Dorar la píldora es un eufemismo para adornar una cruda verdad, un recurso bastante utilizado por la «nueva gobernanza» para tratar de convencer a los zacatecanos de que son lo mejor que le ha pasado al estado luego de los gobiernos de las «herencias malditas». Pero se engañan solos.
Iniciando este 2024, marcado por un proceso electoral caracterizado por el encono y el desencanto, el «tema de temas» se mantuvo en la agenda gubernamental hasta declarar éste como el «año de la paz» y anunciar la implementación de otra(?) estrategia de pacificación, acompañada de senda campaña para repetir por todos lados que se ha reducido en 40% la incidencia de homicidios dolosos en la entidad.
Y mientras la campaña sigue y sigue sin encontrar eco en los zacatecanos, la delincuencia inteligente y bien organizada sigue mermando el discurso oficial (ya se vio esta semana en varios municipios).
Ciertamente, los «datos oficiales» muestran una reducción en la incidencia de homicidios dolosos en la entidad, una medición que no incluye el impacto que genera entre la población el hecho de que, aunque menos, dichas muertes hoy sean clasificadas como «masacres».
Pero alzar las campanas al vuelo por la disminución de un solo delito es continuar en el engaño cuando, por un lado, tenemos una nueva fórmula para clasificar la incidencia de homicidios (y que ha desaparecido por arte de la 4T a más de 500 víctimas desde octubre de 2021 a la fecha).
Por el otro, el discurso oficial omite mencionar el alza en otros delitos relacionados con dichos homicidios atribuidos a grupos delictivos, como el caso del llamado «cobro de piso» (cuya tipificación sigue durmiendo en la congeladora legislativa); el desplazamiento forzado en diversas comunidades del estado, o el delito más grave en los últimos años: la desaparición de personas.
De acuerdo con «datos oficiales» del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, de la Comisión Nacional de Búsqueda, en Zacatecas ha ido a la par el incremento en la incidencia de homicidios dolosos y la desparición de personas.
Sin embargo, este último delito no ha tenido la misma atención que los homicidios dolosos, especialmente en 2022, cuando el número de personas desaparecidas y no localizadas superó por casi 100 casos el número de homicidios dolosos registrados, sin considerar que el Registro Nacional lleva un rezago en la documentación de casos.
Si a ese número se suman los casos de personas que estuvieron desaparecidas y ya fueron localizadas, tenemos que se cometieron algo así como 408 homicidios dolosos menos que el número de personas desaparecidas, no localizadas y ya localizadas.
¿Por qué poner especial atención en este delito? Porque ya el año pasado hubo muchas muestras de la indolencia de la «nueva gobernanza» con los colectivos de búsqueda, y los «datos oficiales» dan cuenta de que en el «tema de temas», importan más las muertes (los homicidios dolosos) que las vidas (las personas desaparecidas y no localizadas).
Por si no fuera suficiente, el año pasado no fueron pocos los casos de personas «liberadas» de manos de grupos delincuenciales y que estaban en calidad de «desaparecidas y no localizadas», que habían sido privadas de su libertad para realizar trabajos forzados para los grupos criminales.
Para darnos una idea, entre el 2015 y el 2020 prevalecen 1 mil 85 casos de personas que siguen desaparecidas y no localizadas, mientras que entre el 2021 y el 2024 ya acumulan 1 mil 908 casos; es decir, un incremento del 75% en el número de víctimas.
Y ya ni hablamos de los subregistros ni de las «cifras negras» de los delitos que no se denuncian, como el llamado «cobro de piso» que se manifiesta de forma silenciosa hasta que se hace visible para sumarse a la estadística de homicidios dolosos, por decir lo menos.
En medio de esta discusión por el «tema de temas», no es gratuito que hoy se cuestione con especial interés el proyecto del viaducto elevado (mejor conocido como «segundo piso») en el que se invertirán algo así como 3 mil 600 millones de pesos, mientras el C5 (con todo y los tufos de corrupción) anunciado como el proyecto más ambicioso en materia de seguridad sigue sin mostrar avances, sin contar que recibirá mucha, pero mucha menos inversión.
No es difícil distinguir las prioridades de la «nueva gobernanza» si miramos la distribución del Presupuesto de Egresos 2024. Porque, parafraseando al diputado Juan Mendoza, parece más importante seguir haciendo hoyos en el calcetín.
Pero no hay de qué preocuparse. Ya estamos a nada de que el dirigente nacional de MORENA, un tal Mario Delgado, diga bien a bien cómo va la fórmula para el Senado por Zacatecas. Total, es año electoral y la atención está centrada en «seguir haciendo historia». Que las familias que viven en la incertidumbre por tener a una persona desaparecida o no localizada esperen un poco más para tener justicia, como el homicidio de Raúl Calderón.