Dos votos y la unidad

Una diferencia de apenas dos votos llevó a Jenny González Arenas a ocupar la Secretaría General del Sindicato de Personal Académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas (SPAUAZ) en mayo de 2023.

En ese entonces, la esperanza en una nueva etapa sindical se había renovado luego de haber ganado frente al oficialismo cómplice (y sumiso) del rector espurio Rubén Ibarra Reyes. Y por primera vez una mujer encabezó al gremio docente sindicalizado de la Máxima Casa de Estudios.

Sin embargo, esa diferencia de apenas dos votos que le dieron el triunfo ya dejaban ver que se enfrentaría a un gremio dividido, polarizado, que generarían resistencias al interior del Sindicato, y nunca hubo visos de González Arenas por fomentar la unidad sindical.

Su primer informe anual de labores al frente del SPAUAZ fue poco más que accidentado, pues no respondía a los compromisos que hiciera en campaña, muchos de los cuales no estaban en sus manos sino que eran responsabilidad de la administración central y, aún así, los prometió.

No se olvidan las protestas de docentes mientras Jenny González trataba de exponer los resultados de su primer año de gestión al frente del Sindicato, en el que quedó a deber porque se limitó a exponer una auditoría de gestión al Comité Ejecutivo que le había antecedido, entonces encabezado por José Juan Martínez Pardo.

Su segundo año de gestión no ha sido menos complicado, especialmente porque la unidad sindical se vio muy lejana frente al discurso sectario de la líder del SPAUAZ, y esa división quedó de manifiesto con la compra (en subasta) de lo que fuera una tienda del ISSSTE para convertirlo en las nuevas instalaciones del Sindicato.

Dicen que no hay que hacer cosas buenas que parezcan malas, ni malas que parezcan buenas, y la decisión arbitraria de González Arenas para adquirir un bien inmueble al ISSSTE, aunque cumpliera los requisitos de compra-venta, no respetó el procedimiento de someter la decisión a consideración de la asamblea sindical.

Ese fue el principal motivo por el que dichas instalaciones fueron tomadas durante varios por quienes no estaban de acuerdo con el proceder de su líder sindical, una líder que nunca buscó representar a todo el gremio y mucho menos buscó unificar al SPAUAZ, pese a que su triunfo estuvo marcado por una diferencia de apenas dos votos.

El proceso de huelga a principios de este 2025 también dejó varios desencuentros, pues ya desde entonces había voces que acusaban que el proceso sería la plataforma para impulsar a Jenny González a la Rectoría de la UAZ y el tiempo les dio la razón.

No se puede negar la habilidad y el conocimiento técnico que mostró durante las mesas de trabajo con la parte patronal, mesas a las que nunca se presentaría el rector Rubén Ibarra (eso hubiera sido hacerle el caldo gordo a quien aspiraba a una candidatura a sucederle en el cargo).

Fueron 23 días de huelga en los que la entonces líder del SPAUAZ ya medía fuerzas contra quien sería su contrincante en la lucha por la Rectoría: el secretario general, Ángel Román. Y fue la intervención de este último (y no la del Rector) la que permitió la conciliación y los acuerdos, mucho más que ahondar en las divisiones que ya arrastraba la entonces líder sindical.

La huelga se hubiera conjurado mucho antes de no ser porque a cada mesa de trabajo surgían nuevas exigencias no consideradas en el pliego petitorio inicial y que, para algunos, sugerían que González Arenas ya excedía su posición al frente del SPAUAZ por visos de revanchismo que parecían conducir a una crisis institucional.

Sin pensar que apenas dos votos le habían dado el triunfo para encabezar los esfuerzos desde el SPAUAZ, y que en casi dos años en el cargo nunca trabajó en fortalecer la unidad sindical, dio el paso y se registró en la convocatoria para la renovación de la Rectoría.

Fue un trámite que no hubiera logrado de no ser por un amparo frente al recurso legal interpuesto por un sector de docentes sindicalizados que seguían (y siguen) cuestionando la decisión arbitraria de adquirir un bien inmueble al ISSSTE, afectando el patrimonio de los sindicalizados y sin haber sometido la decisión a consulta de la asamblea sindical.

Porque ese amparo llegó justo a tiempo, antes de que cerrara el plazo de registros para participar en la actual contienda al interior de la Universidad, pero cuyos efectos aún no concluyen y eventualmente deberá responder ante la justicia por una demanda legítima de quienes debió representar en su momento, buscando la unidad, y no lo hizo.

Pensar que ganando la Rectoría se puede utilizar a la comunidad universitaria para aspiraciones políticas es un error que no se ha medido en su magnitud. Lo intentó en su momento Rubén Ibarra para presionar al gobierno por más recursos para la Universidad (pero también para una postulación a un cargo de elección popular) y así le fue.

Más importante es el adeudo histórico con el ISSSTE y las vías para resolverlo, pues no depende únicamente de las buenas relaciones con dicha institución, pues sí o sí se requiere la firma del Gobierno del Estado para avalar cualquier convenio de solución, una firma que ni siquiera pudo conseguir Rubén Ibarra, con todo y que fue tapete de la «nueva gobernanza». Y los discursos polarizantes que se alejan mucho de la cooperación y el fomento de la unidad en pos de la Universidad poco abonan a ese fin.

No se trata de violar la autonomía universitaria con la participación del Poder Ejecutivo; se trata de resolver y dar cauce a una crisis financiera a través de los canales que obliga la normatividad. Y si esa norma establece que debe firmar el Gobierno del Estado como aval, ¿enemistarse con el oficialismo llevará a la solución?

Hoy que concluye el periodo de campañas en la Universidad habrá que preguntarse qué alternativas tiene la comunidad universitaria, primero, para trabajar en unidad. Sin ella, la crisis institucional será aún más grave de lo que ya padecen en la Máxima Casa de Estudios.

También habrá que preguntarse si entre esas alternativas se buscará el consenso y los acuerdos, respetando siempre la voluntad de la comunidad universitaria (incluyendo al Consejo Universitario, que brilló por su ausencia en los compromisos de campaña), sin la amenaza de extender un mandato como ya lo hizo Rubén Ibarra haiga sido como haiga sido. Decisiones arbitrarias como en su momento lo fue la compra de un bien inmueble al ISSSTE. ¿O dónde está la diferencia?

Finalmente, quien haya llegado a este punto sin entender la relevancia de dos votos de diferencia, y sin buscar la representación de las diferentes voces (incluso las disidentes), mal pronóstico le espera a la Universidad.

1 comentario en “Dos votos y la unidad”

  1. Juan jose rodriguez e

    Le faltó decir la camarilla con quién se unio(Femat, Domínguez, el Waca en fin todo un grupo que la unidad les estorbaba y se dejó seducir por ellos que los compré quién no los conozca) augurando un declive lento pero seguro

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