Mientras el gobernador David Monreal prefiere dar banderazos de arranque de obras, comer birria y colgarse del programa de vacunación de la Federación para decir que la nueva gobernanza “está haciendo algo”, en Zacatecas ya van 76 homicidios en lo que va del año y suman ya siete policías asesinados.
Quien dice gobernar Zacatecas hasta hace poco seguía insistiendo en que la inseguridad se trata de “herencias malditas” de gobiernos pasados que no hicieron su trabajo. Lo dice quien lleva cuatro meses en el cargo y no ha dado muestras de trabajar.
Aunque las cifras alarmantes de contagios por COVID-19 han acaparado la atención recientemente, será difícil que en el corto plazo la población olvide la camioneta Mazda dejada en Plaza de Armas el pasado 6 de enero, con 10 cuerpos sin vida en su interior, como una muestra de la gravedad que ha alcanzado la violencia en Zacatecas. Y apenas inicia este 2022.
Sin embargo, David Monreal tampoco ha dado muestras de coordinación con los municipios, esos que seguramente se atienen a la solicitud del mandatario el pasado Día de Reyes: “encomendarse a Dios”. Porque ya lo ha dicho el propio alcalde de Fresnillo, Saúl Monreal, los municipios están solos frente a la violencia.
Tampoco es de extrañar, considerando que el gobernador también es un hombre solo, sin gabinete que le respalde. Si no, recuérdese a la secretaria general de Gobierno, Gabriela Pinedo Morales, quien desde su nombramiento en septiembre pasado únicamente hizo aparición pública cuando la nueva gobernanza tenía entre sus manos la bomba de los trabajadores del volante inconformes con los permisos experimentales y el uso de ciertas concesiones.
Al igual que los dos secretarios de Seguridad (en apenas cuatro meses), Arturo López Bazán y Adolfo Marín Marín, ninguno ha dado la cara para rendir cuentas y la última aparición en redes sociales del fiscal Francisco Murillo Ruiseco sugiere que la Fiscalía del Estado va por el mismo camino.
La visita presidencial en noviembre pasado para anunciar el Plan de Apoyo Zacatecas II todo indica que se trató de una llamarada de petate para generar percepción en el corto plazo. Pero en esas cifras alegres, ya se vio que el gobernador trae sus cuentas, la Fiscalía otras y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, otras muy diferentes.
Y si hablamos de recursos, habrá que recordar la desaparición del Programa de Fortalecimiento de Seguridad Pública (FORTASEG), que año con año permitía a los principales municipios disponer de una bolsa de casi 45 millones de pesos para mejorar sus corporaciones.
Por si fuera poco, los municipios que tendrán el “beneficio” de contar con una base de la Guardia Nacional también deben aportar el terreno para su construcción y mocharse con cerca de medio millón de pesos para las obras. ¿Y qué aporta el estado?
De por sí son el recurso es insuficiente y todavía la nueva gobernanza lo desperdicia en asignaciones directas amañadas, como a la empresa Seguritech Privada S.A. de C.V., a la que adjudicaron tres contratos por más de 5 millones de pesos, pese a acumular numerosas irregularidades en otras entidades, también en materia de seguridad.
No es gratuito que David Monreal siga apareciendo mes tras mes en el último lugar de las encuestas de evaluación al desempeño de los gobernadores, especialmente en materia de seguridad. Y todo indica que en relación con la pandemia, Zacatecas también va por el mismo camino.
¿A poco hay secretario de Economía?
A pesar del repunte exponencial en casos positivos de COVID-19 y la incertidumbre del sector empresarial, el secretario de Economía, Rodrigo Castañeda Miranda, prefiere reunirse con el sector de la construcción para decirles que sí habrá obra pública este año.
Para nada es importante la creación de un plan emergente para atender las diferentes actividades económicas del estado y aminorar un posible impacto a sus finanzas derivado de la cuarta ola de la pandemia.
Para el secretario de Economía, lo importante en este momento es tener afianzado un gremio del que podrán disponer de “aportaciones” para la nueva gobernanza mientras les doran la píldora con obras menores, pues las de gran inversión están reservadas para un pequeño grupo de constructoras.
Alguien debería decirle que está por concluir la presidencia de Pascual González Ramírez en la delegación de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) y que durante su gestión poco o nada hizo para apoyar al gremio (solo a sus cuates porque “amor con amor se paga”, dicen), especialmente considerando que la construcción fue uno de los sectores más golpeados por la pandemia y que más ha tardado en recuperarse.
Tan mala gestión tuvo, que la mayoría de los agremiados están firmes en rechazar la reelección del presidente de la Cámara, a quien acusan de traidor y de velar por sus propios intereses.
Si no, recuérdese el caso de Constructora Zuar SA de CV y Constructora Aler SA de CV, relacionadas en un escándalo de corrupción en la SEDUVOT en tiempos de Ismael Solís Mares y que son prestanombres de Pascual González Ramírez.
Todo indica que la corrupción es el perfume favorito de la nueva gobernanza.