Esa es la sensación que dejó el ejercicio “democrático” que organizó el Instituto Electoral del Estado de Zacatecas que dirige el consejero presidente Virgilio Rivera. Si en eso van a gastar el presupuesto, mejor que no hagan nada, porque de muy poco sirvió para convencer a la ciudadanía de que tal o cual propuesta de gobierno es la mejor.
Eso de saturar de temas y pretender resumir un proyecto de gobierno sexenal en 60 segundos es de lo más inviable. Los candidatos tenían que decidir si utilizaban su tiempo en presentarse, en plantear una que otra propuesta (sin la capacidad de argumentar porque el cronómetro no perdona), atacar al contrincante o defenderse de los ataques.
En una valoración cuantitativa sobre el número de propuestas presentadas por cada candidato, a Nany Romo le faltaba tiempo para exponer todo el pliego de proyectos a emprender y, sin embargo, fue quien expuso una mayor cantidad.
Pero si hablamos en lo cualitativo, en que dichas propuestas de verdad correspondieran a un proyecto de gobierno coherente con la situación que vive la entidad, Flavio Campos se lleva las palmas. Aunque breve, su capacidad de análisis y argumentación le permitió exponer propuestas viables, sensatas y realizables. En cambio, otros se enfrascaron en discusiones estériles.
El pleito entre Claudia y David
Tal vez fue el formato tan cutre del debate, pero Claudia Anaya, candidata de la coalición Va por Zacatecas, lució sombría durante sus intervenciones. Durante los últimos años acostumbró a las audiencias a comentarios brillantes en la tribuna del Senado o en la Cámara de Diputados, argumentando y empleando el sarcasmo con maestría. Ahora nada de eso se vio.
A diferencia del debate del 2015, cuando se concentró en exponer todas sus propuestas y responder con golpe certero al final del debate, en esta ocasión se dejó llevar al juego de las acusaciones en el que la metieron David Monreal, candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, y Miriam García Zamora, candidata de Fuerza por México.
¿Novedades? Nada nuevo hay bajo el sol. No hubo los grandes escándalos, las acusaciones versaron sobre temas que los propios medios de comunicación han sacado a la luz, e incluso trataban de argumentar exponiendo publicaciones de medios a los que ellos mismos acusaron de violencia política de género. ¿Entonces cuándo sí y cuándo no aplica eso de la “libertad de prensa” y la “libertad de expresión”?
Pero en esta guerra de descalificaciones, hubo una cuarta persona: Lupita Medina, candidata de Partido Encuentro Solidario (PES), quien tuvo la “delicadeza” de nunca mencionar al Partido Acción Nacional (PAN) en sus señalamientos. Claro, son sus raíces…
Centrados en sus propuestas
Del otro lado, aunque dispares y en ocasiones muy improvisados con sus planteamientos, hubo cinco candidatos que evitaron meterse a un ring ajeno y se concentraron en sus propuestas: Bibiana Lizardo, de Movimiento Dignidad; Flavio Campos, de PAZ Para Desarrollar Zacatecas; Fernanda Salomé Perera, de Redes Sociales Progresistas; Nany Romo, de Movimiento Ciudadano; y Javier Valadez, del Partido del Pueblo.
A diferencia de la elección del 2018, donde Movimiento de Regeneración Social (MORENA) capitalizó el enojo social hacia los gobiernos de entonces, en esta ocasión esa coyuntura quedó atrás y mucho se esperaba que se evitaran las confrontaciones o, de hacerlo, que al menos tuvieran el nivel requerido y no meros pleitos de mercado.
Lo cierto es que no haberse metido en la discusión y centrarse en sus propuestas, quizá le haya generado mayores adeptos a esos cinco candidatos, tal vez los suficientes para mantener su registro en este proceso electoral.
Lástima que el formato del debate estuvo tan mal planeado que no había forma de exponer todas las propuestas, pero tampoco de cuestionarlas, analizarlas y compararlas. Apenas terminaba de hablar uno cuando ya le tocaba al siguiente y ni siquiera estaban preparados para ese ritmo.
Para los moderadores, los periodistas Irma Mejía y Alonso Chávez, debió ser un enorme reto coordinar las intervenciones. Incluso llegó un momento en el que tuvieron que apelar al respeto al tiempo de cada candidato y el orden de las intervenciones. Desde aquí vaya un reconocimiento a su profesionalismo.
¿Y quién ganó el debate?
Nadie, porque los debates no se ganan, o al menos eso enseñaban en las clases de civismo desde la primaria. Lo cierto es que, según la encuestadora Massive Caller, en las mediciones rápidas a propósito del debate, Claudia Anaya tuvo el mejor desempeño y llevaría amplio margen de ventaja frente a David Monreal. Solo hay que considerar que únicamente 1 de cada 4 encuestados estaba viendo el debate. De ese grado fue el desinterés de la población encuestada.
Finalmente, al término del debate, se pudo ver a un David Monreal declarándose ganador (a pesar de su pobre desempeño y de repetir una y otra vez “fue el PRIAN… fue el PRIAN… fue el PRIAN…”) e incluso desfilando en una caravana tipo rally de preparatoria, presumiendo un cinturón trofeo como los que hay en el box. O sea… ¿cómo calificar las intervenciones de Miriam García para atacar a Claudia Anaya por los mismos motivos que David Monreal?
Tan mala fue la pelea que los tres vinieron a hacer lo que tanto pidieron que no se realizara: golpeteo, difamación, calumnias, guerra sucia. ¿Con esas acciones, qué credibilidad pueden tener? Y sin embargo, aún conservan cierto margen de credibilidad.
Lo importante será que inicia el segundo mes de campañas y serán cuatro semanas decisivas para definir el sentido del voto de quienes aún no están convencidos de cuál plataforma política es la menos peor.