y aunque es verdad que resulta enfadoso dedicar prácticamente toda una mañana a la escuelita para diabéticos, le digo yo, son muchos los beneficios que se adquieren si se pusieran en práctica todo lo que nos enseñan ahí, en el Centro de Atención a la Diabetes del IMSS (CADIMSS).

Ahí entendí que nunca mejor aplicada esa frase de Hipócrates que dice: “Que tu medicina sea tu alimento y el alimento tu medicina”, pues no sólo la diabetes se puede evitar con lo que comemos, sino todas las enfermedades o la mayoría, además comprendí que mover nuestra hermosa humanidad también nos aleja de los consultorios médicos y que cuando ya padecemos una enfermedad, hay que sumar a la buena alimentación y al ejercicio la disciplina para tomar nuestros medicamentos.

Las complicaciones por la diabetes me arrebataron a un gran amigo, Martín, quien los dos últimos años de su vida luchó por mantenerse íntegro sin perder el buen humor que siempre le caracterizó y su espíritu de servicio al prójimo… primero le fue extirpado el dedo pulgar del pie izquierdo, luego la pierna desde la rodilla hasta que en “un bajón” de azúcar, perdió la vida.

Sirvan estas líneas y la experiencia de mi gran amigo para que todos nos cuidemos, tengamos o no la enfermedad, no esperemos a padecerla, pues según el Atlas 2021 de la Federación Internacional de Diabetes, México está en séptimo lugar de los países con más diabéticos en el mundo y proyecta que para 2045 haya 21.2 millones con esa enfermedad, desafiemos el pronóstico.