La de ayer fue una jornada legislativa como pocas, incluyendo aquella donde se discutió el Presupuesto de Egresos 2022 y el de este ejercicio fiscal. Durante casi 10 horas, los titulares de Desarrollo Social, Sergio Casas; Desarrollo Urbano, Eugenia Pérez; Agua y Medio Ambiente, Susana Rodríguez; y Obras Públicas, Luis de la Peña, escucharon los cuestionamientos (cuando los hubo) de los diputados presentes en el pleno con motivo de la glosa del segundo informe de gobierno.
Pero más tiempo invertido en las sesiones legislativas no necesariamente implica mayor productividad, pues mientras unos diputados se enfocaban en mantener un nivel acorde a la rendición de cuentas, otros degradaron el nivel de la discusión a un espectáculo más que lamentable.
Ya desde hace dos semanas había surgido la interrogante sobre por qué los titulares de SEDESOL y de Obras Públicas tendrían dos fechas para comparecer: una en conjunto con las titulares de SEDUVOT y SAMA, y otra en lo individual. Porque de las tres semanas que abarcará la glosa (al menos hasta el momento, de manera oficial), son los únicos funcionarios que repetirán su perorata en la tribuna legislativa, aunque no precisamente se trate de las dependencias con mayor presupuesto.
Tampoco es que la comparecencia cuádruple de este lunes haya satisfecho todas las dudas respecto a los resultados de estas dependencias, pues los cuestionamientos se centraron más en los proyectos de obra pública, que entre una y otra dependencia se echan la bolita sobre la responsabilidad, y los diputados pretendían agarrarlos parejito, al mismo tiempo, para evitar que uno y otro se desentendieran sobre los temas que, a su criterio, son los más relevantes para Zacatecas.
Los temas más recurrentes por los que cuestionaron los legisladores versaron sobre la atención a carreteras (y no podían faltar las «cartitas de peticiones», sobre todo para el sur del estado), el Platabús y el segundo piso (que entre una y otra declaración no quedó muy claro, más allá de que la inversión superará los 2 mil millones de pesos y quedará al 100% en el 2025), la certeza jurídica en la propiedad de la tierra, una embarrada sobre los programas sociales y los indicadores de rezago que evalúa el CONEVAL en la medición mutidimensional sobre la pobreza; la crisis hídrica y el manejo de residuos sólidos; los recursos convenidos con los municipios; los sobrecostos en obra pública; la Presa Milpillas; otra embarrada sobre la reubicación de las vías del tren, entre otros, muchos otros temas.
Como ya había ocurrido en la glosa del primer informe de gobierno, la titular de la SAMA, Susana Rodríguez, demostró conocimiento de la dependencia que encabeza, pero sobre todo la pasión con la que se dedica a su trabajo (vamos, hasta le faltaba tiempo para desglosar y abarcar todas las acciones emprendidas a fin de responder a los cuestionamientos de los diputados).
No fue la misma impresión en el caso de Eugenia Pérez Haro, que en su letanía de cifras en materia de ordenamiento territorial, quedó poco claro si se trataba de logros iniciados en administraciones anteriores o era mérito única y exclusivamente de la «nueva gobernanza».
Menos certidumbre generó al tratarse de programas para abatir el rezago en materia de vivienda, pues alegando que se aplica un cuestionario «de las 100 preguntas», aclaró que éste se puede omitir cuando se trata de zonas de atención prioritaria. Ahí resultó pertinente el comentario del diputado David González, quien afirmó que «lamentablemente todo el estado se ha convertido en zona de atención prioritaria por la crisis de inseguridad».
Porque sí, en general hubo un cuestionamiento reiterado sobre los criterios para la selección de beneficiarios de los programas que manejan las cuatro dependencias cuyos titulares comparecieron este lunes, especialmente los programas sociales y los proyectos carreteros.
El titular de SEDESOL, Sergio Casas, más que respuestas, tenía mucha, pero mucha demagogia para repartir y contados fueron los datos duros que ofreció en sus intervenciones. De hecho, ni siquiera respondió de dónde provenían y en qué se invirtieron los miles de millones de pesos cacareados en su discurso.
Para no echar de cabeza a su excolega del malestar, omitió hablar del desastre que le heredó un tal Zuñi a su paso por la SEDESOL, una dependencia que desmanteló en el año que estuvo al frente de la dependencia y que hoy le impide ser funcional para los procesos administrativos y en campo que se requieren para operar los programas de los que es responsable.
Más orondo se vio presumiendo los apoyos educativos y, a diferencia de sus homólogos de las otras secretarías, su presentación inicial parecía más propaganda proselitista con tanta foto protagonizando la entrega de obras y acciones. Lo bueno es que, en sus palabras, los programas sociales hoy ya no son un botín político para lucrar con la necesidad de la gente. Si esa es la actitud de quien aspira a ser presidente municipal de Guadalupe, que la gente espere de Sergio Casas mucha, pero mucha demagogia (tanta o más que el gel utilizado para acomodarse el copete al estilo Peña Nieto) y muy pocos resultados.
Más decepción generó el Ken de la «nueva gobernanza», pues el titular de Obras Públicas, Luis de la Peña, se enfrascó (sin decirlo textualmente) en el discurso de las «herencias malditas» y la expectativa de darle un giro a la parálisis en la SOP se derrumbó como las columnas de la terminal 1 del Platabús.
Quedó a deber en la claridad sobre los avances del kilometrómetro (¿o era carreterómetro?) y entre «cartitas de peticiones» y evidencias videográficas de los diputados, quedó claro el rezago que persiste en materia de infraestructura carretera, cuya atención se ha centrado en pocos, muy pocos municipios.
No fue suficiente con que en tres ocasiones se le preguntara por el costo por kilómetro en el programa de atención carretera ante la sospecha de sobrecostos, ni por la nueva vialidad El Orito que se presume como uno de los proyectos viales más importantes en lo que va de la «nueva gobernanza» y que forma parte del nuevo proyecto de modernización vial que abarcará también al Platabús y el segundo piso del bulevar.
En su lugar, Luis de la Peña se dedicó a enlistar algunos de los proyectos carreteros emprendidos en la actual administración (ya ni siquiera dijo si correspondían al primer o segundo año de gobierno) y a cacarear la llevada y traída inversión de casi 375 millones de pesos en la nueva vialidad de El Orito, sin responder textualmente que en este caso cada kilómetro vino costando a los zacatecanos algo así como 48.7 millones de pesos.
Su respuesta tampoco resultó convincente cuando el diputado Juan Mendoza se refirió a la «carretera del orgullo caciquil», remitiéndose a una donación que hicieran dos altruistas parroquianos, Florentino Monreal y Cándido Monreal, de 20 hectáreas en Puebla del Palmar para la construcción de una carretera al rancho de los Monreal en Fresnillo, igualito que Diego Fernández de Cevallos construyó la carretera de Arandas a Tepatitlán, una acusación a la que el secretario de Obras Públicas se limitó a responder que se trataba de una carretera hacia Plateros que beneficiaría a 6 mil 500 habitantes. Y que no, que por nada del mundo se trataba de «una obra caciquil».
Por si no fuera suficiente, la diputada Gaby Basurto agarró parejo y a los cuatro secretarios comparecientes los puso como lazo de cochino al cuestionar, nuevamente, por lo reportado en los informes financieros trimestrales y de avance de gestión al 30 de junio, demostrando una vez más que los subejercicios (que no son subejercicios, según la perorata del gabinete de florero de la «nueva gobernanza») son el sello distintivo de este gobierno.
Al final, lo que quedó muy, pero muy claro, es que el apoyo a los municipios está condicionado a la firma de convenios de colaboración, y considerando que 50 de los 58 municipios enfrentan problemas financieros, difícilmente estos estarán en condiciones para convenir sus pocos recursos disponibles (y más si les estarán recortando participaciones). Lo bueno que «amor con amor se paga» y que «hoy como nunca antes se ha apoyado a los municipios».
Más lamentable fue el papel del diputado Lupe Correa, cuya intervención terminó a gritos y sombrerazos en el más degradante de los espectáculos cuando utilizó la tribuna para hacer proselitismo en favor de Xóchitl Gálvez, en uno más de sus actos desesperados para ver si el Frente Amplio por México (¿ya no es la coalición Va por México?) lo considera como aspirante en la diputación federal por el distrito 4. ¡Ter-nu-ri-ta!
Por cierto, para quienes cuestionan el terrible formato de la glosa del segundo informe de gobierno, ya pueden reclamarle al diputado Lupe Correa, quien hizo la propuesta ante la Junta de Coordinación Política (JUCOPO) y de muy poco ha servido para hacer más eficientes las comparecencias.
En esto de hacer el ridículo tampoco se podía quedar atrás el diputado Ernesto González Romo, quien cerrando las rondas de participaciones en esta comparecencia cuádruple, prácticamente se aventó un panfleto proselitista en favor de la 4T. Casi casi, que habían venido a salvar a México y a Zacatecas de las manos del neoliberalismo y del PRIAN. Se le olvidó que el PRIAN hoy se llama PRIMOR.
Y hoy que comparece nuevamente el titular de SEDESOL, Sergio Casas, ya se verá si se reúne el quórum legal, luego de que el diputado Xerardo Ramírez propusiera a sus homólogos hacer vacío para dar por satisfecha la comparecencia, tal como ya ocurrió con el secretario de Seguridad Pública, Arturo Medina Mayoral. ¿Apuestas?
Zacatecas, al «show de la mañanera»
Pues que el gobernador David Monreal dicen que estará este martes en el «show de la mañanera» para plantearle al presidente Andrés Manuel López Obrador la situación que enfrenta Zacatecas por la sequía, en la insistencia de lograr la declaratoria de emergencia.
Si la secta pretendía vender esto como lo máximo, más bien tendrá el efecto contrario, pues quedará muy claro que el gobernador no tuvo suerte en concertar una cita con el de Palacio Nacional y a ver si no se repite el mismo episodio que con el exgobernador Silvano Aureoles, que hasta llevó un banquito para esperar sentado afuera de Palacio Nacional. ¡Ter-nu-ri-ta!