Hay doctores y abrepanzas

Por: Eva Gaytán

Pues le he pensado mucho, pensé en escribir de la mañanera zacatecana pero la mera verdad mejor lo despensé. Mejor les voy a platicar algo más estraño

Desde hace unas semanas ando que entro y salgo de hospitales con mi jefita, entre buenas y malas noticias que me apachurran el corazón y luego me lo inflan, afortunadamente el miércoles en la tarde le hicieron un estudio acá de mediano pedo que básicamente decía: “hijas de Doña Eva, no se apuren, está bien y hay ñora para rato”.

Como ya les he contado traigo el miedito del Covixxx y pues tomando las medidas necesarias la he llevado a hospitales particulares, no porque seamos muy pudientes sino para acelerar los procesos de atención y exponerla un poco menos a las multitudes. Es que la mera verdá, mi jefita me cae a toda madre, pero ps ya hace rato que entró al programa federal de “los viejitos”.

En fin, nos ha tocado la suerte de que casi a todos los docs mi amá les cae en gracias, además de que son muy profesionales y muy lindiscon ella.

En estos días, (la última semana) estuvimos acudiendo al San Agus, ahí la vieron varios especialistas (muy chingones todos) pero hubo un pequeñito detalle que solo podemos ver los “quejumbrosos” o quizá no… 

Uno de los médicos que la atendió, tenía en su consultorio algunos “aditamentos” acá muy de docs, cosas que por cierto cualquiera puede tener en su chingada oficina (agujas, algodón, gasas y mamadas que encuentra uno en la repisa del baño de la casa).

El médico del consultorio de un lado entró y salió como Pedro por su casa mientras el doc de mi mamá atendía a sus pacientes, sin tocar la puerta, sin saludar y haciendo el mayor escándalo posible. Yo lo observaba desde la sala de espera.

Cuando tocó el turno de mi jefa, el cabrón hizo lo mismo mientras el doc de mi jefa la atendía, por cierto confirmé que el entrometido en serio ni saludaba, ni decía al menos “ahí dispensen pendejas, voy a pasar”.

Abrió un cajón, los cerró con golpe y toda la cosa y buscaba en las puertitas del dueño del consultorio, quién por cierto tampoco decía nada. Me puse de pie, abrí la puerta y muy amablemente le dije al ñor: “me permite, estamos ocupados”.

El sujeto se salió, puse el seguro y me senté. Ninguno me dijo nada.

Volvió a intentar entrar pero pues ya tuvo que tocar y no le abrí…

Otro de los docs le estaba haciendo el estudio acá mamalón mientras su compañero de consultorio estaba en el escritorio quejándose del desorden que había en el lugar y caminando de un lado a otro como si la paciente (mi jefa) y yo no existiéramos.

Finalmente se salió no sin antes decirle a la enfermera que cuando terminara le dejara todo en orden porque todo se veía muy mal. La enfermera suspiró y le dijo al médico de mi mamá “Es que en serio hay doctores como usted y abrepanzas como ése”. Siguieron trabajando ya sin interrupciones.

Oseaaaaa.

En serio creo que la profesión de los doctores como la de los albañiles, choferes, arquitectos, costureras, periodistas, cocineras, abogados, ingenieros y tooooodas son súper honorables y lo más chingón es que cuando un “cliente” se acerca a ellos es porque de alguna forma se han ganado la confianza para ello y la verdad hay actitudes bastante irrespetuosas que a mí en lo personal me dejaron en claro que a los dos interrumpidorese interrumpidos les vale la “confidencialidad” y confianza que le deben a los pacientes.

El hecho de que pongamos en sus manos la salud nuestra y de nuestra familia debería ser agradecido también por ellos, pues como usuarios de sus servicios, en serio nos acercamos porque confiamos en ellos y esa confianza debe ser cuidada con celo absoluto y si no es así pos de plano sería bueno que quitaran las puertas a los consultorios y así como dijo Julia Roberts en mujer bonita “hubiera podido defenderme, responder”, es decir: así sabríamos a qué le tiramos…

La verdad, los casos que comento son extraños, no diré que siempre ocurre lo mismo, por el contrario y repito son más los médicos chingones y respetuosos que conozco que los culeyes que ignoran a sus clientes, pero ese par de morros, me dejó un mal sabor de boca y está bien perro, porque neta, neta reconozco el trabajo que muchos están haciendo durante la pandemia, pero hay casos (como estos) que me hace a confirmar que de todo hay en la viña del Señor.