Y marcharon

Usaremos el eufemismo «miles de personas» para referirnos a quienes este domingo 18 de febrero se manifestaron en más de 180 ciudades del país y el extranjero, en lo que denominaron «Marcha por la democracia» para exigir respeto a las instituciones y un voto libre el próximo 2 de junio.

Se trata de la tercera marcha en su tipo y, como en las dos anteriores, también ofreció elocuentes ejemplos de la efervecencia que impera en la sociedad en el preámbulo del proceso electoral 2023-2024.

Esas «miles de personas» no marcharon por los más de 3 mil desaparecidos en Zacatecas, ni por los más de 100 mil en todo el país. Pero seguramente entre los manifestantes hubo quienes tienen entre sus familiares a una persona desaparecida o no localizada.

Tampoco marcharon contra la simulación de la estrategia de seguridad (¿»abrazos y no balazos«, se llamaba?) y los «otros datos» que maquillan la crisis nacional. Aunque probablemente entre las «miles de personas» que marcharon hubo quienes contaban entre sus conocidos a alguna «víctima de los otros datos».

No marcharon contra un Estado mexicano que no parece ofrecer garantías de elecciones seguras, un compromiso establecido en la llamada «Agenda por la Paz 2024» para el caso de Zacatecas. Porque antes del registro de candidaturas, y mucho antes del arranque de campañas, los partidos políticos ya enfrentan el asesinato de aspirantes entre su militancia en todo el país.

Esas «miles de personas» tampoco marcharon contra un sistema de partidos que perpetúa las imposición de candidatos (y el dedazo es en todos los institutos políticos) a costa de la cacareada democracia. Porque dicho sistema es el que postula «lo mismo y los mismos» a los diferentes cargos de elección popular, así se (auto)proclame «de izquierda», «de derecha», «centro», «social-demócrata» y los calificativos que usted guste, estimado lector.

No marcharon esas «miles de personas» contra los Programas del Bienestar, mucho menos contra las Pensiones para adultos mayores que reciben cada bimestre (aunque sea incompletas, mochas), a costa de desaparecer los fondos y fideicomisos con los que se garantizaba suficiencia presupuestal a estados y municipios, como el Fondo Minero o el 3×1 para Migrantes.

Tampoco marcharon contra los privilegios acumulados por una clase política rapaz (y reiteramos: se da en todos los colores y partidos) o sus representantes en las instituciones (como lo fue en su momento Lorenzo Córdova ante el INE, principal orador de la «Marcha por la democracia» en el Zócalo capitalino).

Mucho menos marcharon contra el proyecto del «viaducto elevado» que vendrá a colapsar la ya de por sí endeble economía zacatecana y se traducirá en al menos dos años de cierre de negocios en la zona conurbada, ni marcharon para exigir (por enésima ocasión) la revocación de mandato al gobernador (eso dice él) David Monreal, o para exigir justicia por los 2 mil 162 homicidios dolosos registrados con la «nueva gobernanza».

Para algunos, esas «miles de personas» marcharon ante lo que calificaron como un «México autoritario» (que garantiza el derecho a la libre manifestación, incluso con la toma de vías federales, como el caso de transportistas que exigen seguridad en carreteras).

Según esas voces, «miles de personas» marcharon contra el Presidente Andrés Manuel López Obrador por ser un «dictador» o un «tirano»; por el temor a «convertirse en un país comunista» (¡un país comunista!) y para exigir que «saque las manos de las elecciones».

Otros afirman que esas «miles de personas» marcharon contra una 4T que pretende instaurar un gobierno autoritario con un partido hegemónico (Lorenzo Córdova dixit), igualito que se vivió durante 70 años de democracia con el PRI, cuya militancia también marchó este fin de semana.

En el fondo, sería un error reducir la dichosa «Marcha por la democracia» a un pretendido respaldo a la candidatura de Xóchitl Gálvez a la Presidencia, porque no marchó (únicamente) la derecha, marchó un sector de la población que no coincide con el proyecto de la Cuarta Transformación, esa que ha dado visos de ser más derecha que la derecha (recuérdese la fallida iniciativa para despenalizar el aborto en Zacatecas).

Lo que sí ha quedado muy claro es que, en tiempos de la transparencia, con acceso a un montón de información pública (mientras el INAI y sus organismos garantes en cada entidad sigan siendo autónomos), increíblemente siga habiendo quienes prefieran vivir en la mentira. Pero, pues, cada quién…

Del otro lado, mientras «miles de personas» marchaban por la democracia, ante el Instituto Nacional Electoral (INE) realizaba su registro Claudia Sheinbaum como candidata de la coalición «Sigamos robando más» (o algo así) a la Presidencia de la República.

Ciertamente no será la primera candidata a la Presidencia que ha tenido nuestro país; sin embargo, un hecho indiscutible es que la próxima Presidencia podría tener «rostro de mujer», considerando que la próxima contienda se ha cerrado entre Shienbaum Pardo y Xóchitl Gálvez (porque eso de la tercera vía se ahogó en alcohol, y siguió dejando a Zacatecas en ridículo, por si no tenían suficiente con David Monreal).

Durante su registro, la candidata de MORENA compartió 15 principios que serán parte de su «proyecto de nación» (al que han denominado «segundo piso de la transformación»): un gobierno honesto (cualquier cosa que eso signifique); división del poder político con el económico; austeridad y disciplina financiera; garantizar libertades; respeto a la diversidad política, cultural y sexual; Igualdad sustantiva para mujeres; garantizar derechos del pueblo de México; promover desarrollo tecnológico; derechos culturales; consolidar proyectos estratégicos; soberanía energética; restauración del medio ambiente; soberanía alimentaria; fortalecer inversión privada y extranjera; y fortalecer la seguridad pública como se logró en la Ciudad de México.

Finalmente, hoy es lunes y eso no lo cambian la «Marcha por la democracia» ni el registro de una candidata presidencial.