Por: Eva Gaytán
Les voy a contar que cuando cumplí 20 años me emocioné bien reciote, recuerdo que me tomé una caguama con Lucero de la Mañana muy temprano (como a las 4 o 5 de la tarde) en la explanada de la Feria, al día siguiente pensé que cuando cumpliera 40 iba a hacer una fiestota, grande grande, nunca supe cómo sería pero sabía que iba a ser grande.
Conforme fueron pasando los años iba haciendo mi lista de invitados, en ocasiones cambiaba de lugar, luego cambiaba de fecha, luego borraba unos nombres de la lista y ponía otros más… siempre pensé en hacer la fiesta porque desde chiquita me veía más grande (vieja) de lo que soy y decidí que todos podrían confirmar que apenas tengo 40 aunque me vea de 156.
El lunes es mi cumpleaños, voy a cumplir 40 años en esta maravillosa vida que me ha puesto unos putazos poca madre, pero también me ha puesto personas hermosas para confirmar que, como dijeron los Diablitos del Vallenato, “los caminos de la vida no son como yo pensaba”.
Recuerdo lo que “soñaba” a los 20 que iba a estar haciendo a los 40 y me da risa, no he hecho nada, ni madres de lo que pensé; no tengo nada, ni madres de lo que imaginaba que iba a tener, pero tengo mucho más.
Tengo una hija que vale oro (sí pensaba que podría tener un par de hijos), tengo a mi jefa (yo no pensaba [ni ella] que fuera a vivir si yo llegaba a cumplir 40), tengo un hermano en el cielo y un amigo en la tierra que es como mi hermano, tengo (gracias a mi culerez y no tan culerez) no muchos, pero sí maravillosos amigos.
Tengo cinco hermanas que me dio Dios, dos hermanas que me dio la vida y dos que andan por ahí concluyendo los papeleos para hacer oficial ese pedo de la hermandad de vida, tengo dos osas, una señorita, un perro, unos espos, muchas historias de amor y muchas de desamor, tengo un trabajo que me ha dado mucho, no me refiero a la lana, me refiero a compañeros que se volvieron mis amigos y los quiero un chingo.
Tengo una prenda amada que me ha enseñado a ver la vida de otra forma y a amarla cada día más, a ser feliz y a llorar cuando tengo que llorar, como lo he hecho durante 40 años y en ese tiempo he comprendido que solo es agua que me va ayudando a limpiar mis ojos y mi alma.
Tengo una vida maravillosa y perfecta con toda la mierda que requiere una vida plena.
No voy a tener la fiestotota, pero me voy a echar unas caguamas mientras escucho norteñas y voy a celebrar la vida y pedir al cielo que ya se termine este pedo del covixxx para que me abracen todos y yo abrazarlos a todos.