A estas alturas de la nueva gobernanza, es evidente que las posiciones en el gabinete han sido acaparadas por dos mujeres: la delegada de Programas para el Desarrollo, Verónica del Carmen Díaz Robles, y la comisionada del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, Norma Julieta del Río Venegas.
Sin embargo, la primera parece haber ganado este primer round. Dentro y fuera del gabinete se rumora que ninguna decisión se toma si antes no cuenta con su aprobación, incluyendo movimientos bancarios.
Por eso recientemente se especuló que la comisionada del INAI regresaría prematuramente a Zacatecas para ocupar el cargo de titular de la Secretaría de Finanzas y desplazar a quien hoy encabeza la dependencia, su alfil Ricardo Olivares Sánchez.
El objetivo, se dijo, era preparar el terreno para catapultarse a la candidatura al Senado en el 2024 y, con suerte, la gubernatura en el 2027. Pero “algo” ocurrió que las piezas no se movieron de su lugar, por el contrario, la especulación solo abonó a tensar más las cosas.
Hoy, quienes eran incondicionales de Norma Julieta del Río comienzan a tener recelo de sus decisiones temperamentales, inciertas y con poca determinación. Y el episodio con el actual secretario de Finanzas ha motivado otro escenario: la posibilidad de impulsar a Silvia Saavedra Juárez, actual subsecretaria de Egresos y otra incondicional de la comisionada, como titular de la misma dependencia.
Esas decisiones aleatorias y a veces hasta contradictorias habrían enviado señales equivocadas a quienes en su momento fueron parte de su equipo de confianza y que hoy prefieren mantener sana distancia con la comisionada.
Una de esas señales erradas fue un oficio enviado desde la Secretaría de la Función Pública que encabeza Humbelina Elizabeth López Loera (otra incondicional de la comisionada), al Ayuntamiento de Zacatecas, específicamente a la síndico Ruth Calderón Babún, para separar del cargo a quien se desempeñaba como secretaria de Gobierno, Gabriela Rodríguez, al parecer para evitar que interfiriera en el procedimiento en su contra por la supuesta omisión al no emprender acciones contra servidores públicos implicados en otras investigaciones por presuntos delitos que ya prescribieron.
Más allá de los tecnicismos en dichos procedimientos, la forma es fondo y muchos vieron invasión de la autonomía municipal con el referido oficio, el cual habría sido enviado más por presiones de otros actores como Ángel Manuel Muñoz, subsecretario de Responsabilidades de la misma SFP y, se dice, los ojos y oídos de Verónica Díaz en uno de los espacios ganados por la comisionada del INAI.
Pero el oficio iba firmado por Humbelina Elizabeth López, mano derecha de Norma Julieta del Río, lo que dejó más dudas que certezas sobre la lealtad de la comisionada y las reglas del juego entre sus alfiles, pues estas últimas jugadas han sido tan burdas, tan descuidadas, que muchos hoy se preguntan hasta dónde llegará verdaderamente su influencia.
Del otro lado las cosas no pintan mejor. Esta semana en redes sociales hubo numerosas publicaciones evidenciando a la diputada Susana Barragán de vacaciones en los Alpes, en plena pandemia, y cuestionando si sus gastos fueron con cargo al erario.
La familia Inguanzo tampoco se quedó atrás, viajando en jet privado y toda la cosa, pero llama la atención que los ataques dirigidos hacia quien presidía la Mesa Directiva hasta el pasado 24 de diciembre provenían desde páginas y perfiles falsos vinculados con el diputado Ernesto González Romo.
Tal vez al emisario de la senadora Soledad Luévano no le gustó que un grupo de diputados del bloque oficial le llevara la contra al momento de querer remover del cargo al actual director de Administración y Finanzas en la Legislatura, Álvaro Puente Ruvalcaba, en su afán de imponer a la enviada por la delegada Verónica Díaz Robles para seguir interfiriendo en los asuntos del Poder Legislativo.
Mala señal de quien encabeza la comisión legislativa del Sistema Estatal Anticorrupción, pero también una muestra del poco oficio político de la delegada de Programas para el Desarrollo, quien mucho tiene que aprender si también aspira a llegar al Senado en el 2024 o a la gubernatura en el 2027.
Por si fuera poco, desde la última reunión de Verónica Díaz y Norma Julieta del Río, la delegada del Bienestar no ha tenido apariciones públicas, ni siquiera para supervisar las Brigadas Correcaminos y aunque usualmente acompañaba al gobernador David Monreal en casi todos sus eventos públicos, de pronto desapareció de la escena pública y de pronto da señales de vida en sus redes sociales.
Y luego del escándalo publicado por Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad y el diario Reforma, donde se le relaciona con Caty Monreal por la adjudicación de varios contratos a la empresa Multiservicio La Plata, el “fuego amigo” del presidente Andrés Manuel López Obrador parece una señal clara de que los días están contados para la excuñada incómoda, a quien poco a poco se le cierran las puertas… y los cotos de poder.
Ya viene la saturación hospitalaria
Fue hasta el domingo 9 de enero cuando el gobernador David Monreal, en conferencia virtual, dio a conocer el contenido del acuerdo tomado por el Consejo Estatal por la Seguridad en Salud para contener el avance de la pandemia del COVID-19. Pero para entonces ya era muy tarde.
De acuerdo con el Sistema de Información de la Red IRAG de la Secretaría de Salud, actualmente el Hospital General del IMSS en Zacatecas y la unidad médica en Villanueva se encuentran con el 100% de camas de hospitalización general ocupadas, mientras el Hospital General de Fresnillo se encuentra al 57% de ocupación, acercándose a los niveles de agosto del año pasado, en la etapa más crítica para El Mineral, y en el caso de la UNEME de Emergencias de Zacatecas, que se encuentra al 48%, rápidamente se acerca a niveles críticos.
Y si hablamos de camas con ventilador, el Hospital General del ISSSTE ya tiene 70% de ocupación, seguido por el Hospital General de Zacatecas con un 50 por ciento.
El Sistema de Información de la Red IRAG también muestra que la ocupación de camas en los hospitales se encontraba en niveles por debajo del 25% en la primera semana del año, y en esta semana que termina se duplicó o triplicó la ocupación. De seguir a este ritmo, hacia finales de enero podría verse una saturación del servicio o incluso el colapso.
A ver si la nueva gobernanza no decide muy tarde que es momento de reconvertir zonas hospitalarias para atención a pacientes COVID-19. Como él mismo lo dijo: todo está controlado. ¿Será?