Durante el 2020 la pandemia por el COVID-19 generó incertidumbre en la población mundial, pero las decisiones tomadas por los gobiernos para hacer frente a esta situación incidieron en mantener sus posiciones en el Índice de Felicidad o enfrentar descalabros como el de México.
En el 2019, nuestro país se encontraba en el lugar 23 de 149 en el ranking global de felicidad y para el año pasado cayó a la posición 46, una caída de 23 posiciones y hoy se ubica con niveles de felicidad por debajo de otros países de Latinoamérica como Costa Rica, Uruguay o Brasil.
El Índice de Felicidad es desarrollado con cifras de Gallup, una consultora global de análisis estadístico, y engloba el promedio de las evaluaciones de vida, bienestar y emociones subjetivas de los habitantes de cada nación, además de incorporar información sobre seguridad, economía, empleo y corrupción.
De acuerdo con la media obtenida, para el 2020 los mexicanos califican con 5.964 (en una escala del 1 al 10) su nivel de felicidad, mientras que antes de la pandemia la nota era de 6.465 puntos. Con la crisis global, la mayoría de los países evaluados siguieron esta tendencia a la baja en sus niveles de bienestar.
La nota más alta la conservó Finlandia, el país más feliz del mundo, con 7.889, seguido por Islandia y Dinamarca con calificaciones de 7.575 y 7.515 respectivamente, completando el top 3 de naciones con mayor bienestar social.
Costa Rica es el país de Latinoamérica con mayor nivel de bienestar en su población, en la posición 16 de 149 y con una nota de 7.069. Es el único país latino e hispanohablante con cifras similares a las de los nórdicos y europeos.
Los sondeos realizados muestran que aunque las emociones cambiaron con la pandemia, la satisfacción a largo plazo con la vida fue menos afectada. Los 10 primeros países con los índices más altos de felicidad son Finlandia, Dinamarca, Suiza, Islandia, Holanda, Noruega, Suecia, Luxemburgo, Nueva Zelanda y Austria.
El éxito comparativo de Finlandia en el control de la pandemia pudo haber contribuido a la confianza de la población en el gobierno. El país tomó medidas rápidas y extensas para frenar la diseminación del virus y tiene una de las tasas de mortalidad por COVID-19 más bajas en Europa.
Además, de acuerdo con el informe, se ha detectado un incremento generado de los problemas de salud física y mental, una crisis laboral inédita y una ola de incertidumbre económica. Se encontró que las emociones de la población han sido impactadas incluso más que sus realidades: la cantidad de personas que dijeron estar tristes o agobiadas incrementó 10 por ciento.
La recuperación de la confianza, certidumbre y bienestar también estarán ligadas a los enfoques de las políticas públicas de las naciones, por lo que deberán considerarse en sus procesos de reactivación social y económica.
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