Ciertamente, no fue la mejor bienvenida al General de Brigada Diplomado de Estado Mayor, Arturo Medina Mayoral, como titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP).
Mientras en las instalaciones de la dependencia se llevaba a cabo el acto protocolario de toma de protesta, en el municipio de Monte Escobedo, con un largo historial de episodios de terror, se reportaba el hallazgo de cuatro cadáveres aún sin identificar. Ya por la noche, antes de concluir sus primeras 24 horas en el cargo, se informó de la localización de otros cuatro cuerpos sin vida en el municipio de Villa Hidalgo.
Lo dicho: la situación de violencia por la que atraviesa Zacatecas no iba a cambiar de un día para otro tan solo por un relevo en el mando. Lo que definitivamente no cambió fue el discurso de delegar responsabilidades del estado en la población, mientras el “gobierno de la transformación” sigue esperando que los zacatecanos organizados (como los habitantes de Chaparrosa), la academia, la iniciativa privada, la Federación, alguna gente superior (Analí Infante dixit) o un ser supremo devuelvan la tan anhelada paz y tranquilidad.
Ya en el Foro de Consulta para la Integración de la Estrategia Estatal para la Construcción de Paz, Prevención y Convivencia Ciudadana (pausa para respirar) se había firmado el llamado “Pacto de Construcción de Paz” y el mismo pacto fue invocado por el gobernador David Monreal durante la toma de posesión al nuevo secretario de Seguridad Pública, aunque nadie sabe bien a bien qué contiene o en qué consiste el dichoso pacto.
Tres puntos destacan en el mensaje del mandatario: que la seguridad “se ha convertido en una tarea colectiva”; que las familias hagan su tarea educando a sus hijos y fomentando los valores; y el llamado a denunciar los delitos.
De ahí en más, no había relevancia en la paja discursiva, como: “la violencia nos lastima, nos duele, la violencia no respeta, vulnera a las familias… Y a las víctimas, a quienes han sufrido las consecuencias de la violencia, les digo que el Gobierno está de su lado, y que por ninguna circunstancia permitiremos que haya impunidad”.
El problema es que la impunidad seguirá mientras no haya castigo para los culpables de la muerte de Raúl Calderón Samaniego, de Daniela y Viviana Pichardo, de Paola Vargas y José Nemesio Gutiérrez, del juez Roberto Elías Martínez, de la “desaparición” el niño Teo, o de las recientes víctimas de la agresión armada en el bar El Venadito, en Jerez, o de las tantas y tantas víctimas cuyos crímenes han quedado sin respuesta de las autoridades.
Pese a la baja credibilidad del gobernador David Monreal en materia de seguridad (tan solo por mencionar una de las tantas fallas del “gobierno de la transformación”), la llegada de Arturo Medina parece llenar de optimismo a la dependencia y las corporaciones estatales.
Y es que el nuevo secretario de Seguridad Pública, ya con 40 años de trayectoria en la Secretaría de la Defensa Nacional (incluyendo varios cargos en la Guardia Nacional), al parecer ha mostrado mayor apertura y recepción en el “tema de temas” y desde el primer momento se habría ganado la confianza de sus subordinados.
Esta aceptación tampoco es gratuita. El exsecretario Adolfo Marín Marín, ya de por sí con el peor rechazo popular en la historia de Zacatecas, no gozaba del agrado de quienes laboraban en la dependencia y en las diferentes corporaciones.
Habrá que recordar que en marzo del año pasado más de 800 policías estatales se manifestaron por el despido arbitrario de siete elementos, sin olvidar las acusaciones de hostigamiento y las exigencias de mejoras laborales, equipamiento, seguros de vida y apoyos para gastos funerarios.
De hecho, a Marín Marín le tocó un número récord de elementos policiacos asesinados, además de una fuga de reos del penal de Cieneguillas y un intento de fuga más que derivó en narcobloqueos en diversos puntos del estado. Sin olvidar el macabro “regalo” del Día de Reyes en Plaza de Armas. Pero repetía una y otra vez que el Plan Zacatecas II iba marchando requetebien.
Tan buena labor hizo que antes de su salida, al cierre del 2022, en medio de una crisis de inseguridad, la Secretaría de Seguridad Pública tenía guardaditos en el banco y sin ejercer algo así como 311.8 millones de pesos, equivalentes a casi el 20% de su presupuesto anual. ¿No era más útil ese dinero aplicándolo en fortalecer a las corporaciones?
Por eso del mensaje de Arturo Medina bien se podría destacar algunos compromisos que dan una idea de la ruta a seguir en la estrategia federal de seguridad (porque local, ya se dijo incontables veces que no existe).
Por ejemplo, el hecho de priorizar los métodos de análisis e inteligencia para hacer frente a la incidencia delictiva. También la planeación estratégica al interior de la Mesa Estatal de Construcción de Paz (que ojalá deje de ser una mesa para tomar café y galletas), reforzar la proximidad social, además de dotar a las corporaciones del equipo adecuado, herramientas, capacitación y adiestramiento.
De lo anterior habrá que recordar que una de las principales exigencias en la SSP y en la Fiscalía General de Justicia del Estado de Zacatecas que dice encabezar Francisco Murillo ha sido reforzar la inversión en tareas de investigación e inteligencia a fin de esclarecer los delitos con mayor celeridad e incluso prevenirlos, pues actualmente hay asuntos que llevan más de tres meses esperando ser investigados.
Para el nuevo secretario vienen retos muy grandes, pues en lo inmediato cambiar la percepción de la ciudadanía no parece tarea fácil, menos cuando la población percibe temor ante la presencia de fuerzas policiacas no solo por la posibilidad de un enfrentamiento (cuando no se dedican a vigilar banquetas), sino ante la gravedad de que los mismos policías están siendo blanco de agresiones armadas en ataques muy directos.
Y por si fuera poco, ya está en puerta el Festival Cultural Zacatecas 2023, la gran oportunidad que están esperando muchos empresarios del sector servicios para reactivar su economía, algo que urge a Zacatecas si se quiere incidir en la prevención del delito. ¿O dónde queda la promesa del “bienestar y progreso”?
El “tema de temas” no está para discursos propagandísticos que generen percepción. Sus propios informes revelan que durante el 2022, la demanda de servicios en materia de seguridad superó por mucho las metas proyectadas para ese año.
Véase el ejemplo los informes financieros de la Secretaría de Finanzas, en lo relativo a los Programas y Proyectos de Inversión correspondientes al Principio Rector 1. Durante el año pasado se superó en 150.44% la meta proyectada de rondines de seguridad y vigilancia por parte de la Policía Estatal, lo mismo que en un 187.5% en el caso de los operativos de seguridad vial, o de un 114.9% en la demanda de servicios al sistema de emergencias 911.
También nótese que en el mismo periodo se superó en 177.83% la meta proyectada de renovación de los permisos de portación de arma, pero que este nivel de crecimiento se registró hasta el último trimestre del año, lo que deja ver un enorme rezago durante el año pasado en este tema.
De ahí la importancia de que el presupuesto asignado a esta dependencia también se ejerza con una correcta planeación, pues de los más de 311 millones de pesos guardaditos en cuentas bancarias al cierre del año pasado, al menos 289.5 millones corresponden a inversión que debió aplicarse en los servicios públicos que ofrece la SSP, y eso incluye las metas que mencionamos para fortalecer los operativos de seguridad y vigilancia.
¿De verdad el “tema de temas” fue prioridad para Adolfo Marín?, ¿lo ha sido para el “gobierno de la transformación”?, ¿lo será para el nuevo secretario Arturo Medina?
Con saludo le envio y haga el favor de recibir mi positivo reconocimiento por.su trabajo, estimado don Heraclio.