Por: Lucía Dinorah Bañuelos
Desde hace 5 meses los planteles educativos están cerrados y no se lleva a cabo ningún tipo de actividad en ellos.
Ahora que inicia el nuevo ciclo escolar 2020-2021, aunque las clases serán desde casa, la mayoría de los directores de las escuelas hacen un recuento de todos los pendientes que dejaron en marzo pasado porque no hubo manera de salvarlos debido a la contingencia sanitaria por la pandemia del COVID-19.
El común de la gente pasamos por alto que aunque las escuelas están cerradas, aún corren gastos que deben ser cubiertos, como el pago de luz, agua, internet, teléfono y veladores, por ejemplo. En algunos casos quedaron pendientes reparaciones de todo tipo, desde los muy sencillos que pueden esperar hasta los complejos y costosos y en algunos casos urgentes.
Aunque es verdad que algunos de estos gastos disminuyeron por falta de actividad institucional, también es cierto que son las mismas escuelas, con apoyo de los padres de familia, quienes sufragan todo este tipo de pagos, a los que hay que agregar la compra de insumos para hacer la limpieza en general y pagar por que la hagan en el eventual retorno a las aulas.
Sin temor a equivocarme puedo afirmar que para la mayoría de los padres de familia que tienen hijos en escuelas públicas de educación básica es un alivio para el bolsillo no pagar las cuotas voluntarias, pero para los directores esa medida se ha convertido en angustia.
El dinero que se recauda de las cuotas voluntarias se usa para este tipo de gastos y para apoyar en algunas actividades escolares como festivales o materiales diversos para la misma escuela.
Otra preocupación de los directores en general es que empieza el rumor de que habrá “desbandada” de colegios y escuelas particulares para las escuelas públicas, con lo que la matrícula de cada escuela aumentaría.
Algunas instituciones han sobrevivido con el recurso que aún hay del pasado ciclo escolar e irán de “muertito” con el excedente, si es que hay, “hasta donde tope”.
Las mesas directivas de padres de familia se dividen entre los que están de acuerdo en cobrar aunque sea la mitad de la cuota y los que se oponen, pues aun sabiendo que es de vital importancia disponer de efectivo, también saben que ante el anuncio de las autoridades educativas de que no se cobrarán las cuotas, las quejas irían en aumento si se llega a cobrar aunque sea solo una parte.
Lo que sí es para alegrarse es el anuncio de que no se pedirán libros extra, ya que en algunos casos el desembolso es de hasta 600 por alumno en el caso de primaria, por ejemplo, que no será necesario comprar uniformes de inmediato… habrá que ver qué es lo que se pedirá en la lista de útiles escolares.
Los que no estarán muy contentos son los emporios editoriales que imprimen y distribuyen las famosas guías de estudio y que amasan grandes sumas de dinero, ya que en muchas escuelas los libros extra son obligatorios.
Hasta ahora, la única esperanza de los directores e integrantes de las mesas directivas de las asociaciones de padres de familia es apelar a que la Secretaría de Educación cumpla su ofrecimiento de apoyar a las escuelas que lo requieran con materiales, dinero para pagos de gasto corriente y/o en su caso, para reparaciones urgentes.
Hola, creo que se debe de considerar una cuota, para los pagos que no esperan , cómo son luz y agua, o el gobierno cubrir esos gastos ya que será mínimos, lo de no pedir libros extras creo que ni es necesario, pero ya regresando a las aulas creo que sí se tiene que contemplar el pago de alguna cuota.