Más allá de lo que se ha podido decir en torno al oficio de leer y los motivos para hacerlo, quisiera centrar mi colaboración de hoy en un aspecto “útil” de la lectura en la vida pública y política, pues no es raro tener representantes populares o servidores públicos de alto rango cuyo acervo parece limitado y eso también incide en las decisiones que toman.
Muchos habrán visto los característicos espectaculares de Librerías Ghandi, con expresiones que inician con “leer evitará que…”, una frase que ya ha sido utilizada para otros contextos, aunque sigue conservando esa tonalidad amarilla que distingue a esta cadena de librerías. Y aunque leer no evita en realidad alguna situación, sí contribuye a que pensemos de tal o cual forma en torno a una circunstancia en particular.
Por ejemplo, hay quienes se han formado en la lectura a partir de los bests sellers de las grandes librerías, cuya selección se realiza con base en estudios de mercado, aunque su finalidad última es tener ganancias por las ventas. Tal vez es un tipo de mercado muy diferente al que ingresa en una librería (de cualquier tamaño) y se dirige a una sección específica, ya sea por que se inclina más por la narrativa de ficción, por el ensayo, por publicaciones científicas o académicas, incluso por la poesía (un género cada vez más olvidado).
Nunca faltan aquellos que acuden hasta con temor y preguntan si hay en existencia “El libro rojo”, que en realidad tiene forros color verde y ni de chiste recuerdan el nombre del autor. Incluso quienes llegan con un listado de lecturas obligatorias preguntando si hay tal o cual título porque tienen una semana para devorarse “El Quijote” (¿en qué escuela le quitan el gusto a la lectura de esa manera y a una edad tan temprana?).
Pues bien, las lecturas que elegimos (y en algunos casos, las lecturas que nos imponen) también nos van forjando como individuos. No es el mismo perfil de aquel que enfoca sus lecturas en la producción literaria en torno a la Cristiada que aquellos que han definido sus lecturas en torno al movimiento del 68. Tampoco lo es quien dedicó tiempo a Simone de Beauvoir, Rosario Castellanos o Virginia Woolf de quien prefirió a Octavio Paz, Mario Vargas Llosa o Julio Cortázar, por mencionar algunos ejemplos.
Pensemos en un político que aspira a ser gobernante, que ha leído “¿Quién se ha robado mi queso?” o “Padre rico, padre pobre”, pero ignora “El príncipe” de Nicolás Maquiavelo o . Pensemos ahora en quien leyó a Judith Butler y Zygmunt Bauman, y a otro político cuyas lecturas principales hayan sido Max Weber o Maurice Duverger.
Ahora imaginemos a un político que tiene una enorme colección de la literatura universal, pero que no ha tocado ninguno de esos ejemplares, mientras en otro extremo podríamos imaginar a un político que tenía que pasar horas y horas en una biblioteca (si tenía la fortuna de que en su comunidad hubiera biblioteca) para leer uno tras otro todos los títulos que atrajeran su atención, sin importar si eran de cuentos infantiles, de ciencias nucleares, de biología, de matemáticas o de agronomía.
Miedo saber también que las lecturas pueden influir en nuestras decisiones y que entre esas lecturas podemos encontrar planteamientos donde no necesariamente se busca el bien de la colectividad, como “Mi lucha”, o incluso quienes toman textos sagrados como el Corán o la Biblia como parte de su realidad y dejan de lado las leyes y reglamentos que nos rigen como sociedad. Los fundamentalismos tampoco son buenos.
Pero finalmente la lectura nos construye como individuos que se forjan una visión de mundo a partir de lo que aprenden a través de sus lecturas. Se pueden compartir o no visiones de mundo, aunque es justo el debate y la discusión de ideas lo que enriquece el conocimiento. Alejarse de la lectura en cierta forma es limitar nuestro campo de aprendizaje de una manera colectiva. Se puede leer por gusto, hasta una buena crónica periodística, lo importante es qué cambia en nosotros después de esa lectura. Esa es la principal riqueza.
Hacer desde niños, de la lectura una costumbre, es muy importante para los niños de nuestro México. En lo personal leo todo lo que se relacione con historia. Me gustó el panorama general que planteas.i