Cuando los vecinos son peor que la pandemia

Por: Heraclio Castillo

Ni siquiera viviendo en el barrio más fifí uno podría presumir que tiene unos vecinos bien chingones porque siempre habrá un prietito en el arroz (entiéndase como expresión de uso popular y no con intención discriminatoria, clasista, racista y demás, por aquellas generaciones de cristal que se ofenden hasta porque una mosca cualquiera tiene el privilegio de existir).

Vivo en un barrio de casas de interés social, con vecinos que por temporadas cambian su lugar de residencia y no vuelves a saber de ellos jamás. Sin embargo, los que permanecen a veces son como una patada en los huevos y te ponen a pensar hasta qué punto uno es intolerante y hasta dónde los otros abusan de la confianza. Peeero es que hay cosas que si son una mentada y uno se pregunta ¿en serio tengo que aguantar esto?

Verán: el vecino más incómodo es un alcohólico que por fortuna hoy ya está divorciado, porque hace un par de meses todavía teníamos que escuchar sus pleitos maritales en plena madrugada a mitad del estacionamiento, con visitas de la policía cada fin de semana y noches en vela escuchando los sapos y culebras que se decían, aunque a veces sí nos daba lástima verlo tirado a medio andador, ahogado en alcohol, estorbando la pasada de los vecinos.

Lo que sí de plano a todos nos da coraje (porque sigue el problema) es que se roba el agua con una toma clandestina, se cuelga del servicio de la luz de los vecinos para no pagar recibo, lo mismo que el servicio de cable e internet y hasta deja a su linda perrita (que en nada tiene la culpa porque es su naturaleza) dejarnos su mierda en todos los jardines cada mañana.

Tampoco falta el vecino que cada fin de semana tiene pachanga (de esas que se prolongan hasta que sale el sol) y últimamente hemos tenido que lidiar con uno que no vamos a quemar aquí porque es compañero de los medios de comunicación y perro no come perro (muy a pesar de que en esas fiestas haya funcionarios públicos poniendo el mal ejemplo). Oiga, teniendo una pandemia y con la alerta de contagios a todo lo que da, como que es muy irresponsable ahorita andar haciendo reuniones de cualquier tipo ¿vedá?

Y seguro que a muchos nos ha tocado ese otro vecino que se roba el internet. Total que uno está a media clase virtual o en una transmisión o cargando reportes de trabajo o vaya usted a saber en qué está utilizando su internet (hasta viendo porno, si quiere), ese que uno paga de su bolsa puntualmente porque en estos tiempos de home office uno no se puede dar el lujo de estar sin internet, y ¡sooopas! que falla la señal del wifi porque ahí está el vecino colgado de su internet viendo una peli bien chafa (y hasta se delatan porque le suben al volumen y hasta se enojan cuando uno les apaga el módem). ¿Sí o no da mucho coraje?

Ah, pero tampoco puede faltar ese otro vecino que aunque ya haya pasado el camión de la basura, saque su montonal de bolsas y las deje ahí tiradas hasta que vuelva a pasar el camión (si bien nos va) dos días después, o aquel otro vecino que se apropia de tu cajón de estacionamiento y hazle como quieras pero no moverá su lancha que muy apenas jala, o ese otro vecino que se hace wey con la cooperación para el velador o que no se mocha con el jardinero para darle su chaineada al área común y que no esté para el arrastre, o aquel vecino que parece sordo porque le prende a la música a todo volumen (que hasta retumban los vidrios de las casas) y no deja ver la novela.

Total, vecinos que luego complican la convivencia y se ofenden si uno pide respeto a la colectividad. Si usted ha incurrido en alguna de estas prácticas, no se pase de lanza y empiece a ser buen vecino. Tooodos se lo van a agradecer y chance en una de esas hasta le regalan un taquito o le vigilan la casa cuando se ausente. Ya ve que nunca faltan los amantes de lo ajeno. Sea buen vecino, porfa.