Perdonar y juzgar

A lo largo de nuestra vida conocemos a una o más personas que nos ocasionan daño, tanto que creemos no poder perdonar. Esto ocasiona resentimiento, dolor, desgaste emocional, es algo que no nos deja vivir en paz.

Muchas veces, un malentendido o discusión con algún familiar, un amigo o compañero de trabajo con quien hemos pasado muchos episodios agradables, ocasiona que pasemos años sin dirigirnos la palabra, porque ninguna de las dos personas quiere “dar su brazo a torcer”.

Tendríamos que preguntarnos: ¿Vale la pena? ¿Sirve de algo enfadarse con esa persona? Al final la persona más afectada será la que viva sentimientos que le hagan sentir mal. Dice una frase: “Es de humanos equivocase”. Lo mejor es expresar a la persona nuestro sentir y llegar a una mejor comprensión. Debemos aprender a perdonar, ya que el perdón influye en la salud física y mental, mientras que la falta de perdón tiene consecuencias negativas.

El perdón exige dejar ir, abandonar un resentimiento provocado por algo que produjo dolor en el pasado. Quien pide perdón intenta aliviar un daño ocasionado a otra persona, un agravio, pero eso no significa abandonar la búsqueda de la justicia, sino buscar la paz interior.

¿Qué significa perdonar?

La palabra “perdonar” viene del latín perdonare y significa “dar completamente, olvidar una falta, librar de una deuda”. Sus componentes léxicos son: el prefijo per- (completamente, total) y donare (regalar).

El perdón es un acto complejo, difícil de darlo como de recibirlo, sin embargo, encierra un gran valor ya que recibir u otorgar perdón es central para dejar ir, dejar atrás toda la ira, odio, resentimiento y malestar que nos mueve a ese acto.

Aunque la noción del perdón ha sido vinculada a la tradición religiosa, no es exclusivo de ese ámbito. El perdonar es un ejercicio que se plantea de manera constante en la religión y se asocia al concepto de compasión. En el ámbito religioso, perdonar consiste en disculpar a alguien de la culpa por una ofensa o un delito.

Para el budismo consiste en la capacidad de dejar de identificarse con sentimientos de hostilidad y resentimiento hacia otros y, por tanto, perjudiciales para la paz, la tranquilidad y la salud mental del individuo.

Desde el punto de vista filosófico, el perdón se dirige a la acción injusta, según Sócrates, es una eliminación del odio y de la venganza. No se trata de no castigar, sino que quien ha sido dañado, no busque su propia venganza en el castigo.

La filósofa alemana Hannah Arendt plantea (de manera un tanto abstracta) en su artículo sobre Bertolt Brecht (1948), que “el juzgar y el perdonar son dos caras de la misma moneda”. Para Arendt, el concepto del perdón deja de ser una facultad divina, aún y cuando tenga su origen en la tradición religiosa, para convertirse en una facultad y capacidad humana que vincula a los seres humanos entre sí, haciendo posible su capacidad de actuar.

En otras palabras, mientras los seres humanos no sean capaces del hecho de perdonar, es decir, mientras no transformen esta facultad en una capacidad, el perdón no tendrá ningún efecto ni implicación en la esfera de los asuntos humanos.

La filosofía del perdón desde la perspectiva de los franceses de origen judío, se apoyan en el contexto de la experiencia del holocausto, que provoca dudas acerca de conceder o negar el perdón y se formulan las siguientes preguntas: ¿cómo perdonar si nadie ha pedido perdón? ¿Cómo olvidar si la memoria sigue intacta?

Desde la perspectiva de Hanna Arendt el perdón también requiere de la promesa, al perdonar se libera de la agresión generada, pero también se requiere prometer que lo ocurrido, jamás volverá a suceder.

La justicia

La palabra Justicia proviene del sustantivo latino iustitia, que, a su vez; viene de adjetivo iustus, que significa “lo justo” apegado a derecho. Ambas palabras tienen la raíz ius, “derecho”. La justicia representa un conjunto de criterios y actitudes necesarios para que las relaciones entre las personas y las instituciones sean equilibradas. Es un concepto establecido en la filosofía moral y en la ética que considera el bien común de la sociedad.

A lo largo del tiempo han surgido diversas teorías de la justicia, entre los filósofos, así tenemos la de John Rawls que se basa en la equidad, mientras que Hannah Arendt habla del perdón teniendo como experiencia el holocausto judío, el perdón no se aplica a los grandes crímenes de la humanidad, pues deberían necesariamente pasar por la justicia.

Amartya Sen, fundamenta su idea de la justicia a través de la observación de las injusticias para reconocer aquello que es injusto, Sen no confía en las instituciones para hacer efectiva la justicia, sino en el reconocimiento de nuestros patrones reales de conducta y de las interacciones políticas y sociales, es decir, la justa actuación de una institución depende de las personas y de sus capacidades.

La justicia penal en Kant no es una justicia de la venganza, sin la justicia de la adecuación entre la consecuencia jurídica (penal) y el acto cometido (delito). Por tanto, se podría establecer que la justicia penal kantiana es una justicia equitativa, al igualar la pena y el delito.

Para Hürgen Habermas, la justicia presupone ciertas condiciones tales como la libertad activa y la capacidad de ejercicio de los derechos en igualdad de condiciones y con respeto a la condición humana.

Instancias responsables de velar por la seguridad pública

En nuestro país tenemos a Secretaría de Seguridad Pública, la cual se encuentra integrada por órganos administrativos desconcentrados provenientes de la Secretaría de Gobernación, como lo son: el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la Guardia Nacional y Consejo de Menores.

Como muchos gobiernos, el actual impone su sello al reemplazar a la policía federal, que era el principal cuerpo policial de seguridad pública en el país y en su lugar creó por decreto del 26 de marzo de 2019, la Guardia Nacional (GN), constituída mayoritariamente por integrantes (3 de cada 4) de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), orientada a realizar tareas de seguridad pública y como parte de la estrategia para combatir la delincuencia organizada del país.

Las Fuerzas Armadas realizan funciones de seguridad pública, quienes deben respetar en todo momento los derechos humanos, y los derechos humanos son para todos, sin olvidar que hay que velar de un modo especial por los de los más débiles y desprotegidos.

Perdonar y juzgar

El perdón se trata de un acto en el que la víctima entra en relación con el victimario buscando la reconciliación, pero con frecuencia se reduce a la dimensión política y jurídica a través del cual el Estado perdona en nombre de las víctimas sin darles verdaderamente voz en dicho proceso, fomentando así la impunidad, legalmente justificada en la soberanía del Estado, o cuando se le confunde con la amnistía, el juicio, el castigo o la reparación.

En esta época que estamos viviendo una violencia exacerbada, inseguridad en aumento, me pregunto: ¿Cómo es que el presidente de la República puede defender su idea de que frente a la delincuencia “Abrazos y No Balazos”? Dicha frase ha causado mucha polémica. Es aquí donde el perdón no garantiza la justicia y corre el riesgo de convertirse en un instrumento de garantía oficial de impunidad. La violencia ocasiona daño, dolor, sufrimiento y muertes que demandan justicia.

Resulta humillante para los elementos encargados de la seguridad pública del país (Fuerzas Armadas, Defensa y Guardia Nacional) que el jefe del Ejecutivo federal les encomiende proteger a los delincuentes, no agredirlos, no abrir fuego contra ninguno, porque: “los integrantes de las bandas, también son seres humanos”.

Y entonces, la responsabilidad de proteger a la ciudadanía no se está cumpliendo. Pero el presidente de la República siempre tiene “otros datos”, afirma que en su gobierno el índice de mortalidad por homicidios ha disminuido.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, quien concibe su gobierno perfecto y justo, lo cual es una utopía, asegura que en estados que históricamente han cultivado droga se atienden las raíces del problema dando oportunidad a los jóvenes a través de algunos programas como “Sembrando Vida”, y asegura que se observan resultados ya que cada día se incorporan más personas a dichos programas y permite alejar a los jóvenes de la violencia.

Que se incorporen más jóvenes a los programas no garantiza que la estrategia esté dando resultados, más bien es una estrategia fallida. Sembrando Vida es un programa que ha venido operando con opacidad y discrecionalidad, además de ser uno de los programas federales con menor desempeño.

En noviembre de 2021 se anunció el Plan de Apoyo a Zacatecas, en enero de 2022 se llevó a cabo un ciclo de conferencias “Experiencias y enfoques de construcción de paz”, con el objetivo de fortalecer las acciones de prevención del delito y la reducción de violencia en la entidad. Es esta una estrategia fallida, ya que no cesa la violencia. ¡Qué vergüenza que nuestras autoridades la normalicen!

3 comentarios en “Perdonar y juzgar”

  1. Muy interesante este artículo
    La ira, el resentimiento y el odio son veneno puro para quienes la padece en todo su ser, alma mente y cuerpo, el perdón es sanación para estas personas ( autocura)
    La Justicia es aplicar una sanción a quien falta a las normas, derechos y leyes que protegen a las personas en lo individual y en la sociedad

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