Este día miles de zacatecanos seguro estarán a la expectativa de la pirotecnia con motivo del Grito de Independencia, ese espectáculo de fuegos artificiales que para este año tendrá un costo de más de 2.5 millones de pesos que se esfumarán en unos cuantos minutos. Oropel para disfrazar el rechazo popular hacia la nueva gobernanza.
Después del primer (des)informe de gobierno de David Monreal, esta ha sido una semana de informes de gobierno en los municipios y, quién sabe por asesoría de quién, el mandatario ha realizado una gira para acompañar a diversos alcaldes de todo el estado en estos actos de rendición de cuentas.
El problema con los informes de gobierno es el formato tan obsoleto que no se traduce en una mejor percepción de los gobiernos y que al final se han convertido en la plataforma de aplausos para hacer frente al descontento social, más que actos de rendición de cuentas.
En esta gira del gobernador por diferentes municipios, en su mensaje reitera con frecuencia algunos elementos. Por una parte, la insistencia de las “cifras alegres” en materia de seguridad (que distan mucho de la percepción social); y por otra, destaca la inversión realizada por el Gobierno federal mediante los Programas del Bienestar, una inversión que unos días dice que ronda los 7 mil millones de pesos y otros días ya alcanza los 10 mil millones.
El detalle es que en todos sus mensajes de esta gira por municipios, David Monreal parece más el vocero de la delegada de Programas para el Desarrollo, Verónica Díaz Robles, en una especie de promoción anticipada de la funcionaria federal rumbo a los próximos procesos electorales, al atribuirle la representación del Presidente Andrés Manuel López Obrador y la “buena voluntad” para distribuir esos miles de millones de pesos en Programas del Bienestar.
Pero más allá de la violación a las disposiciones establecidas para estos programas, la presencia del gobernador en los informes de gobierno en los municipios poco ayuda a mejorar su percepción y la de los alcaldes a quienes ha acompañado en los últimos días.
Cargando con los negativos que le han llevado al sótano de la aprobación ciudadana en múltiples mediciones de casas encuestadoras, David Monreal transmite esa carga negativa a los alcaldes que se han dejado acompañar en sus informes de gobierno y si estos tenían algo de aceptación, de pronto despiertan la animadversión de la ciudadanía con una figura poco grata entre los zacatecanos. Ahora entendemos por qué algunos presidentes municipales han optado por tomar distancia.
Por eso llamó la atención que Jorge Miranda Castro fuera hasta el momento el único alcalde a quien el gobernador ha acompañado en sus dos eventos programados para rendir cuentas: por la mañana, en sesión solemne de Cabildo; y por la tarde, en el mensaje dirigido a la ciudadanía.
La presencia del gobernador no estaba contemplada en el primer evento, en el cual ya se percibía cierta tensión entre los presentes, pues ya sea por descuido o de manera intencional, el saludo de cortesía a la delegada Verónica Díaz Robles no estuvo entre los prioritarios y fue evidente la incomodidad de la funcionaria federal, quien permaneció con la boca recta las dos horas que duró el informe, sentada junto a uno de sus principales incómodos: el diputado Xerardo Ramírez.
Más allá de esos “descuidos” en las relaciones públicas, el alcalde capitalino Jorge Miranda reiteró en dos momentos una expresión para pensar. Al dirigirse a la síndico Ruth Calderón para agradecer los puntos de coincidencia, también le expresó: “la grilla es hasta el 2024”.
Para el exsecretario de Finanzas tampoco han sido tiempos fáciles para gobernar. Hoy cuenta con un Cabildo quizás en las mismas circunstancias que le tocaron a su antecesor y ha sabido sortear las diferencias sin entrar en el desgaste judicial.
Además, en un año de gobierno, aún cuesta desprenderse de esa imagen de burócrata de escritorio, aunque lo ha intentado (en algunos casos con éxito).
Durante toda su trayectoria en la vida pública se le ha conocido más como un perfil administrativo y, como tal, es posible advertir su mano en este primer año de gobierno. No es algo malo, pues todo gobierno requiere dedicarle tiempo a la eficiencia administrativa que se traduzca en acciones de beneficio social en la calle, ahí donde se ganan o se pierden votos. La dificultad es lograr el equilibrio.
En el recuento de cifras ofrecido por Miranda Castro, algunas cosas pueden destacarse, como el proyecto de modernización del alumbrado público sin endeudar al municipio, el programa de audiencias públicas para optimizar la inversión en los puntos donde más se necesita, sin olvidar la implementación del Presupuesto Basado en Resultados.
Por encima de todo, el principal reto del alcalde capitalino sigue siendo enfrentar los negativos a su paso por la Secretaría de Finanzas, cuyo principal promotor es el gobernador que en cada discurso se sigue remitiendo a las “herencias malditas”.
Tampoco corrió con mejor suerte el alcalde de Jerez, Humberto Salazar. En un municipio que ha sido noticia internacional por los problemas de violencia e inseguridad, con comunidades abandonadas y miles de desplazados, alardear con “cifras alegres” de que se está ganando la batalla contra la delincuencia es más un acto de cinismo, pero lo hicieron tanto el alcalde como el gobernador David Monreal.
Humberto Salazar también enfrenta fricciones con su Cabildo. Ya en su informe de labores, al cual no acudió la delegada Verónica Díaz, fue recibido por una protesta de algunos regidores, incluyendo a la síndico Adriana Márquez. Y fue acusado de traicionar los principios de la Cuarta Transformación, un grave señalamiento para quien llegó a la presidencia municipal por esa coalición.
En este primer año de gobierno ha tenido múltiples oportunidades para legitimar su administración, considerando el rechazo popular a su antecesor, y sin embargo, no ha podido sortear al 100% las diferencias con su Cabildo, una señal de alerta ante un escenario espinoso como el que vivió la Capital en la última administración.
Además de este reto, algo tendrá que hacer para cambiar la percepción ciudadana y que vuelva la algarabía a un Pueblo Mágico que ha perdido su colorido. El primer paso es reconocer el problema y, luego, enfrentarlo. Y si a eso le suma una “sana distancia” con la nueva gobernanza, quizás esta percepción cambie pronto.
Este 15 de septiembre también se espera la presencia del gobernador en los informes del alcalde de Fresnillo, Saúl Monreal Ávila, y de Guadalupe, Julio César Chávez Padilla. Ambos, reelectos para un segundo periodo.
En el caso del primero, a pesar del desgaste de llevar cuatro años al frente del municipio, sigue manteniendo niveles de aprobación “aceptables” que bien le podrían abrir las puertas a una candidatura al Senado en el 2024. A menos que las cúpulas de la coalición Juntos Haremos Historia consideren que el apellido Monreal es no grato para la Cuarta Transformación.
En el caso del segundo, ya no sabemos quién tiene mayor rechazo popular: el alcalde o el gobernador. Lo cierto es que en su cuarto año en el cargo, quien luchaba por la “no reelección” ha demostrado que sigue siendo un farsante experredista, expriísta y hoy neomorenista con corazón panista. Y si a ello se suman los negativos de andar “de manita sudada” con el gobernador y la delegada del Bienestar, bonita fórmula para el descontento social.
¿Quién arrastrará más negativos en este primer año de gobierno?, ¿quién sabrá sortearlos mejor en su segundo año?