Sororas y unidas ante un gobierno represor

Texto y fotos: Esther Consuegra

Nunca, en la historia del Movimiento Feminista de Zacatecas, la represión, el desmedido e inhumano uso de la fuerza pública se había mostrado como el rostro más brutal de la violencia institucional encabezada por el enanismo político personificado por el Secretario General de Gobierno, Rodrigo Reyes Mugüerza, y del propio Ejecutivo estatal, el gobernador David Monreal, quienes no dudaron en ordenar a las fuerzas policiales para golpear, amedrentar y arrastrar por la plancha de la Plaza de Armas a mujeres que marcharon, protestaron, se manifestaron y documentaron desde los medios de comunicación el 8M, Día Internacional de la Mujer.

«Soy prensa», «¡Tú también, perra!», «¡Somos prensa! ¡suéltala!», son expresiones de coraje, valentía y horror las que se vivieron al que muchas pensamos que sería el final de la marcha por el 8M en la entidad; sin embargo, compañeras fotoperiodistas golpeadas, “levantadas” y agredidas físicamente, principalmente por hombres –pero también por mujeres policías– armados con toletes, escudos y gas pimienta contenido en extintores de fuego, decidieron estrujar, arañar, golpear y amenazar a mujeres, algunas menores de edad, dando como resultado al menos 18 detenciones en la Comandancia de la Policía Municipal.

¿El pretexto para golpear y reprimir desde la oficialidad? Una valla de metal y varias tapias altas que resguardaban celosamente las puertas de Palacio de Gobierno y la Casa de los Perros, para desatar una feroz represión por parte de mujeres policías –y hombres policías estatales, municipales y de la Fuerza de Reacción Inmediata–, además de agentes de Seguridad Vial. Todos ellos, con una rabia inaudita, esperaron la orden para salir del Callejón de las Campanas y golpear brutalmente a todas, sin distingo, someterlas y manchar una protesta legítima que en el marco del 8M terminó en Zacatecas con enojo, coraje y frustración.

A la detención y liberación de manifestantes y de la reportera detenida y golpeada, a pesar de identificarse como prensa, le siguieron las protestas de activistas a las afueras de la Comandancia de la Policía Municipal, así como actos de sororidad institucional de mujeres que, a “título personal”, intentaron lavarle la cara a un gobierno represor que pregona en papel a Zacatecas como el “Año de la Paz” y que en los hechos violenta, reprime –vilmente– los derechos humanos de las mujeres, ahora de manera franca, de manera física, pero desde que inició en 2021 de manera institucional, laboral y sexual.

A la jornada violenta le siguieron las desafortunadas y torpes declaraciones de un secretario general de Gobierno, quien intentó de la manera más cínica, sin lograrlo, justificar las acciones de represión y violencia contra las mujeres y que quedaron exhibidas en miles de videos y fotografías que colocan a Zacatecas en la mira de la opinión pública a través de medios nacionales e internacionales, que dan cuenta de que el funcionario represor con aires de pitoniso no sólo cumplió la advertencia sobre que la marcha sería violenta, desatando la violencia bajo el comando y órdenes de él mismo, sino que resultó que los grupos de choque e infiltrados de otros estados son los propios mandos policiales y políticos.

El desarrollo

La “marea morada” irrumpió con fuerza al filo de las 3:30 de la tarde, cuando inundó el boulevard metropolitano Adolfo López Mateos, donde miles de mujeres agrupadas al menos en 27 colectivos integraron al llamado “Bloque de las Infancias”, madres, niñas y niños pequeños, quienes aguardaban al continente mayoritario mientras hacían cartulinas con consignas como “queremos que mamá regrese sana a casa”, “nos crecieron alas”, entre otras que se fundieron en la marcha que comenzó en las inmediaciones de Ingeniería y recorrió todo el Centro Histórico de la capital y que fue encabezada por las “Madres Buscadoras”, quienes desplegaron el gran manto que tejen ante la indolencia de una autoridad rebasada en todos los renglones de la vida social, económica y de seguridad de Zacatecas.

Flanqueados por vallas triples de acero, vigilancia policial del orden municipal y estatal desde temprana hora, los edificios públicos y negocios colocaron protecciones de metal y madera desde el pasado jueves 7 de marzo, hecho que permitió que la marcha se desarrollara en aparente orden en el que, paradójicamente, lo que más se cuida son los vidrios y las canteras.

Esto, sin que la presencia del autodenominado «bloque negro» –feministas que accionan la protesta elevada a la iconoclasia– y que como cada año son el pretexto perfecto para, desde la parte oficial, de la opinión pública, los medios de comunicación inundados de opinadores hombres que no disimulan su misoginia, así como de una ciudadanía que criminaliza la protesta y enfoca las baterías a una expresión de la marcha por el 8M para desvirtuar el movimiento de las mujeres feministas organizadas.

Pañuelos verdes, morados, pancartas elaboradas a mano, lonas de feminicidas, carteles de deudores alimentarios y todas las consignas contra las desigualdades, violencias e injusticias de las mujeres fueron apareciendo a lo largo de las calles y callejones y de la principal arteria vial que hoy por hoy representa uno de los epicentros de disputa, lucha social e intereses económicos para la construcción mediante el dispendio de un oneroso Viaducto Elevado, con un costro de más de 3 mil millones de pesos, mientras se desatienden todas las demás necesidades y reclamos sociales, como lo es la seguridad, ya no decir de políticas públicas para la erradicación de la violencia contra las mujeres…

Eso puede esperar con macana en mano y gas pimienta mientras se siga promoviendo una campaña virtual aderezada con cancioncillas ridículas que rezan que «¡juntos somos paz!», mientras en las paredes quedaba el reproche: “así pónganse con el narco, culos”.

La pintura rociada a las afueras de un Palacio de Gobierno fue retirada pasada la 1 de la mañana de este sábado con la misma velocidad con la que amurallaron el recinto, símbolo de inoperancia y torpeza de la administración actual, mientras que las reporteras y fotoperiodistas comenzaban su peregrinar en la Comisión Estatal de Derechos Humanos para presentar su denuncia por las agresiones y más tarde ante la Fiscalía Especializada en Derechos Humanos, en su unidad de Atención a Periodistas y Defensores de Derechos Humanos, en uno de los episodios más indignantes y violentos contra las mujeres que se recuerden en el marco del 8M en la entidad y que se suman a las desapariciones y feminicidios que, de acuerdo a la organización Causa Común, sumaron 37 en 2023, donde mujeres de la tierra de la “paz, bienestar y progreso” fueron asesinadas con crueldad extrema.

Pero las violentas somos las mujeres, las infiltradas, las revoltosas, las destructoras y las que estaremos desde los medios, el activismo y las colectivas para recordarles que el “Estado opresor es un macho violador”.