Los gritos de “¡presidente! ¡presidente!” callaron cuando el senador Ricardo Monreal anunciaba la suspensión del informe de actividades de la senadora Soledad Luévano.
Minutos antes, en el municipio de Trancoso, habían fallecido en accidente automovilístico el senador Faustino López y su esposa, Pilar Hernández, cuando se dirigían a Zacatecas para acudir al evento.
También minutos antes se había informado de la fuga de siete personas del Cerereso de Cieneguillas, entre secuestradores, homicidas y feminicidas acusados de delitos federales y del fuero común.
Este último hecho no ameritó la suspensión del informe de labores (o acto adelantado de proselitismo, como quiera verse), más bien una tragedia que se inserta en una coyuntura nacional.
Acompañaban a Ricardo Monreal los senadores María Antonieta Cárdenas, de Jalisco; María Merced González, de Hidalgo; Sergio Pérez, de Morelos; Eli Cervantes, de San Luis Potosí; Navor Rojas, de Hidalgo; Daniel Gutiérrez, de Aguascalientes; y Eduardo Ramírez, de Chiapas.
Todos se encontraban en conferencia previa al informe de la senadora Soledad Luévano cuando recibieron la noticia del terrible accidente y, minutos más tarde, coincidieron en el teatro Calderón con otros actores políticos como Saúl Monreal, alcalde de Fresnillo; Maricarmen Salinas, tesorera del Senado; el senador José Narro; Teté Inguanzo y Oralia Félix, subsecretarias de la SECTURZ; Ricardo Olivares, secretario de Finanzas y representante del gobernador David Monreal en el evento; sin olvidar al pupilo de la senadora, el diputado local Ernesto González Romo.
La convocatoria fue más bien escasa y la senadora, sin empacho, atribuyó el hecho a la secta, que “dio la orden para que ningún medio cubriera mi conferencia de prensa, amenazaron a la gente para que no acudieran a mi informe y me sembraron manifestantes”.
Sin embargo, ambos eventos (tanto la conferencia de prensa como el informe de labores) parecían más dirigidos a ser plataforma de promoción del senador zacatecano, quien acaparó las preguntas de la prensa que atendió a la convocatoria.
Ahí, Ricardo Monreal hizo lo que su hermano David Monreal no ha podido hacer frente a los embates que ha sufrido el de Puebla del Palmar, a diferencia de un Saúl Monreal que ya ha hecho su declaración de principios y con quién está en esta guerra que ya ha comenzado.
Dos temas coyunturales ameritaron la atención de Ricardo Monreal: la reciente reforma para mantener a las fuerzas armadas en las calles y el presunto acuerdo firmado entre los gobiernos de Zacatecas y de Estados Unidos, violando supuestamente el artículo 117 constitucional (un tema que no quedará claro hasta que se transparente el acuerdo firmado).
Sobre la primera, tal parece que no volverán los desayunos en Palacio Nacional, más cuando expresa que “con el Presidente hay buen entendimiento a través del secretario de Gobernación”, Adán Augusto López, mismo interlocutor con el gobernador cuando se requiere del apoyo de la Federación.
Del segundo tema, el senador parecía cargar con el peso de haber impulsado (¿impuesto?) a David Monreal como gobernador y arrastrar con el lastre de un yerro tras otro.
De otra manera no se explica por qué en cada visita a Zacatecas deba salir en defensa de quien hoy es gobernador, calificándolo una y otra vez de “inteligente” o destacar su “capacidad” para sacar adelante al estado. Será que la secta controla sus decisiones y por eso no ha dado muestra de las virtudes que tanto pregona el patriarca de la familia.
En el fondo, lo que se aprecia es otro frente de batalla abierto con la secta, que ha coptado cualquier muestra de respaldo al monrealismo, ese que “es complementario” del obradorismo porque “sostienen los mismos principios”.
Ya se verá si el desayuno de esta semana con el secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, rinde frutos para Zacatecas, más en medio de la coyuntura por el presunto “intervencionismo” del gobierno de Estados Unidos en la guerra que libran diversos cárteles en Zacatecas.
Simulación legislativa
Tras la primera semana de comparecencias ante el pleno de la 64 Legislatura, queda claro que la nueva gobernanza no ha podido deslindarse de su responsabilidad en los subejercicios, sobre todo cuando se echan la bolita entre dependencias.
Porque a poco más de dos meses de concluir el ejercicio fiscal 2022, y con la presión de los yerros cometidos en las primeras comparecencias, tuvieron que recurrir a una plenaria con alcaldes de los 58 municipios para ver cómo comprometer el recurso que no han podido o no han querido gastar.
El pretexto fue recabar las necesidades de cada región para ser integradas en el Paquete Económico 2023, próximo a presentarse ante el Poder Legislativo. Solo que el anteproyecto ya está listo y seguramente no le moverán una sola coma, como ocurrió el año pasado.
De otra forma, no se explica por qué la glosa del informe ha carecido de cuestionamientos y han abundado las “cartitas al Niño Dios”, un tema muy evidente en la comparecencia del secretario de Obras Públicas, Guillermo Carrillo Pasillas, quien solo atinó a precisar que a la fecha van 25 obras concluidas por 90 millones de pesos de los más de mil millones presupuestados para la dependencia.
Será que hay al menos 34 obras por 684 millones de pesos en ejecución, además de otras 24 obras por 104 millones de pesos en proceso de contratación; 4 obras más por 41 millones de pesos con oficio de ejecución o en desarrollo; una obra pendiente de aprobación en lo local y otra ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. A estas alturas del ejercicio fiscal…
Tan interesante estaría la comparecencia del secretario de Obras Públicas que mientras el pleno hacía como que analizaba las acciones emprendidas por la dependencia en el último año, el diputado Xerardo Ramírez se enfrascaba en chismes de lavadero en redes sociales y en el Vestíbulo el Congreso entregaba “becas por única ocasión” por un monto de 700 pesos cada una. Dicen que “primero lo que deja y después…”.