
¡Vaya semanita en la Universidad Autónoma de Zacatecas! Y la gobernabilidad aún está lejos de alcanzarse mientras las autoridades (electas o designadas) no entiendan para qué están en el cargo.
Lunes y martes fuimos testigos del cochinero (por decir lo menos) con el que se condujo el Consejo Universitario en lo que dicen que fue el proceso de destitución del entonces rector Rubén Ibarra Reyes. Y luego el cochinero con el que se aceptó la renuncia de Ángel Román como secretario general y la designación de Armando Flores de la Torre como rector interino para los tres meses que quedan de rectorado.
Podrá parecer poco tiempo, pero se puede hacer mucho. Para bien y para mal, incluso si el lamentable papel del Consejo Universitario sólo abonó a agudizar la crisis de la Máxima Casa de Estudios y las protestas de la comunidad estudiantil hoy parecen ser la única resistencia frente a las arbitrariedades de quienes ya se van… para dejar paso a lo mismo.
Recuérdese el proceso de huelga (previo al proceso electoral de la UAZ) en el que por 23 días se insistió en levantar la huelga para no seguir afectando a la comunidad estudiantil. Y así se les usó en el discurso, en aras de presionar en las mesas de diálogo con el Sindicato de Personal Académico (SPAUAZ).
La comunidad estudiantil también fue bandera de campaña de las dos candidaturas que contendían por la Rectoría. Algo así como cuando en política dicen que «niños y jóvenes son el presente y el futuro del país». Lugares comunes que no pasan del discurso, pues no se traducen en realidades positivas para el gremio.
Pero se prometió que la comunidad estudiantil estaría al centro de las decisiones, que se les iba a escuchar, que sería tomada en cuenta y blablablá. La realidad es que ni siquiera en la sesión extraordinaria de este lunes y martes se les permitió participar en la discusión sobre la renuncia y la destitución de Rubén Ibarra. ¿De verdad se comprometieron a darle voz a la comunidad estudiantil?

Ni qué decir del compromiso de escucharles y atender sus demandas. En lo que va de este rectorado espurio, en una extensión de mandato haiga sido como haiga sido por decisión del Consejo Universitario, ¿cuántos casos de acoso y hostigamiento fueron atendidos? Porque ha sido el rectorado con mayor número de manifestaciones de la comunidad estudiantil.
Son precisamente las y los estudiantes quienes han sido víctimas de la violencia en el estado (recuérdese la mega marcha por el asesinato de dos jóvenes universitarios), pero también víctimas de la violencia universitaria, porque ha habido más de un caso de suicidio entre la comunidad estudiantil producto de las violencias que se viven en las aulas. ¿Y qué se hizo al respecto?
Tanto silencio, tantos oídos sordos de la autoridad, sólo dejaban una alternativa: la protesta pública. Y ni siquiera así ha cambiado el actuar de la autoridad.
Las y los jóvenes universitarios han sido agredidos, ha habido represalias por sus manifestaciones en contra del cochinero en la UAZ a manos de un grupúsculo de personas que sólo sueñan con mantener sus intereses y privilegios, incluso si eso implica proteger en un manto de pureza e inocencia a un agresor sexual confeso. Igualito que la 4T.
A la comunidad estudiantil se le ha criminalizado en redes sociales y en ciertos «medios de comunicación», y hasta se les ha negado la entrada a eventos organizados por la propia Universidad, como ya ocurrió en el Museo Zacatecano. El colmo hubiera sido que en pleno acto por el Día del Estudiante en el Teatro Calderón, se le prohibiera el acceso al estudiantado que se mantenía en protesta.
El diálogo que prometió Ángel Román, hoy rector electo, contrasta con su silencio sobre la crisis de la Universidad. Ahí quedaron en el camino sus discursos de la unidad y los acuerdos y la inclusión y sabe qué más, porque todo se viene abajo con un silencio cómplice.
La promesa del rector interino Armando Flores de la Torre (haiga sido como haiga sido) de dar gobernabilidad a la UAZ y de atender a todos los sectores, incluyendo las denuncias de la comunidad estudiantil, han quedado en mera labia, mero discurso, palabras que se lleva el viento y, como viento, avivan la llama de la protesta.
Porque hasta el momento, de las demandas de la comunidad estudiantil, únicamente hizo entrega de una copia del acta de la sesión del lunes y martes en la que se aprobó (haiga sido como haiga sido) la destitución de Rubén Ibarra Reyes como rector de la UAZ, la renuncia de Ángel Román a la Secretaría General, y la designación de Armando Flores como rector interino.
Sólo el acta. No se ha exhibido el contenido del documento que justifique la destitución y en qué términos. No vaya siendo el mismo tono redentor y victimista que la carta de renuncia. Tampoco se ha informado del proceso de rescisión laboral de Ibarra Reyes, con documentos en mano, mucho menos si ya se solicitó a la autoridad federal darle de baja del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
Por negarse a escuchar a la comunidad estudiantil, el Instituto Zacatecano de Cultura se vio obligado a realizar un homenaje póstumo al artista plástico Ismael Guardado en el Vestíbulo del Congreso del Estado debido a la toma de diversas instalaciones universitarias como la Rectoría. Así que, por esa cerrazón de la autoridad, el homenaje póstumo estuvo muy por debajo del nivel que merecía quien diseñó el «Prometeo» emblemático de la Unidad Académica de Derecho y símbolo de toda la Universidad.
Los visos de cerrazón parece que continuarán, pues aunque se haya entregado copia del acta de la sesión del lunes y martes, las protestas estudiantiles están lejos de terminar. Tal vez por eso el evento programado para este viernes 23 de mayo con motivo del Día del Maestro tuvo que ser suspendido. No vaya siendo que la comunidad estudiantil se manifieste mientras reconocen a docentes acusados de acoso y hostigamiento en los llamados «tendederos».
Lo importante es que la comunidad estudiantil es muy importante (disculparán la reiteración) para la autoridad universitaria, ¿verdad?
