Por: Lucía Dinorah Bañuelos
La pandemia provocada por el COVID-19 ha traído más que una crisis de salud pública en México, al igual que en el resto del mundo; en las charlas entre familiares, amigos o prestadores de servicios es frecuente el tema ya que en mayor o menor medida a todos ha afectado.
En poco más de tres meses las cifras por contagios y defunciones van de menos a más; al principio se contaban en números de una cifra, ya no. Hasta el 29 de junio se habían registrado solo en el estado 887 casos positivos y 101 fallecimientos según da cuenta el Gobierno del Estado.
Lo que parecía una lejana enfermedad va cobrando vidas de gente más cercana: conocidos, vecinos, amigos o familiares que igual da si son profesionistas independientes, burócratas o comerciantes formales o informales. Viejos o jóvenes.
El flagelo ha sido certero ya sea en la salud o en el bolsillo por razones que en apariencia son obvias aunque en realidad no todos las comprenden.
Los letrados en el tema hablan de indicadores económicos, de macroeconomía y microeconomía, de finanzas púbicas y privadas, de amortizaciones, de la cotización internacional del petróleo y la devaluación del peso; se habla de ello en noticieros electrónicos e impresos, hasta en redes sociales hay quienes tocan el tema, lo debaten y llegan a conclusiones.
Lo cierto es que la señora de la casa, la común y corriente, si tiene la suerte de que no le ha tocado recorte al marido o a ella misma, recibe el mismo dinero y debe “estirarlo” para que le alcance para lo mismo más los gastos imprevistos y no entiende nada de la actividad económica del país ni de mercados financieros ni de finanzas públicas o de endeudamientos, lo único que sabe es que “el chivo” no le alcanza.
No comprende o quizá ni sabe lo que es la inflación o como le perjudica que en abril el personal ocupado en los sectores económicos decreció 3.7% o que la actividad económica se contrajo 17.3% (Gaceta Económica del Gobierno de México, 30 de junio 2020), solo sabe que un kilo de frijol cuesta 18 pesos, la leche 27 pesos, la tortilla hasta a 14 pesos y lo que le dan para el gasto no le alcanza y que no puede hacer nada para “sacar” ese extra “haciendo la lucha vendiendo algo” en la calle.
El temor no solo se percibe entre las clases populares, sino también en el siguiente estrato social, aunque la queja es distinta en forma, no lo es de fondo, pues se remite de igual manera a la economía.
Hoy mi médico me preguntó qué sabía yo sobre que en los próximos meses habría escasez de alimentos y productos de aseo personal…Lo cierto es que el COVID-19 llegó para quedarse, no se irá igual que no se fue el sida en su momento o la influenza, por ejemplo; debemos aprender a vivir con ellos, cuidar nuestra salud y dejar de gastar lo que no se tiene y lo que se tiene administrarlo de manera eficiente.