Vaya chimba se armó en el ISSSTE Zacatecas en el marco del Día Internacional del Orgullo LGBT+. Y todo por colocar dos inocentes banderas alusivas en el Hospital General y en la Torre Médica de Especialidades, en una acción que no fue bien vista por algunos trabajadores de la salud.
El hecho no ameritaría más que ser consignado y pasar página, de no ser porque se trata de servidores públicos que brindan un servicio de atención básica a la población: la atención a la salud, que en teoría es un derecho universal consagrado en la Constitución y del que ninguna persona debería ser objeto de discriminación.
Ya la Inquisición de las «buenas conciencias» había hecho su aparición cada vez que se discutía no solo el matrimonio igualitario en el Poder Legislativo, sino también en fechas recientes con la iniciativa para despenalizar el aborto.
Y es que, para algunos, la heterosexualidad debe gozar de ciertos privilegios a los que no deberían acceder otras personas, como en este caso la salud. Por ello es que a nivel internacional existen diversos ordenamientos a los que se ha suscrito nuestro país para garantizar todos los derechos para todas las personas.
Lo que vivieron este 28 de junio los subdelegados Médico, René Padilla Rodríguez, y Administrativo, Salvador Estrada González, no es más que un desaguisado que demuestra la necesidad de seguir visibilizando los problemas que enfrenta la comunidad LGBT+ y trabajar para que sus derechos estén garantizados desde las instituciones públicas.
Preocupa que aún teniendo un protocolo para el acceso sin discriminación a la prestación de servicios de atención médica a la comunidad de la diversidad sexual, así como guías de atención específicas apegadas a la perspectiva de género y derechos humanos, los responsables de aplicar esta normatividad sean los primeros renuentes a hacerla efectiva.
El problema ya se había planteado desde hace algunos años cuando se creó la hoy extinta Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas de la Diversidad Sexual, cuando se realizaron sendas mesas de trabajo para la elaboración de protocolos de atención en áreas muy específicas en las que se vulneran los derechos de la comunidad LGBT+: salud, educación, trabajo, seguridad y justicia.
Pero a la fecha, ninguna autoridad ha aprobado dichos protocolos elaborados en conjunto entre servidores públicos y la sociedad civil. Y seguimos esperando que el «gobierno de la transformación» haga justicia al compromiso que asumiera con la excandidata a la gubernatura, Salomé Perera, para crear un área de Atención a la Diversidad Sexual.
Si se piensa que el paliativo de aprobar los matrimonios igualitarios o el reconocimiento de la identidad de género en la 64 Legislatura es suficiente esfuerzo para aplacar a la comunidad de la diversidad sexual, la renuencia mostrada en el ISSSTE Zacatecas por parte de servidores públicos deja en claro que esto apenas comienza y que aún falta mucho, pero mucho por hacer.
¿O es que acaso está en el debate público el desabasto de tratamientos hormonales?, ¿se ha hablado de la tipificación de los transfeminicidios e incluso los travesticidios (que ya hay precedentes en el Estado de México)?, ¿conocemos el impacto que han tenido las cuotas afirmativas recién aplicadas en el pasado proceso electoral y si de verdad han sido representativas?, ¿se garantiza el derecho al desarrollo de la libre personalidad en los diferentes ámbitos de la vida de las personas (hogar, salud, educación, trabajo, seguridad, justicia…)?
De ahí la importancia de que esta institución realice el próximo 21 de julio acciones como una Feria de la Salud enfocada en este sector de la población, así como sensibilización a personal administrativo, de salud y derechohabiencia para que el ISSSTE sea un espacio de respeto a los derechos humanos. Porque al hablar de la comunidad LGBT+ hablamos de personas a quienes se deben garantizar todos los derechos. Y soporten.
Les quedó grande la curul
Quien esto escribe francamente se hartó de la pobreza política en la 64 Legislatura y por eso este miércoles 27 de junio no hubo Chirimba. Sin embargo, hoy retomamos este espacio ante la necesidad de hacer ciertas precisiones en la agenda legislativa.
Las dos sesiones celebradas el pasado martes, aunque en jornada maratónica, en el fondo no tenían sustancia y más bien refuerzan la idea de que nuestros diputados (que ganan muy bien, pero no desquitan sus ingresos) solo suben a tribuna para hacer como que hacen, pero al final se hacen como el tío Lolo.
Y si bien el tema de Julio César «N» fue consignado por algunos medios de comunicación, hay que poner las cosas en su justa dimensión. Fue el diputado Juan Mendoza quien llevó el caso a tribuna, al haberse cumplido dos meses del desafuero y a la fecha la Fiscalía General de Justicia del Estado, que dice encabezar Francisco Murillo Ruiseco, no ha informado avances en cumplimentar la orden de aprehensión girada en contra del expresidente municipal por presunta coautoría en el homicidio del abogado Raúl Calderón Samaniego.
Al tren se montó el diptuado Enrique Laviada, faltaba más, luego de las acusaciones de la diputada Susana Barragán que han derivado en convertir al pleno en vecindario con chismes de lavadero. Y evidentemente, no podía faltar la chispa de politizar un tema de interés público.
Pero sobre el caso de Raúl Calderón y Julio César «N», no sabemos si los diputados son o se hacen, y todavía hay quien les hace segunda aplaudiendo, pues conociendo las leyes y su propio Reglamento Interno, es facultad de los legisladores citar a comparecer al fiscal para que rinda cuenta sobre la solicitud de desafuero que le autorizó la 64 Legislatura. Porque, hasta donde sabemos, Murillo Ruiseco siempre ha estado con toda la disposición para comparecer ante el pleno legislativo, a diferencia de otros servidores públicos.
El problema es que subir el tema a Asuntos Generales es quitarle el carácter vinculante a un llamado que se subió a la tribuna de «avisos parroquiales» o de los «asuntos sin importancia». Si eso no es populismo, que alguien nos explique. Eso sí: muy lindas sus declaraciones, porque para ellos lo importante es lo obvio, no lo que tiene consecuencias jurídicas y que sí compete a sus funciones.
Tampoco sorprende lo bajo que ha caído el trabajo parlamentario. Sobra decir que la mayoría de los diputados ya está sobre el próximo proceso electoral y que este viernes concluye el segundo periodo ordinario del segundo año constitucional. Como advirtió el diputado Ernesto González Romo, se acabó la última oportunidad de demostrar productividad.
Porque tal parece que no sólo cerrará el periodo ordinario sin reforma a la Ley del Issstezac. Concluirá la 64 Legislatura sin que agarren al toro por los cuernos, porque moverle un punto o una coma a dicha legislación comprometería sus aspiraciones políticas.
Así quedó claro en la sesión de este miércoles de la Comisión Especial que preside la diputada Cuquita Ávalos, donde se evidenció que la solución a corto y mediano plazo reposa en los archivos del Legislativo, con dos propuestas ya presentadas que siguen sin abrirse al debate público.
Qué lástima que se perdiera aquel principio de «sufragio efectivo, no reelección«, pues con la posibilidad de repetir en los cargos se abrió la puerta a la permanencia de lamentables cuadros como los que hoy integran la 64 Legislatura y que aspiran a perpetuarse en la siguiente. O como aquel caso de Julio César «N», favorecido con la reelección y hoy prófugo de la justicia.
Luego de eliminadas las llamadas «herramientas legislativas», a los diputados actuales y a quienes aspiran a una curul se les olvidó cómo hacer política, acostumbrados a la entrega de prebendas que hoy continúan, pero con la marca de la 4T.
Si la gente pide a los diputados despensas y otro tipo de apoyos, es porque a los zacatecanos no nos queda claro qué hace un diputado. ¿Nos lo podrían explicar quienes han traído sus programas de reparto de tinacos, de calentadores solares, de jitomates y carteras de huevos, o de becas educativas por única ocasión?
Pero no se preocupe, estimado lector. Como bien nos recuerda Claudia Valdés en cada oportunidad en La Casa de los Perros: ¡ya ganamos!