Con 252 votos a favor, 212 en contra y 4 abstenciones, diputados federales aprobaron el dictamen por el que se crea el Fondo de Pensiones para el Bienestar, ese que se nutrirá con algo así como 40 mil millones de pesos de las Afore de trabajadores mayores de 70 años que no han sido reclamadas.
En el proceso legislativo, aún falta la aprobación del dictamen por parte del Senado de la República y, en su caso, la publicación del decreto correspondiente en el Diario Oficial de la Federación. Sin embargo, en ese proceso aún se espera que la oposición presente una impugnación ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Según los argumentos del oficialismo, con la creación de este Fondo, la clase trabajadora podrá jubilarse con el 100% de su salario base. El problema es que en México gran parte de la clase trabajadora está dada de alta únicamente con el salario mínimo y no cotiza con su salario real.
Del otro lado, la oposición acusa que el Fondo en cuestión carece de reglas de operación y que prácticamente se estarían «expropiando» los recursos de las Afore no reclamadas, con lo que se afectaría a unas 30 mil personas mayores de 70 años en todo el país.
Y aunque el llamado a la clase trabajadora es a retirar a la voz de ya los recursos que tienen en sus Afore, la verdad es que el trámite tampoco es tan sencillo y mucho menos rápido, pues para su retiro (parcial o total) hay que cumplir con ciertas condiciones como estar desempleados durante cierto lapso, por viudez, por matrimonio, por fallecimiento o, en última instancia, por retiro.
Paradójico resulta que un gobierno como el de la Cuarta Transformación iniciara su administración extinguiendo cerca de 80 fondos y fideicomisos para hacerse de recursos que permitieran financiar sus Programas del Bienestar.
Enemigos de «calentar el dinero en cuentas bancarias«, y principal razón para extinguir los fideicomisos y fondos (como el Fondo Minero), hoy vuelven a la misma figura porque seguramente advirtieron que un programa como las Pensiones del Bienestar no pueden nutrirse con recursos para gasto corriente.
Por el contrario, ocurre algo similar que con el Issstezac, pues aunque se trate de una pensión universal, con montos iguales para cada uno de los beneficiarios, el monto global destinado a dicho programa está sujeto a otras variables que demandan cada vez más recursos.
Mientras las Afores se van nutriendo de los rendimientos que genera tener el dinero guardado en las cuentas bancarias (así como los subejercicios de la «nueva gobernanza»), la Pensión del Bienestar ha dependido totalmente de los recursos asignados en el Presupuesto de Egresos de la Federación.
De ahí la necesidad de contar con un instrumento como el dichoso Fondo recién creado para generar esos rendimientos que aminoren el impacto por el crecimiento anual de la población susceptible de recibir el beneficio de la Pensión del Bienestar. ¿A costa de qué?
Recordemos que (parafraseando a Margaret Thatcher) el gobierno no tiene más dinero que el que aportan sus contribuyentes. Y como los Programas del Bienestar pueden ser considerados más un gasto que una inversión (pues no aportan al Producto Interno Bruto), se entiende que hoy México tenga el mayor déficit de los últimos años.
Esto es sólo un ejemplo de lo que le espera al país en los próximos años, si es que la población atiende al llamado «5 de 5» para votar en todos los cargos públicos por el oficialismo, que en el Congreso de la Unión votaría a favor de todo lo que venga del Ejecutivo, sin contrapesos. Lástima que la oposición tampoco pone mucho de su parte para lograr la mayoría en la siguiente Legislatura.
Resentidos
Con la seguridad de contar con la mayoría de las preferencias en este proceso electoral, la secta que controla la dirigencia estatal de MORENA se dio el lujo de decidir quiénes sí y quiénes no han militado en sus filas.
En voz de la dirigente estatal, Roxana Muñoz, «se han identificado actores que con tal de figurar políticamente en el estado mencionan haber pertenecido a las filas del partido-movimiento, cosa que es totalmente falsa, ya que se trata de quienes solamente buscan beneficios personales más no ponerse al servicio de la ciudadanía«.
No piense usted, estimado lector, que se refiere a Marco Ruelas, quien aspiraba a ser el candidato a la presidencia de Guadalupe por la coalición «Sigamos robando más» (o algo así) y al ver que impusieron en la candidatura al heredero del prófugo de la justicia, se decantó por el proyecto de su némesis: Roberto Luévano, candidato a la presidencia de Guadalupe por la coalición «Fuerza, corazón, tripas y lengua» (o algo así).
O vaya usted a saber si la pedrada fue para la diputada local Priscila Benítez, quien ha transitado en las filas del PRI y de MORENA y hoy es candidata por la coalición «La ambición nos une» (o algo así) abanderada por Nueva Alianza.
Mejor harían en explicar por qué Nieves Medellín, actual diputado local suplente, y Humberto de la Torre, actual director del SEDIF, usurpan dos candidaturas que deberían corresponder a mujeres. ¿O eso del discurso en defensa de los derechos de las mujeres es sólo a conveniencia?