Sería mayo del año pasado cuando la senadora Soledad Luévano, desde la comodidad de su curul, publicó en sus redes sociales una crítica al gobierno local ante el asesinato de un menor de tres años a las afueras de un templo en el municipio de Fresnillo.
Al acusar simulación para perseguir a los delincuentes (sic), aseguró que es mentira eso de que «se matan entre ellos» y remató con un «¡están matando a inocentes!».
Su exigencia de paz para Zacatecas no tardó en recibir respuesta de la secta que en todo está, menos en lo que debe estar. Así lo demostró entonces la delegada de Programas para el Desarrollo, Verónica Díaz Robles, quien respondiendo a la publicación de la senadora la calificó como «indolente», «oportunista» y «farsante», luego de llamarla a «ser pueblo» y salir a la calle a platicar con la ciudadanía.
El hecho de que la crítica provenga de una figura pública, incluso si es de MORENA, no deja de contener la voz de quienes cuestionan la abulia de la «nueva gobernanza» coptada por intereses sectarios y que alegando «ser pueblo», se nota que les falta mucho, pero mucho barrio.
Las dos manifestaciones de este miércoles son el claro ejemplo de que la «nueva gobernanza» (o «gobierno de la transformación», como quieran llamarle) ni ve, ni oye, ni atiende los problemas que aquejan a los zacatecanos desde septiembre de 2021. Mucho menos las «herencias malditas» que dejó el «quinquenio diferente».
Por si no fuera suficiente la protesta de trabajadores de la Fiscalía que después de 5 años siguen sin recibir un aumento salarial, pese al encarecimiento del costo de vida, ahora se suma la protesta de miles de campesinos desesperados porque los apoyos no fluyen en medio de una sequía atípica y extrema en el estado, sin olvidar los actos desesperados de familiares de personas desaparecidas que tuvieron que recurrir a la toma de vialidades como hizo la comunidad de Chaparrosa en el caso del niño Teo para hacerse escuchar.
Es la voz del pueblo, ese que dice recorrer la secta, que se hace eco en voz de figuras públicas de todos los colores exigiendo al gobierno que haga lo que le obliga la Constitución y se deje de simulaciones.
Pero como a la secta no se le puede tocar ni con el pétalo de una rosa, más pronto que tarde salieron los voceros oficiosos (incluso utilizando recursos públicos desde el sistema de radio y televisión público) para demeritar las críticas en contra de una «nueva gobernanza» que se ha mostrado «indolente», «oportunista» y «farsante». ¡Vaya paradojas!
Mientras el estado se le sigue desmoronando entre las manos, el gobernador David Monreal prefiere hacerle el caldo gordo a la secta, porque luego de su extensa gira por Estados Unidos para (dicen) escuchar a la comunidad migrante, a su regreso el gobernador se enfocó en eso que llaman «asambleas constitutivas de los comités de Programas del Bienestar», que no es otra cosa que la estructura de campaña para los suspirantes del malestar.
Ahí luego, cuando le exploten los problemas en el segundo informe de gobierno, atenderá a quienes cuestionan su actuar y el de su gabinete de florero ante los problemas que enfrentan los zacatecanos.
Porque ante la crítica, han salido los voceros oficiosos como Mariano Casas o Rubén Flores a reducir a politiquería esos problemas que hoy enfrenta la «nueva gobernanza», a tal grado que en su cinismo aseguran que «el pueblo zacatecano es mucha pieza y aún así, los opositores, lo siguen subestimando«.
Aunque aseguren que la oposición «se va a topar con pared», no es gratuito que ese pueblo zacatecano sea el mismo que mayor rechazo tiene hacia el presidente Andrés Manuel López Obrador en todo el país, ya no digamos hacia el gobernador David Monreal (bueno, eso dice él), que no sale del último lugar de aprobación.
El pretexto de culpar a otros por los problemas que hoy aquejan al estado se viene a menos cuando se comparan las nulas acciones de esta administración con lo poco o mucho que llegaron a hacer en los gobiernos de las «herencias malditas».
Y para ejemplo está el «tema de temas», porque en el sexenio de Miguel Alonso los homicidios dolosos durante esa administración habrían alcanzado los 1 mil 200; con Alejandro Tello llegarían a su máximo histórico de 3 mil 295 durante los cinco años de gobierno, pero en menos de dos años con David Monreal ya han alcanzado los 1 mil 827 hasta junio de este año, es decir, el 55.44% de los homicidios dolosos cometidos durante el «quinquenio diferente».
No se queda atrás el comparativo sobre el número de personas desaparecidas y no localizadas. Con Miguel Alonso, según los datos de la Comisión Nacional de Búsqueda, se registraron 551 casos; con Alejandro Tello se habrían disparado a 1 mil 422 casos; pero con David Monreal ya van 1 mil 281 casos y todavía no termina su segundo año de gobierno.
No hay que olvidar que sería hasta esta administración que se desarticularía la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (cuya titular sigue sin ser ratificada por la Legislatura) y la insuficiencia presupuestal tiene rebasada a la Comisión local de Búsqueda de Personas.
Pero como dijera Claudia Valdés: no se preocupen que todo marcha requetebien y ¡ya ganamos!
La indolencia de la «nueva gobernanza» no es menor en el caso del campo. Como si repartir o rifar tractores a sobreprecio y entregar muy tarde los demandados fertilizantes o la semilla prometida no fueran suficientes, la «nueva gobernanza» y la 4T no contrataron seguros catastróficos, ni impulsaron la agricultura por contrato, ni ha habido asistencia técnica para la reconversión de cultivos, mucho menos se ha fomentado la seguridad alimentaria.
Por el contrario, hay que ver el megafraude de SEGALMEX que hoy rebasa por varios miles de millones de pesos a la dichosa «Casa Blanca» de Peña Nieto.
Ante la incapacidad del secretario del Campo, Jesús Padilla (también involcurado en la llamada «Estafa Legislativa»), y el representante de la SADER en Zacatecas, José María Llamas Caballero, no sólo se echan la bolita entre estado y federación, sino que los voceros oficiosos de la secta acusan politiquería en un tema de seguridad alimentaria.
Y mientras el campo muere ante la indolente gobernanza, miles de campesinos tuvieron que llegar a la toma de las oficinas delegaciones de Programas para el Desarrollo ante su desesperación.
Quien esto escribe fue testigo (y realizó varios trabajos de investigación al respecto) sobre los proyectos de inversión emprendidos para impulsar al campo. De hecho, durante el sexenio de Miguel Alonso Reyes hubo un programa coordinado entre estado y federación denominado «Proyecto Estratégico de Seguridad Alimentaria» (PESA) que ayudó al rescate de muchas zonas agrícolas del estado.
Ahí se apoyó con capital semilla, asistencia técnica para la reconversión de cultivos, la entrega de semillas certificadas y fertilizantes, proyectos de captación y retención de agua para la recuperación de mantos acuíferos (cómo olvidar las cisternas «capuchinas» donde no llegaba el agua potable), entre muchas, pero muchas otras estrategias.
En aquellos tiempos se vivieron los efectos de una sequía extrema y atípica como la que hoy azota a Zacatecas. La diferencia es que en aquel entonces se contrataron seguros catastróficos con una inversión de casi 500 millones de pesos para asegurar más de 1 millón de hectáreas y más de 622 mil cabezas de ganado, protegiendo a 35 municipios y cultivos como la cebada, frijol, maíz, avena y durazno.
No hay que olvidar que en aquel entonces el programa de reconversión productiva ayudó a reactivar las tierras de bajo potencial para la siembra de frijol, al fomentar el cultivo de cebada, trigos panificables y oleaginosas como la semilla de girasol, en esquemas de agricultura por contrato con empresas como Grupo Modelo, Sabritas y Bimbo, con inversiones que casi llegan a los 750 millones de pesos en beneficio de más de 140 mil productores y la cobertura de casi 786 mil hectáreas de cultivos.
Hoy nos venden tractores del bienestar como los espejitos españoles durante la Conquista.
Tiene razón el presidente del Consejo Estatal de MORENA cuando afirma que el pueblo zacatecano es mucha pieza. Sí, mucha pieza para la «nueva gobernanza», porque también tiene buena memoria. ¡Así las cosas de indolentes y farsantes!