No es el crimen, es la xenofobia

Nadie deja su hogar por mero gusto. Eso lo sabe muy bien la otra mitad de zacatecanos y zacatecanas que radican en Estados Unidos y que hoy ven con horror las redadas antimigrantes en el estado de California.

Hasta el momento, se sabe que el pasado fin de semana hubo más de 100 arrestos en la ciudad de Los Ángeles, de los cuales 42 corresponden a mexicanos (37 hombres y 5 mujeres) y el FBI ya busca como objetivo prioritario a un manifestante identificado con una playera de los Nopaleros de Zacatecas, por el que ofrece una recompensa de hasta 50 mil dólares, por participar en los disturbios.

La tensión se ha agudizado particularmente en la ciudad de Los Ángeles, considerada ciudad santuario para personas migrantes, luego de la intervención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) para realizar estas detenciones en operativos que nunca fueron coordinados con el gobierno de California. El argumento: remover de las calles a personas consideradas como «una amenaza importante«.

Sin embargo, la lista dada a conocer sobre las personas detenidas (y sus motivos) dejan ver que la supuesta amenaza es más un pretexto para justificar una política xenófoba emprendida por el presidente Donald Trump desde su primer mandato, pero con visos deshumanizantes ya en su segundo mandato.

Hoy los operativos del ICE se ven apoyados con el envío de 2 mil soldados de la Guardia Nacional y unos 700 Marines para disolver las manifestaciones en California, pese a la protesta de autoridades locales como el gobernador demócrata Gavin Newsom.

Ante estos hechos, la presidenta Claudia Sheinbaum pidió a connacionales en Los Ángeles a actuar «de manera pacífica» y «no caer en provocaciones». Por encima de todo, expresó su desacuerdo «con estas acciones que violentan los derechos humanos de las personas migrantes, que los criminalizan; como si fueran criminales. Son trabajadores y trabajadoras honestas que ayudan a la economía de Estados Unidos«.

En tanto, el gobernador David Monreal se sumó al llamado de la Presidenta y calificó las redadas como «actos lamentables y contradictorios en un país, cuya grandeza económica, social y cultural se construyó gracias a la contribución de generaciones de migrantes«, además de exigir que prevalezca el respeto a los derechos humanos.

¿Por qué insistir en la obviedad del respeto a los derechos humanos? Porque a la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos ha sido la violación más característica de su gobierno, particularmente en su segundo mandato.

Recordemos aquellas deportaciones masivas como medida coercitiva para doblegar a gobiernos de otros países (especialmente de Latinoamérica) en una guerra comercial caracterizada por la imposición de aranceles a las importaciones. Una primera muestra de la deshumanización de la actual administración norteamericana.

A la par, el gobierno de Estados Unidos anunció su salida del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en medio de estas deportaciones como moneda de cambio en una guerra comercial, una medida que la organización Amnistía Internacional calificó como «el desprecio de Trump por los derechos humanos y la cooperación internacional, debilitando incluso los intereses del país«.

Más recientemente, vino la amenaza de gravar las remesas que los migrantes envían a sus familiares. Luego comenzó el escándalo por la revocación de visas a políticos mexicanos (y entre los nombres supuestamente se habría incluído a varios integrantes de la familia Monreal Ávila).

Después llegaría la negativa de la Corte de Estados Unidos a que empresas fabricantes de armas sean investigadas por su presunta participación en facilitar armamento a grupos delictivos en México, en una medida contradictoria con el supuesto discurso de reducir la criminalidad.

En el fondo, es el Capitalismo el que ha obligado a una migración forzada particularmente en Latinoamérica: por la violencia, por la pobreza, por la contaminación o por el cambio climático. Una migración donde los derechos humanos encuentran la mayor vulnerabilidad.

Y si el motor de Donald Trump es el Capitalismo salvaje (él mismo es un depredador), estas redadas en Los Ángeles son sólo el inicio de una crisis migratoria que podría agravar las violaciones a los derechos humanos. Y México necesita hacer algo más que condenar los hechos para proteger a nuestros connacionales.

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