Muy poco duró aquel mensaje de unidad que anunciaron diputados de ambos bloques este lunes en rueda de prensa. Los supuestos “acuerdos”, si es que los hubo, para que el gobernador David Monreal rindiera cuentas ante el Poder Legislativo con motivo del primer informe de gobierno se derrumbaron más rápido que las mentiras de la nueva gobernanza.
Como ha ocurrido a la mayoría de los mandatarios, en el “día del gobernador” se esperaban manifestaciones de sectores inconformes, en especial al tratarse de una administración indolente que se ha caracterizado por un récord de protestas y descontento social en su primer año de gobierno. Pero nadie se ocupó de “apagar los fuegos”.
En apariencia, unas 20 personas con pancartas al exterior de la sede legislativa habrían sido suficientes para ahuyentar al gobernador; sin embargo, ya desde antes había visos de que este ejercicio constitucional de rendición de cuentas no se llevaría a cabo como lo marca el Reglamento General en sus artículos 202 y 203.
Una hora habrían esperado al gobernador los “31 diputados” (dos con el mismo apellido, aunque solo uno con representación popular) y el magistrado Arturo Nahle como representante del Poder Judicial, quien en sus redes sociales se limitó a informar que había acompañado a David Monreal en la entrega de su primer informe de labores.
No se esperaba más, pero tampoco menos. La demora en atender a un mandato constitucional no fue la única descortesía para el presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado. ¿Cómo felicitar a quien, habiendo empeñado su palabra, de un plumazo le recortó 50 millones de pesos al presupuesto del Poder Judicial?
Pero hay quienes todavía conservan un poco de dignidad y honorabilidad, y Arturo Nahle permaneció en el recinto legislativo incluso cuando el mandatario ya se había retirado una vez tomada la fotografía con la entrega del documento a la Mesa Directiva de la 64 Legislatura en el Vestíbulo del Congreso, pues ni siquiera tuvo el valor para ingresar al pleno.
Tal como aquel exmandatario que llevaron como figurilla de cartón de gira por los municipios “para que la gente conociera a su gobernador”, así la diputada Karla Valdez colocó en la Mesa Directiva una silla con una fotografía de David Monreal para fingir que el gobernador cumplía con el mandato constitucional.
Uno a uno, los diputados Cuquita Ávalos, Enrique Laviada, Xerardo Ramírez, Juan Mendoza, José Luis Figueroa y José Guadalupe Correa emitieron su posicionamiento en torno al inicio de trabajos del periodo ordinario en la 64 Legislatura y sobre lo que hubiera sido la comparecencia del gobernador ante el Poder Legislativo.
En las críticas no hubo novedades: la inseguridad, las familias desplazadas, el desempleo, el estancamiento de la economía, la falta de inversiones, los subejercicios (ahora sí se acordaron de los subejercicios), la intervención de manos externas en los Poderes Ejecutivo y Legislativo… temas que ya hemos expuesto puntualmente desde el periodismo crítico (y que se han dicho una y otra y otra y otra vez en Asuntos Generales), fueron el centro de los discursos mientras un David Monreal de cartón era testigo de los posicionamientos.
La única diputada que se abstuvo de participar fue Georgia Fernanda Miranda como representante del Partido Verde Ecologista y ante el vacío que hicieron diputados del bloque oficial para ir a aplaudir al Palacio de Convenciones, fue el diputado Ernesto González Romo quien cerró la ronda de intervenciones, pero lo hizo como presidente de la Mesa Directiva, no como representante del grupo parlamentario de MORENA.
Más allá de las mentiras que se repitieron en el Palacio de Convenciones, el diputado fresnillense fue el único que defendió a la nueva gobernanza y al mandatario, y aunque en su posicionamiento destacó la labor realizada por una “gran mujer”, sus alabanzas iban dirigidas hacia Sara Hernández, no hacia el nombre que hoy está prohibido pronunciar, so pena de ser violentado con medidas cautelares.
De entre todas las intervenciones, lo dicho por la diputada Martha Elena Rodríguez, de Nueva Alianza, resume lo que se esperaría de sus homólogos: “no seremos una bancada complaciente, en el trabajo legislativo mantendremos una labor analítica, imparcial y cercana a la gente”. Sueños guajiros hasta que se demuestre lo contrario…
Mientras esto ocurría en la sede legislativa, en el Palacio de Convenciones ya estaba un David Monreal montado en el templete leyendo el guión que sus asesores le habían preparado para la fecha.
En su discurso tampoco hubo novedades. De hecho parecía el mismo discurso que había leído un año antes, también en el Palacio de Convenciones, solo que ahora incluía una decena de cifras infladas y maquilladas para “fingir que hicieron algo”.
No faltó la mención de las “herencias malditas” como si a un año de gobierno todavía fueran justificación para la parálisis e ingobernabilidad que prevalece en Zacatecas. Pero en su burbuja de “transformación” aún creen que una mentira repetida mil veces se convertirá en verdad.
Al cierre de su mensaje, y con total cinismo, David Monreal se dijo “abierto al diálogo y a la crítica”, mientras el Palacio de Convenciones retumbaba con los aplausos de los Servidores de la Nación acarreados para llenar el recinto.
Antaño, esta fecha se convertía en la oportunidad de los mandatarios para mostrar lo que llaman “músculo político”, con la pasarela de invitados especiales y personalidades nacionales e internacionales. En esta ocasión, la figura de mayor peso (para los responsables de la logística) fue el obispo Sigifredo Noriega Barceló. Y no es broma.
Declinaron la invitación (muy tardía, por cierto), aquellos 22 senadores que acompañaron a David Monreal en campaña, incluyendo a su hermano Ricardo Monreal, quien se excusó debido a que el mismo día se discutía en la Cámara Alta la reforma para integrar a la Guardia Nacional bajo el mando de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Tampoco hubo exgobernadores ni homólogos en funciones (ni siquiera de la 4T). No hubo representantes del presidente Andrés Manuel López Obrador ni del Gobierno de México. No se vieron los presidentes de las cámaras empresariales ni de colegios de profesionistas. No figuraron líderes sociales ni tampoco dirigentes partidistas (por aquello del gastado discurso de la pluralidad y la democracia).
Los únicos presentes fueron su gabinete de florero, trabajadores de distintas dependencias (obligados a asistir y con la “instrucción” de acarrear al menos a 20 personas cada uno), representantes del Poder Judicial y de las fuerzas de seguridad, alguno que otro empresario (beneficiado con los contratos de la nueva gobernanza), los alcaldes de Guadalupe y Zacatecas, el rector de la UAZ, además de su familia.
Y en lugares separados, pero en primera fila, la comisionada del INAI, Norma Julieta del Río; así como la delegada de Programas para el Desarrollo, Verónica Díaz Robles.
Finalmente, el “día del gobernador” exhibió a un David Monreal que está solo y que en su primer año de gobierno ha estado ausente de los problemas que siguen aquejando a Zacatecas. Hasta Alejandro Tello, el gobernador de las “herencias malditas”, tuvo suficientes para rendir cuentas y comparecer ante el Poder Legislativo y ante la ciudadanía.