
Desde que la presidenta Claudia Sheinbaum anunció los proyectos prioritarios de infraestructura para su administración, se supo que se estaba considerando la dichosa Presa de Milpillas en Zacatecas.
Y aunque en el Presupuesto de Egresos Federal 2025 no se contemplaba en los anexos alguna inversión para arrancar el proyecto, en la conferencia mañanera de este miércoles se reiteró que el proyecto va porque va, con una inversión de 8 mil 900 millones de pesos y como parte de los proyectos estratégicos de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA).
Más que adelantar vísperas, no hay que olvidar que a la «nueva gobernanza» tocará el primer paso para que este proyecto se materialice, pues en sus manos está la liberación de predios y con eso de que esta administración se ha caracterizado por el diálogo, el entendimiento y los acuerdos, escuchando siempre a la población, imagine en qué podría derivar todo esto.
Eso sí, el zar anticorrupción Ernesto González Romo, ungido como secretario de la Función Pública, debería ser el primero en protestar para que no se realice el proyecto, pues en su lógica, todo lo que lleve el sello del exgobernador Miguel Alonso Reyes tiene un tufo de corrupción. ¿O acaso en todos estos años ha cambiado su guión?
Porque, haciendo memoria, desde el sexenio alonsista (por ahí del 2013) se presentó el Programa Hídrico Estatal Visión 2030 para el estado de Zacatecas, y como parte de los retos del sector hídrico en el estado, en lo correspondiente a la estrategia «Agua para el crecimiento económico y seguridad alimentaria», ya se consideraba el dichoso proyecto hoy más conocido como Presa Milpillas.
En el documento que incluía un largo (muy largo) listado de proyectos hídricos estratégicos a realizar entre el 2013 y el 2030, con inversión que superaba los 17 mil 296 millones de pesos, se enfatizaba que «las acciones para poder llevar a cabo esta estrategia, consisten en la construcción de presas y acueductos en las cuencas Alto Santiago y Bajo Santiago. Los acueductos son para pasar el agua del Bajo Santiago al Alto Aguanaval y El Salado, con el fin de abastecer de agua potable a la zona urbana e industrial de Guadalupe, Zacatecas, Calera y Fresnillo«.
Sin embargo, también se precisaba que «la situación deficitaria del estado de Zacatecas, hace necesario recurrir a las aguas superficiales de los Ríos Tlaltenango, Valparaíso, San Juan y Juchipila. Todos estos son afluentes del Río Santiago, en su parte baja, en la cual el aprovechamiento es para la generación de energía; sin embargo, por cuestiones de prelación, el estado de Zacatecas deberá gestionar por medio de la Dirección Local de la CONAGUA y del Organismo de Cuenca Lerma-Santiago-Pacífico, la concesión de 235 hm3 de aguas superficiales, a fin de mantener el desarrollo de los municipios de Zacatecas, Guadalupe, Calera, Morelos y Fresnillo«.
Lo anterior se materializaría a través de dos proyectos: por una parte, la construcción de bombeo y acueducto Valparaíso-Zacatecas, y por otro, una presa de almacenamiento en Valparaíso. En conjunto, ambos proyectos requerirían de una inversión global de 3 mil 412 millones de pesos, divididos en tres periodos: 921.24 millones de pesos en el lapso 2013-2016; 1 mil 364.8 millones en el periodo 2016-2022; y 1 mil 125.96 millones de pesos en el periodo 2022-2030.
Concluido el proyecto (estimado en 2030), se esperaba garantizar el abasto de agua para ocho de los municipios con mayor población en el estado por los próximos 40 años. ¿Y qué ocurrió? Que se cometieron errores que costaron más de 700 millones de pesos, sin que a la fecha haya responsables ni sancionados.
Sin embargo, las consecuencias hoy resultarán más costosas, pues en 12 años el dichoso proyecto de la Presa Milpillas ideado desde el sexenio de Miguel Alonso Reyes y con el respaldo del expresidente Enrique Peña Nieto (aunque le pese al zar anticorrupción) se ha encarecido en 160.8%, es decir, hoy nos costará 5 mil 488 millones de pesos más que si se hubiera realizado la obra tal como estaba proyectada en el Programa Hídrico Estatal publicado desde 2013.
Y ese costo podría ser aún mayor si la «nueva gobernanza» insiste en sacar ventaja económica de todo proyecto, en este caso, abusando de las y los ejidatarios que hoy poseen los predios requeridos para comenzar con el proyecto, tal como ocurrió en el pasado.
Vaya paradojas: hoy el segundo piso de la transformación respalda un proyecto que surgió con el PRI en el gobierno federal y estatal, una señal de que no todo en el pasado estaba mal, a diferencia de un Viaducto elevado que nadie pidió, que ni siquiera tiene el respaldo de la administración de Claudia Sheinbaum y que, por capricho, pretende realizarse con recursos estatales.
Prioridades son prioridades…
