Este martes la cadena Burger King publicó un mensaje para sus seguidores en las redes sociales donde invita a consumir en McDonalds, su competencia directa. Más allá de la buena estrategia comunicativa, su mensaje lleva una reflexión de fondo para miles de changarritos que la están pasando duro por la contingencia sanitaria.
En este mensaje bien se indica que “los restaurantes que le dan trabajo a miles de personas realmente necesitan de tu apoyo en este momento” e invitan a la gente a consumir en sus restaurantes preferidos a través de la entrega a domicilio, comida para llevar en restaurante o en ventanilla. Así se genera un círculo virtuoso para que las familias conserven sus fuentes de empleo y poco a poco la economía se vaya recuperando.
Aquí en Zacatecas, una vez que inició la llamada Nueva Normalidad, muchos changarritos anunciaron que tendrían disponible servicio a domicilio o con entrega para llevar, con la esperanza de mantener sus negocios y conservar las fuentes de empleo. Cerrar sus puertas era el gran temor y con el paso de los meses, no son pocos los changarritos que han bajado la cortina.
Ante la desinformación por el desconocimiento de esta pandemia, muchos evitaban incluso pedir a domicilio, no fuera que en alguno de los pliegues de la bolsa, o en las tapas del litro de caldo de pollo, o en la ensalada o la pizza o lo que fuera se hubiera colado el mentado bicho. Y así pasaron varias semanas hasta que las autoridades pudieron confirmar que no había gran riesgo por pedir comida a domicilio, pero sí era muy alto por la interacción cercana con otras personas sin el uso de cubrebocas.
En estos ya nueve meses de contingencia en Zacatecas, como muchos, yo también he restringido mis salidas, casi para atender labores esenciales y nunca sin portar cubrebocas o cargar con mi botecito de gel alcoholado. Que si la farmacia, que si el Oxxo, que si el banco, que si el pago de servicios que no puedes pagar vía electrónica, que si de pronto una entrevista, una reunión de trabajo y así.
Han sido contadas mis salidas a algún restaurante, restaurante-bar o cafetería; sin embargo, sí pude notar a lo largo de estos meses que el personal que te atiende hasta te recibe con una sonrisa optimista y con mucha calidez e incluso se esmeran en garantizar todos los protocolos sanitarios porque eso genera mayor seguridad. Buscan brindar una grata experiencia a sus clientes porque de ello depende que vuelvan y que los changarritos se mantengan abiertos, conservando los empleos de los que dependen miles de familias.
Pero hay una parte negativa en estas experiencias y son aquellos negocios que durante este tiempo ni han respetado las medidas y mucho menos garantizan las condiciones de higiene para proteger a su clientela. Incluso los hay quienes han promovido actividades clandestinas que aumentan el riesgo de contagio entre la gente que asiste a esos espacios, sin ser actividades esenciales, sin estar permitidas en esta etapa de la contingencia y evadiendo cualquier indicación de la autoridad.
Más allá de la gente que les hace segunda y acude a estos espacios, me quedo pensando en esta competencia desleal entre negocios zacatecanos y el llamado a las alianzas solidarias entre los changarritos, un llamado que poco eco ha tenido en Zacatecas y que desafortunadamente también ha motivado esta caída en la economía y el cierre de negocios.
Mientras unos siguen las medidas y se rigen por lo que dice la autoridad para seguir operando y mantener los changarritos con los empleos que generan, otros se van por la libre y lucran con la pandemia, pues parece que abren sus negocios más por conservar ganancias que por mantener los empleos, pero se molestan si uno les señala por esa deslealtad y su falsa preocupación por los negocios zacatecanos.
Usted, lector, si ha llegado hasta esta línea, si su bolsillo se lo permite, procure consumir en esos changarritos de confianza, donde tiene la garantía de que un pedido ayuda mucho a conservar un empleo del que depende una familia (o más). ¿Cómo distinguirlos? Bueno, no solo por sus filtros sanitarios, sino por la calidez y la atención que prestan en su servicio. Esa es la gran diferencia.