Cuando la política tiene rostro de vato, últimamente se pone muy aburrida, pero dirían algunos: “es lo que hay”. Sus fanseses llevan rato atacándose con todo, como asambleas del Sol Azteca en los tiempos de “La Señora”, mientras los aludidos nomás se ríen desde las gradas por el espectáculo de las militancias. Total, ahí que se destrocen. Al final las decisiones se toman fuera de la arena.
Serenos, morenos
Unos le apuestan a que “la tercera es la vencida”, como si la oleada lópezobradorista se replicara en elecciones intermedias, pero es que comparar a un David Monreal con un Andrés Manuel sí es andar ya muy zafado de tornillos. Pesa el apellido, eso que ni qué, y a veces el mito permea más que el parco trabajo en todos sus años de vida pública, pero creó fama y se echó a dormir, solo que en la fábula de la tortuga y la liebre hay un antagonista que anda del tingo al tango, más al estilo de Tigger en Winnie Pooh, y es que Ulises Mejía también aspira porque respira, aunque de su lado le están comiendo el mandado figuras de peso pesado como el Oso Medina o José Narro. Finalmente Alfonso Ramírez Cuéllar, mandamás de MORENA en el país, parece que extenderá su periodo por el COVID-19 y eso vino “como anillo al dedo” a las huestes del D-21, quienes ya pusieron en marcha toda la artillería de las casas encuestadoras para que David salga ungido en el proceso 2020-2021. Al tiempo.
Banderita tricolor
En el PRI no se quedan atrás, y aunque Fito Bonilla aguantó vara en el proceso pasado, cuando Alejandro Tello fue electo como candidato del tricolor, hoy tendría mano para buscar la candidatura y medirse contra las fuerzas de la 4T, solo que hay otras manos levantadas que también aspiran porque respiran. Ahí tenemos a un Roberto Luévano muy activo recorriendo Zairo un día sí y otro también, muy barrio y carismático como se le ha conocido de toda la vida. Pero ambos arrastran aún el estigma de la derrota en la elección del 2018. En general la militancia priísta aún no parece recuperada del agravio, sin contar que Alito Moreno no parece llenar los pantalones de Ivonne Ortega para conformar una nueva identidad del PRI acorde a los tiempos que se avecinan. Ya lo decía Beatriz Paredes: “todos llevamos un pequeño priísta dentro”, pero en Zairo aún no les cae el veinte.
El otro factor
Hay yerros que son área de oportunidad y en la política (más cuando se avecinan procesos electorales), son mina de oro. Lo ocurrido en el CONAPRED, la renuncia de funcionarias de alto pedo en la 4T y el estancamiento en reformas a la ley electoral podrían ser trampolín para otras figuras como Claudia Anaya, quien ha tenido los pelos de la burra en la mano para cuestionar a la 4T y a sus voceros (que parecen miles, entre oficiales, no oficiales y andanadas de bots). Con la mano en la cintura podría dejar sin lengua a una muy habladora Soledad Luévano (y a su community manager de calcetines blancos), encabezando las causas de la izquierda y de grupos minoritarios que se identifican con su figura. A menos que una Geovanna Bañuelos también entre a escena y le coma el mandado. ¡Qué cosas!