Por: Heraclio Castillo
Si algo logró el senador Ricardo Monreal este fin de semana fue que los zacatecanos se pusieran a leer, algo a lo que aspiraría Simitrio Quezada, pero la vida es injusta, tan injusta como lo ha sido para la familia Monreal Ávila, según lo relata el senador en su último libro, “La infamia”.
No haré una reseña porque de eso ya se ocuparon bastante diferentes personalidades y medios de comunicación durante el fin de semana. Me enfocaré en hacer una valoración desde mi perspectiva como escritor y como periodista, una combinación que también puede ser una maldición. Pero así es la vida de injusta.
Aunque el texto es breve (unas 86 páginas) y sencillo de leer en general, se nota que hay varias manos, algunas dedicadas a la narración y otras muy enfrascadas en tecnicismos jurídicos, lo cual puede representar una desventaja frente al lector común.
¿Hay un lector ideal? Claro, aquel al que va dirigido el texto, ese que cuenta con el contexto en el que se desarrollaron los hechos narrados. Sin embargo, también hay una gran limitante y es la gran falla del texto.
Han transcurrido más de 20 años desde aquellos hechos, al menos del origen. Más de 20 años en los que hay una nueva generación a la cual no se dirige el texto, sino a la generación que vivió aquellos acontecimientos, que tienen el contexto completo, pues se omiten muchos nombres, se sugieren algunos otros y se mencionan de paso algunos hechos de aquel entonces que las generaciones de hoy desconocen.
El libro no está dirigido a un público abierto, sino a las generaciones que vivieron aquellos hechos de finales del milenio y principios del actual. Va dirigido a los mencionados, a los aludidos y a los no nombrados, pero involucrados a fin de cuentas.
Inicié en el periodismo justo en el tiempo en que ocurrió “la infamia” narrada en el texto del senador Ricardo Monreal. Viví desde dentro la maquinaria utilizada en su contra hará cosa de 12 años y también vi desde fuera los efectos que eso provocó.
En el fondo me parece que “La infamia” es una catarsis donde se vacía una buena carga de rencor contra aquellas figuras que participaron en aquellos acontecimientos, muchas de las cuales hoy buscan el favor de David Monreal y aplauden para demostrar su lealtad. También demuestra que los medios de comunicación han sido cómplices, incluso en el proceso 2016. Pero los tiempos cambian y el 2021 sorprenderá con la virtualidad y la democratización de las audiencias.
Ricardo Monreal da un guiño al final del libro: ha sido el patriarca de los Monreal Ávila y en su texto demuestra que el patriarca tiene fauces para defender a la manada. No obstante, quedan claroscuros que no han sido aclarados y un plus a la publicación habría sido incluir en sus anexos las sentencias que, de una vez por todas, limpiarían el nombre de la familia.
Del rencor a la venganza hay un solo paso y en ese tramo no figura la redención. Lo que queda claro es que David Monreal será quien decida por sí mismo entrarle al ruedo o vivir la faena desde las gradas, pero si le entra, no estará solo. De eso trata “La infamia”.