Aunque todavía falta más de un mes para la conmemoración del 25 de Noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y Niñas, me quiero adelantar a la fecha para hacer algunas reflexiones y de paso hacer unos avisos oportunos.
¿Por qué da la impresión de que no han funcionado las políticas públicas emprendidas para erradicar las violencias contra mujeres y niñas? Porque acciones se han tenido, especialmente durante la contingencia sanitaria por el COVID-19, donde se hizo un esfuerzo interinstitucional para implementar un plan de acción integral para prevenir y atender los casos de violencia familiar y de género, tomando en cuenta que las medidas de confinamiento eran factor de riesgo para que se incrementaran estos casos.
En el caso de Zacatecas, se ha tipificado el feminicidio en el Código Penal desde hace varios años, incluso el acoso sexual que ha permitido la detención de varias personas que han incurrido en este delito. También se ha fortalecido el marco normativo con reformas a diferentes leyes y reglamentos que incluyan nuevos tipos de violencias que atentan contra mujeres y niñas. Incluso ahora se cuenta con una Unidad Especializada de Género “Mujer Segura” en la Capital como una forma de fortalecer la atención a este sector.
Lamentablemente no todo es normatividad, sino que requiere de un cambio cultural y de mentalidades y eso no ocurrirá mientras los representantes populares y servidores públicos sigan pensando que pintar una pared de color naranja, usar un listón del mismo color u ofrecer discursos emotivos (donde enfatizan al decir “las” y “los”) sobre “el regalo más maravilloso de la creación” son acciones efectivas contra la violencia hacia mujeres y niñas.
Desde la vida pública y política de Zacatecas mucho se puede hacer para comenzar con este cambio cultural y de mentalidades, partiendo desde una integración paritaria en los gabinetes y los espacios de representación popular, sin olvidar aplicar una perspectiva de género en sus diferentes programas, proyectos y acciones, independientemente del nivel de gobierno o del Poder del que se trate.
Documentarse sobre la situación que viven mujeres y niñas también es necesario para evitar generalizar y revictimizar. Y mucho camino hace falta para entender que el avance esperado no se logrará si no se involucra a los hombres en la sensibilización, re-educación y la elaboración de políticas públicas (y su ejecución).
¿De qué sirven tantos congresos, convenciones, cursos y diplomados en la materia si tenemos policías que ni siquiera saben que existen protocolos específicos de atención a mujeres y niñas? ¿De qué sirven si tenemos servidores públicos que en la práctica omiten la aplicación de la normatividad existente? ¿De qué sirven si en la impartición de justicia aún se revictimiza a mujeres y niñas? ¿De qué sirven si las causas legítimas para erradicar la violencia contra mujeres y niñas se desvirtúan por privilegiar intereses político electorales?
Si la sociedad ve que sus representantes populares y servidores públicos no aplican todo esto en su cotidianidad, en la vida pública y política de Zacatecas, ¿usted espera que haya un cambio cultural y de mentalidad en los hogares? Baste ver la última Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo elaborada por el INEGI, donde Zacatecas es el estado con la mayor brecha de desigualdad entre hombres y mujeres en todo el país.
Al menos desde la sociedad civil organizada hay esfuerzos para iniciar con este cambio entre la sociedad, como Casa de Engracia, que dirige la arista plástica Sonia Félix Cherit, quien iniciará desde el mes de octubre con un nutrido programa virtual de actividades para reflexionar y actuar sobre las violencias que afectan a mujeres y niñas. Desde el marco normativo, la literatura y el arte, Casa de Engracia se reafirma como “Espacio Libre de Violencia”.