Por: Eva Gaytán
Ya les había contado que tengo familiares que enfermaron de COVID, mi prima hermana y sus dos hijos; primero fue su hija (de mi edad), luego mi prima y después su hijo (un año mayor que yo); hace ocho días Él murió; mi prima hermana había sido dada de alta y ya estaba en casa, su hija seguía grave y al atardecer su hijo murió víctima del COVID.
Desde que comenzó la alerta por la pandemia en el país me he tomado en serio el asunto de los cuidados y las medidas preventivas, luego de que familiares y amigos fueron enfermando pues más pior, mejor opté por redoblar los cuidados y evitar más las salidas de mi mamá e hija y las mías propias.
Con la muerte de mi primo (sobrino) más que pensar en redoblar los esfuerzos y cuidados, en la familia surgió un vacío profundo, jamás comparable con el que mi prima está lidiando, he visto de cerca el dolor que una madre siente al perder a sus hijos; afortunadamente y gracias a Dios no lo he vivido en carne propia hasta ahora, pero no haberlo pasado no me hace insensible al dolor de quienes lo sienten.
Digo sienten porque veo en mi madre, amigos y amigas que han pasado por el dolor de la muerte de un hijo que eso nunca disminuye, ni termina, creo que solo van aprendiendo a vivir con el sufrimiento de la ausencia.
A nosotros como familia nos cayó como un golpe seco de una realidad que siempre vimos distante, que sabíamos que podía ocurrir entre cualquiera de nosotros, sin embargo nadie está preparado para ello.
Hoy hace ocho días que Él partió y hoy nos informan que su hermana está consciente y ha logrado ingerir alimentos, están por sacarla de cuidados intensivos y esperemos que muy pronto pueda abrazar a sus hijos, a su madre y a sus sobrinos a quienes ahora les faltarán los brazos de su padre, pero jamás el amor.
Hoy en casa estamos felices porque ella está mejorando.
Es extraño cómo esta enfermedad, tan real como cualquiera, puede intimidar y matar, pero nunca separar, porque una cosa es distanciarnos por seguridad de todos, pero no es sinónimo de abandonarnos y justificar con la Sana Distancia alejar a las personas y siento que muchos están viendo así la situación.
Importa nuestro bienestar propio, en efecto, pero también es necesaria la empatía y sensibilidad con nuestra comunidad, familia, amigos y hasta enemigos; creo que esta es la única forma de salir del agujero emocional en el que nos estamos sumiendo debido al encierro.