Por: Eva Gaytán
Llegué a vivir a Zacatecas hace ya algunas muchas hartitas Ferias, justo llegué en el mes de septiembre, días antes de que comenzara el ciclo escolar para entrar a tercero de secundaria; salir de mi pueblo y llegar a Zairo no fue tan difícil como había pensado.
Creo que lo hacía fácil eso de que hubiera feria. Íbamos mi hermana Chata, Yay, Varos, los chiquillos, mi mamá y yo; por lo regular dábamos vueltas múltiples en el Palacio de las Artesanías, obvio en aquellos años sí estaba bien chido y no se limitaban a la fayuca y las comidas.
El Palacio, el Casino y obviiii la Plaza de Toros eran la carta fuerte de la Fenaza, bueno, en aquellos tiempos, cuando yo era súper chirris.
Pocos años después el atractivo era el Teatro del Pueblo, rodeado de muchos puestitos en los que se vendían las súper caguamas y luego cuando la lanita fue más pues el Palenque cuando los grupines valían la pena (pa’ mí), a mí nunca me gustaron ni me gustarán los antros así que lo mismo me daban y dan.
Desde el fin de semana no he dejado de pensar que hoy sería el primer viernes de Feria, al menos sería el primer Palenque y solo Dios sabe quién pudo haber abierto la temporada, harto alcohol, hartos excesos y hartos mmm negocios yéndose por completo a la ruina.
En efecto la decisión de la suspensión de la Feria se tomó porque el semáforo epidemiológico na’ más no ayudó, pues de lo contrario habría sido la cristiana sepultura para los comerciantes locales que han logrado sostenerse en pie con uñas y dientes.
Si bien la pandemia nos ha sacado sustos, hay a quienes les ha quitado familiares, o días de salidas, otra de las cosas que ha venido arrastrando esta mamada es la ruina para muchos negocios; vemos constantemente “campañas” ideadas principalmente por la iniciativa privada para impulsar las ventas de los negocios locales, sea cual sea el giro de estos.
Y aunque lo están intentando, podemos confirmar que no ha sido suficiente, pues si nos damos una vueltita al centro, así, nomás por no dejar podemos ver además de las lonas de exigencia de apoyos, que cada vez hay un nuevo local desocupado.
En las últimas semanas he tenido que andar por esos rumbos, entre análisis, medicinas y citas en el seguro y es harto raro, los letrerito, algunos discretos otros grandototes ofreciendo locales o anunciando como dijo Javier Solís “La retirada”, ¿cuánto va a durar esto? ¡Sepa la madre! Pero una cosa es segura haber suspendido la Fenaza, fue una de las mejores decisiones que se han tomado.
Con eso le dieron más tiempito de vida a los negocios incipientes y mayor posibilidad de supervivencia a aquellos que habían logrado consolidarse.
Lo único malo de que no haya Feria es que este año no pude escuchar un norteño acá machín en vivo…
¡Los Norteños callaron! Pero vale la pena tan solo porque se siga sosteniendo el comercio local en el Zairo de mis amores.