Por: Eva Gaytán
Cuando comenzó la cuarentena se hizo un énfasis exagerado en la onda de: “no visites a los abuelos”, entiendo que fue ideada con la mejor de las intenciones (o al menos eso espero).
Entiendo que el asunto este del Covixxx nos agarró como al tigre de Santa Julia y de buenas a primera se fueron haciendo “bomberazos”, creo yo sin saber nada, que optaron por cuidar a los adultos mayores de problemas de salud física sin atender el factor más delicado en este sector de la población.
Yo no soy sicóloga la mera verdá, pero vivo y convivo con una mujer de casi 80 años; fuerte y capaz de valerse por sí misma en casi todo; sin embargo a pesar de eso hay momentos en los que se desespera y nos quiere mandar a la chingada a mí y a mi hija, afortunadamente luego se le pasa.
Tomando en cuenta el caso de mi mamá y que al igual que muchos adultos mayores, ella tiene la fortuna o el infortunio de tener dos sanguijuelas (mi hija y yo) en casa, de poder conversar y hasta pelear, irremediablemente pienso en la gran cantidad de adultos mayores que de por sí viven en situación de abandono por parte de sus familias y que ahora con el pretexto de: “no te visito porque te quiero” se suman más los viejitos.
La verdad es que la depresión es bien culera, es terrible sobrellevarla cuando una no está tan vieja y tiene la fuerza física de salir, de levantarse y hasta de llorar, pero aún así una depresión mal atendida es un tormento muy culei y la verdad creo que para un adulto mayor que de por sí lidia con la impotencia para realizar actividades físicas.
Tomando en cuenta que nuestro presidente da el consejo y se queda sin él y que con mil pretextos hace lo que se le da la gana sin importar el riesgo en que pone a la población.
Me voy a dar permiso de darles un consejo al estilo de Javier Alatorre: “no le hagan caso” a esa idea de no visitar a los ruquitos, bueno, háganle caso a medias, en efecto, pues no se trata de armar la pachanga cerca de los viejitos.
Pero seamos honestos, ni modo que no salgan de sus casas a comprar las chelitas, las cocas y las Sabritas, dense una vuelta, véanlos por las ventanas y si no viven en las mismas ciudades llámenles 50 veces al día; de verdad, la salud mental de los adultos mayores es un problema real y grave, muy grave y en ocasiones lo único que necesitan es saber que los hijos que criaron no son tan culos como para dejarlos de lado.